En la década de los noventa, Fox Mulder (David Duchovny) recorrió buena parte de la Norteamérica profunda en busca de respuestas a lo desconocido, acompañado la mayoría de las veces por una reticente Dana Scully (Gillian Anderson), convertida en el universo del programa en la voz de la razón y en el equilibrio perfecto para un debate entre líneas sobre la manera en que lo paranormal (o lo que creemos puede ser), se manifiesta. En la serie egipcia Paranormal, la fórmula se repite, pero en lugar de reflexionar acerca del misterio y lo espeluznante como una línea que vincula la identidad colectiva con los miedos y terrores individuales, recorre un camino distinto para al final, hacerse preguntas muy similares a la del clásico show de Chris Carter.

En esta ocasión, la incredulidad está encarnada por Refaat Ismail (Ahmed Amin) un cínico profesor egipcio de hematología convencido que ha visto todo lo que puede explicarse en el terreno de lo científico. Y que cada elemento de lo que le rodea tiene además, una “aburrida” explicación razonable. No se considera especialmente escéptico, sino en realidad pesimista porque “a pesar de los crédulos”, el mundo no es “tan interesante” como mucha gente le gustaría creer que lo es. Con esa máxima sobre los hombros, este científico de malas pulgas convertido en un ermitaño por necesidad y por decisión trata de sobrellevar sin lograrlo del todo una vejez tranquila y un momento de su vida especialmente duro (en el que la serie no se explaya demasiado), cuando una serie de eventos paranormales comienzan a cuestionar cada una de sus creencias.

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Pero no se trata algo tan sencillo como el habitual juego entre el científico racional y acontecimientos fuera de su control: la serie tiene el suficiente cuidado en hilvanar los vínculos entre lo real y lo terrorífico, para recorrer un extraño subtexto en lo que lo sobrenatural cobra sentido y se cimienta en la concepción de nuestra mente, como espacio entre la lucha con lo inquietante. El guion es una suma de decisiones inteligentes que se sostienen sobre la posibilidad del bien, la cualidad de lo maligno y al final, el insistente cuestionamiento entre lo que esperamos se sostenga en ambas cosas, en un equilibrio constante hacia dónde nos conduce la curiosidad innata que despierta lo inexplicable.

Puede parecer una premisa habitual, pero en realidad, no lo es tanto. A medida que avanza, la serie basada en la saga superventas egipcia del mismo nombre del escritor Ahmed Khaled Tawfik se convierte en un recorrido ingenioso acerca de lo que damos por cierto, en medio de la noción de la ciencia como bastión en medio de la ignorancia y la credulidad. Por supuesto, el doctor Ismail tiene una compañera, Maggie (interpretada por Razane Jammal) quién además de ser su mano derecha es también el punto de equilibrio para el diálogo que todo argumento de esta naturaleza debe por necesidad entablar: ¿qué es real y qué no lo es? A pesar de sus semejanzas con la mítica Expediente X, Paranormal no está interesada en un recorrido por el sentido de lo verosímil, sino en cuestionar el sentido mismo de lo que creemos cierto y cómo se manifiesta. La serie tiene además un profundo sentido sobre lo local y utiliza la mitología egipcia y la densa percepción de la cultura de la muerte para hacer un recorrido brillante sobre el miedo, el misterio y lo temible.

Con su aire moderno pero a la vez tenebroso y melancólico, Paranormal es una reinvención del clásico procedimental con elementos sobrenaturales, que hace un uso inteligente de los pequeños detalles para sostener un argumento que se hace más complejo y tenso, a medida que brinda sustancia a una historia en apariencia disparatada. El argumento elabora la hipótesis simple acerca de lo que podría ocurrir si las enigmáticas leyendas del país tuvieran algo de cierto. No obstante, la premisa no es fruto de la casualidad, sino que proviene de una inteligente subversión a la condición de lo sobrenatural: ¿se trata de un fenómeno científico aun sin explicación o algo más elaborado y desconcertante? El Doctor Ismail y Maggie tratarán de encontrar una respuesta, adentrándose en medio de una colección de mitos, reflexiones sobre la fugacidad de la vida y la búsqueda de lo incierto, que el guion maneja con brillante ingenio y sentido del humor.

No obstante, el gran triunfo de la serie es la atención que brinda a sus personajes, todos ellos más que simples excusas para profundizar en la cada vez más enrevesada trama. En especial, el Doctor Refaat Ismail conserva lo mejor de su versión literaria, lo que le convierte en el centro de todas las preguntas — y algunas respuestas — que la historia se formula a medida que avanza hacia los lugares más oscuros y temibles de la premisa. En la famosa saga literaria, Ismail es un hombre que utiliza el sarcasmo a manera de defensa contra la soledad, mientras lidia con lo que parece una sucesión de pequeños incidentes misteriosos y casi tragicómicos: una taza que se cae sobre una conexión eléctrica, un coche que se descompone por razones misteriosas. En su versión televisiva, el guion toma la decisión de mantener la interminable sucesión de mínimas desgracias para transformarlo en el acento cómico de un personaje que de otra manera, sería en exceso bidimensional y que podría ser incluso solo una seca excusa para diálogos explicativos con acento científicos.

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Pero este hombre torpe, a menudo malhumorado y que rara vez sonríe, se convierte en también, una brillante percepción sobre lo cotidiano y lo espontáneo, lo que brinda un curioso nivel de profundidad a su batalla contra las fuerzas ocultas, en las que no cree pero a las que debe enfrentar con todas las herramientas a la disposición. Pero Ismail está convencido que por inexplicable y peligroso, un suceso es menos proclive a ser analizado desde cariz de la ciencia y lucha con todos los elementos a su disposición para crear un ámbito verosímil sobre las situaciones que enfrenta. “¿Por qué quemar incienso para protegerse de los fantasmas? ¿Tienen asma?”, pregunta de mala manera a uno de los personajes y lo hace, mientras intenta comprender de forma concienzuda la raíz de una leyenda. La frialdad pero a la vez, el inmenso sentido de lo cotidiano de Ismail permiten que la serie transite con facilidad la idea de lo incierto de la realidad, sin perder credibilidad e interés.

Con su cuidado aire histórico — la serie transcurre en al menos tres décadas distintas y la producción cuida al detalle la ambientación — , negrísimo sentido del humor pero en especial, cuidadosa percepción sobre el terror como parte de una idea más profunda sobre el ser humano, Paranormal es una mirada intrigante sobre el miedo como algo más elemental y relacionado con la forma en que nuestra mente percibe la realidad.

Lúgubre, por momentos dolorosa pero sin duda, una vuelta de tuerca emocionante y bien construida sobre el vinculo entre lo que provoca miedo y la naturaleza humana, la serie es una de las más interesantes de la creciente colección de pequeñas rarezas exótica que Netflix incluye en su catálogo.

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