La primera ola de SARS-CoV-2 en Asia llegó en pleno invierno. Sin embargo, al resto de países se fue extendiendo más bien en primavera, hasta ser declarada como pandemia en marzo. Por lo tanto, en el hemisferio norte coincidió con los últimos coletazos de gripe, pero no llegó a verse demasiado cómo interaccionan gripe y coronavirus.
En el hemisferio sur sí que ha pasado ya su primer invierno. En algunos países, como Australia, apenas hubo casos de gripe, a causa de las medidas que ya se estaban tomando para prevenir el otro virus. Tiene mucho sentido. Ambos son virus respiratorios, por lo que las normas son las mismas. No obstante, no siempre se logra pararlos, por lo que acaban coincidiendo en el tiempo. El efecto más inmediato es la saturación de la sanidad. ¿Pero qué pasa si aparte del tiempo también coinciden en el espacio? Más concretamente, en un mismo cuerpo. Eso es lo que le ha pasado recientemente a un paciente de California, cuyo caso acaba de ser descrito en varios medios de comunicación estadounidenses.
A pesar de que se transmite como una novedad, no es la primera persona a la que le ocurre. Ya en marzo se habló de una situación similar en una preimpresión de Lancet. Este tipo de publicación es aquella que aún no ha pasado la revisión por pares, pero en este caso lo importante son las personas de las que hablaba. Como también los son los al menos 83 informes que han visto la luz desde entonces. Cada situación es diferente, pero todas sirven para entender la importancia de evitar la convergencia de ambos virus.
¿Por qué puede ser peligrosa la coincidencia de gripe y coronavirus?
Cuando convergen en las mismas células dos virus muy emparentados, puede producirse un proceso conocido como recombinación. Esto consiste en un intercambio entre genes de ambos o, lo que es lo mismo, un traspaso de cualidades que puede llegar a ser muy peligroso.
Lo ha explicado en The Conversation el virólogo de la Queen's University Belfast David Courtnety, quien recuerda que, de hecho, fue así como adquirió sus peligrosos “superpoderes” la gripe porcina de la pandemia de 2009.
Pero el SARS-CoV-2 es un coronavirus, por lo que pertenece a una familia muy alejada del Influenza, causante de la gripe. No puede recombinar con él. En ese sentido no habría peligro.
Sin embargo, sí que puede ser un riesgo la respuesta del sistema inmunitario. Cuando un virus penetra en el organismo, todo el batallón defensivo se lanza contra él, causando una respuesta inflamatoria necesaria, pero peligrosa si se da en exceso. Si en vez de un “enemigo” tiene que combatir dos, esta respuesta ya no será tan sutil. Imaginemos dos ejércitos a caballo atacando enfervorecidos a sus rivales. Tras la lucha, puede que “los buenos” salgan victoriosos, pero el campo de batalla quedará pisoteado y dañado. En este caso, el campo de batalla sería el propio organismo del paciente.
La mayoría pasarán desapercibidos
Los protocolos actuales establecen que, ante síntomas sospechosos, se realice PCR para comprobar si es COVID-19. Si este da positivo, generalmente no se harán más pruebas, por lo que la mayoría de casos en los que converjan gripe y coronavirus pasarán desapercibidos. Pero eso no impedirá que puedan causar estragos como los mencionados anteriormente.
De hecho, podría ser que alguno de los casos graves de SARS-CoV-2 en los que se detectó una respuesta inmuntiaria excesiva se debieran a este motivo. Por suerte, el caso del paciente de California ha terminado bien, pero podría haber sido mucho peor.
Por eso, ahora más que nunca es importante seguir manteniendo las medidas de seguridad. Ya no lo hacemos por un virus, sino por dos. Lo mejor será que no “se conozcan” entre ellos.