Cuando Disney compró los derechos de la franquicia Star Wars, decidió de inmediato poner manos a la obra para ampliar, redimensionar — y hay quien dice explotar — un universo rico en historias y personajes. Pero antes de comenzar, dejó algo claro: el canon que se narraría a continuación solo incluiría las películas de la trilogía original.
La decisión dejó por fuera un vasto material relacionado con la mitología de Star Wars incluida en libros, videojuegos, e incluso todo tipo de relatos añadidos a lo largo de los años. Pero sobre todo, una de las historias más importantes de la franquicia, incluida por LucasFilm 1996: Shadows of the Empire, una de las primeras iniciativas multimedia de la saga y que con su aire elaborado, cierto tono oscuro y brillante ejecución es un antepasado espiritual del próximo proyecto de la Alta República.
El proyecto tenía una envergadura considerable: tenía su propia novela, una serie de cómics, un videojuego e incluso una banda sonora compuesta específicamente para la aventura entre plataformas. Lo único de lo que carecía era de una película y se rumorea que LucasFilm reflexionó sobre la idea por años, sin saber cómo elaborar un discurso concreto basado en tantos medios distintos.
Ambientada entre El Imperio Contraataca y El Regreso del Jedi, Shadows of the Empire contaba la historia de cómo Luke Skywalker construyó un sable de luz y se convirtió en un verdadero Jedi mientras intentaba tomar las decisiones apropiadas para refundar la Orden. O al menos, analizar la posibilidad en el futuro. Por otro lado, Leia recorría Galaxia en busca de Han Solo — por entonces congelado en carbonita — y trataba de entender el misterioso y enrevesado sistema de poder más allá del puño el Imperio. De hecho, su búsqueda la llevó a entablar comunicación con Black Sun, un grupo criminal tan poderoso como los Hutts, y cuyo líder, el príncipe Xizor, compitió con Darth Vader por el favor del Emperador. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, la historia es recordada con cariño por la introducción de un personaje popular llamado Dash Rendar, una especie Han Solo de ocasión y que hacia las veces del popular héroe mientras este se encontraba… digamos que fuera de circulación.
Desde cualquier punto de vista, una historia semejante podría ser llevada a la pantalla — grande o pequeña — en la actualidad, en especial por su aporte al canon original. Además de eso, Shadows of the Empire fue uno de los proyectos más ambiciosos de Lucasfilm, y es recordado por su memorable audacia. El concepto mismo de universo expandido estaba en sus comienzas — en especial con la trilogía Thrawn de Timothy Zahn dando nueva vida a la franquicia — por lo que Lucasfilm buscó capitalizar la experiencia lanzando una sola historia que trascendía todos los diferentes medios en los que Star Wars estaba obteniendo un considerable éxito. La decisión desconcertó a buena parte de la crítica especializada y uno de los comentarios más frecuentes, es si la obra podría dar el suficiente material para enlazar hasta tres plataformas distintas.
No solo lo logró, sino que el resultado asombró por su cohesión y estupenda interpretación de los símbolos habituales de la franquicia. Incluso, cuando entró en el difícil y competitivo terreno de los videojuegos, la historia ideada por el talentoso autor Steve Perry se convirtió en un triunfo de imaginación y buen hacer argumental. El popular juego de acción en 3D en tercera persona se lanzó en N64 y brindó a los jugadores la oportunidad de volver a visitar los momentos clásicos de la saga Star Wars desde una nueva perspectiva. Aunque las cinemáticas y la jugabilidad ahora podrían parecer anticuadas, en realidad fue un recorrido de considerable importancia a la hora de analizar, todo lo que podía brindar Star Wars a la cultura pop.
Un recorrido por todos los extremos de la galaxia
La historia de Perry captó el espíritu realista e intenso que a mitad de los noventa era parte de la mayor parte de las historias relacionadas con las grandes sagas de la cultura pop. El escenario era ideal para ese momento, porque la historia se desarrolla en un período en que la Rebelión atravesaba uno de sus peores momentos y apenas había esperanzas de una eventual resurrección.
Pero Perry tomó una decisión brillante: combinó momentos clásicos a los que alude George Lucas pero que no se muestran en sus películas. Los lectores pudieron disfrutar del momento en que Luke Skywalker construyó su sable de luz y se enteraron de los sacrificios hechos por los espías bothan que se habían enterado de la Segunda Estrella de la Muerte. La historia sigue siendo popular hasta el día de hoy, pero también está llena de problemas. Y por ese motivo, es poco probable que jamás veamos su adaptación en la actualidad, a pesar del abundante e interesante material que pueda brindar.
Cuando Disney adquirió Lucasfilm en 2012, se enfrentó a una difícil decisión con respecto al antiguo Universo Expandido que abarcaba varias colecciones de libros, cómics, juegos de vídeos y todo tipo de material que haría complicado combinar todas las historias en un recorrido coherente en pantalla.
En cierto sentido, el Universo Expandido se había convertido en víctima de su propio éxito: era tan amplio, variado y complejo, que era básicamente imposible que un espectador promedio pudiera comprender todo el trasfondo Star Wars sin analizar el material externo por una considerable cantidad de tiempo.
Para empeorar las cosas, el Universo Expandido había explorado toda la línea de tiempo de la galaxia, desde antes de la fundación de la República hasta 100 años después del Retorno del Jedi. Los ejecutivos de Lucasfilm se dieron cuenta rápidamente de que no podían crear historias nuevas y accesibles sin contradecir a una mitología semejante. De modo que decidieron crear Leyendas, que fue la excusa más o menos plausible para eliminar todo el Universo Expandido sin menospreciarlo en su valor real. A pesar de eso, a lo largo de los años, se basarían en los mejores elementos siendo el ejemplo más notable el Gran Almirante Thrawn; pero han evitado cuidadosamente volver a dibujar historias enteras en el canon.
El problema central es que ninguna parte del Universo Expandido está realmente aislada o funciona como un fragmento unitario. Cada relato existe en su contexto, por lo que es imposible incorporar cualquier historia sin incluir también su contexto. Es el caso de Shadows of the Empire: Steve Perry se aseguró de explicar con cuidado una serie de situaciones que ahora mismo, podrían contradecir, desmentir o restar valor a sucesos mucho más elaborados, incluidos en la nueva trilogía de Star Wars e incluso, en las pre secuelas que detallan la vida de Darth Vader.
Por supuesto, el problema más complicado de Shadows of the Empire es la forma que analiza la figura de Leia, convertida en la actualidad en un personaje emblema y que en la historia de Perry es un mero personaje secundario. En la actualidad, Leia es un ícono feminista y en el período histórico que relata Shadows of the Empire fue una mujer lo suficientemente fuerte como para resistir la tortura imperial y todo segura que debía ser como para hacerse cargo de su propio intento de rescate. Si bien es cierto que incluso George Lucas hizo que Leia se pusiera un bikini de esclava en El retorno del Jedi, es importante recordar que incluso esto se puso patas arriba con Leia estrangulando a Jabba con las cadenas que había usado para atarla. Desafortunadamente, no existe tal fuerza en Shadows of the Empire en la que se le muestra aturdida por un enemigo que no puede superar y como una damisela en desgracia.
Shadows of the Empire puede ser popular, pero es muy poco probable llegue a ser parte del canon en Disney. Sin embargo, eso no significa que deba olvidarse. La próxima iniciativa transmedia High Republic de Lucasfilm se basa en los cimientos establecidos por Shadows of the Empire, un legado audaz y brillante que sigue teniendo un considerable valor en la actualidad.