Ningún analista podría haber vaticinado hace un año que en 2020 la venta de ordenadores creciese sustancialmente por primera vez en los últimos años. Nadie vaticinó la crisis generada por la COVID-19, y tampoco entraba en ninguna ecuación que los consumidores necesitasen trasladar su trabajo de la oficina al hogar de forma tan súbita.
Pero en el tercer trimestre de 2020 se distribuyeron más de 71,4 millones de ordenadores, un incremento del 3,6% con respecto al mismo trimestre en 2019, según Gartner. Es el mayor crecimiento en el mercado estadounidense, en constante declive por las transformación "post PC" que se estaba viviendo hasta el momento. Este repunte, de hecho, ha causado durante los últimos meses grandes dificultades para que los fabricantes de componentes y ordenadores portátiles atiendan las demandas de los consumidores, que han tenido que comenzar a habituarse a esperar semanas por monitores o tarjetas gráficas de alto rendimiento.
Impartir las clases a través de llamadas de videoconferencia en lugar de hacerlo dentro de las aulas también ha disparado las ventas de los Chromebook de Google. Su distribución creció un 90% año a año en el tercer trimestre de 2020. Hay demanda, y es una demanda que no se va a frenar en seco pese a que la vida comience a recobrar cierta normalidad a medida que la población mundial se vacuna. El consumidor asume que necesita y quiere tener su propio ordenador, propiciado por las grandes restricciones que se han aplicado a la movilidad en el mundo. Son cambios en los hábitos del consumidor que se quedarán en sus vidas, y los fabricantes tendrán que atender a sus demandas ahora que la atención e interés vuelve a estar sobre el ordenador.
Obviamente, seguimos viviendo en una sociedad "post PC". El móvil es el centro neurálgico de nuestra vida digital. Y lo seguirá siendo durante los próximos años. Con lo que tal vez no contábamos es que necesitáramos todavía un ordenador. Y la situación invita a pensar que los ordenadores no van a desaparecer progresivamente, sino que se van a transformar.
El ordenador se hace smartphone (y recupera protagonismo)
Hace 10 años, los más atrevidos pensaron que el futuro estaría dominado por el móvil, y que el ordenador iría perdiendo relevancia hasta quedar relegado casi en exclusiva al mundo profesional y los entusiastas del los videojuegos. Estaban en lo cierto.
El PC que demanda el usuario medio, no obstante, permanecerá, se transformará y se nutrirá de los avances y paradigmas que encontramos hoy en día en los smartphones. Ya está pasando dentro del Mac. La presentación de los nuevos chips diseñados por Apple, utilizando como base sus procesadores para dispositivos móviles, demuestra que los nuevos Mac con Apple Silicon no sólo son capaces de replicar las funciones de los procesadores Intel. También son más rápidos, versátiles y, sobre todo, eficientes.
Además, estos chips le brindan a Apple la oportunidad de contar con un ecosistema único de aplicaciones que atienda a todo el conjunto de productos de la compañía. Desde el lenguaje de diseño a las entrañas de cada aplicación, todo está cohesionado en una experiencia única sin dejar de prestar atención a los requisitos y particularidades de cada dispositivo.
Se mejorarán las cámaras de los ordenadores portátiles y se incluirán muchas de las opciones que brindan ahora los smartphones, que ha sido el dispositivo que mejores innovaciones ha acaparado en la última década. Los ordenadores portátiles del futuro, por lo tanto, se parecerán mucho más a los smartphones del momento. Y es probable que tanto Google como Microsoft intenten, dentro de sus posibilidades, seguir una estrategia similar con sus respectivos ecosistemas.
El teletrabajo acentúa el fenómeno
A esta ecuación debemos sumar el esperado crecimiento del teletrabajo incluso después de la pandemia. Un cambio que no solo ayudaría a que las ventas del PC se mantengan con el paso del tiempo. También haría que las grandes compañías se vuelquen en ofrecer mayores innovaciones en este sector.
Diferente es el mercado de PC para profesionales y aficionados a los videojuegos. Un nicho que está más vivo que nunca, y que no ha parado de crecer rápidamente durante la última década. Ya no hay que explicar qué son los eSports, tampoco qué es un stream, ni qué es Twitch. Ya es algo cotidiano, que forma parte de nuestra sociedad. Y la demanda por tener un ordenador potente para jugar, en consecuencia, es cada vez mayor –acentuada si cabe por la crisis del COVID-19–.
Las tarjetas gráficas han pasado a ser el elemento más importante y diferenciador de los equipos. Y cada lanzamiento es seguido por los aficionados a los videojuegos con gran interés. La potencia de las tarjetas gráficas sigue aumentando a un ritmo incesante, lejos del estancamiento que padecen los procesadores durante los últimos años. También lo hace su precio, y ya no es extraño que se inviertan más de 300 o 400 euros en una de ellas.
¿Cómo serán en 2030?
Durante los próximos años, el PC seguirá transformándose y adaptándose, pero no perderá su papel y posición en el mercado. Dese la invención de la computación, la industria de la tecnología ha vivido ciclos de 10, 15 o 20 años donde un modelo computacional ha establecido la agenda y las compañías que mejor se adaptaron dominaron la industria. Pasó con los "mainframe", el ordenador personal, Internet, y, más recientemente, con los smartphone.
¿Qué será lo siguiente? Difícil saberlo. Pero lo que sí parece un hecho es que el ordenador personal será una parte de la industria y de la vida digital del consumidor. Lo más probable es que el ordenador cada vez se especialice más. Por un lado, transformándose en un equipo silencioso, potente y lo más parecido a un smartphone posible; por el otro, ofreciendo cada vez más potencia bruta gracias al inmenso poder de cálculo de las nuevas tarjetas gráficas. Y, en medio de todos los ordenadores y el resto de dispositivos: el móvil. Hasta que venga el próximo modelo computacional que lo cambie todo. ¿Qué será? En 2030, tal vez tengamos clara la respuesta.