South Park está de vuelta. La pandemia se ha convertido en centro de buena parte de los argumentos más recientes de algunos éxitos de cultura pop: desde el buen resultado de la película Host, de Rob Savage, hasta la antología de cortos Homemade, el anuncio de la venidera Social Distance (ambas de Netflix) y films experimentales al estilo de Coastal Elites de HBO.

La percepción sobre el aislamiento, la distancia social y sus consecuencias trajo una buena cantidad de material para meditar sobre nuestra época, las pequeñas vicisitudes cotidianas asociadas al nuevo y obligatorio estilo de vida y al final, la incertidumbre lo que sea que ocurrirá a continuación.

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Por supuesto, South Park, como fenómeno de masas y decana de la incorrección y la burla satírica, no podía quedarse al margen de semejante circunstancia. Su especial sobre la pandemia levantó expectativa con el gran interrogante de si lograría remontar la cuesta de algunas temporadas en horas bajas.

El especial lo logra — no podía ser de otra manera —, pero aun así es evidente que South Park está atravesando un período incómodo en la que su estructura, chistes y el mero hecho de como interpreta la realidad comienza a resultar en conjunto repetitivo. No por falta de imaginación, sino porque el humor corrosivo que le hizo parte de la historia televisiva comienza a ser muy parecido a la intención de incomodar y escandalizar de buena parte de la programación Prime Time.

En una época en que los John Oliver del mundo señalan al presidente Trump para burlarse directamente de su cabello o que buena parte de las series animadas incluyen durísimas críticas políticas y sociales, South Park tiene el extraño compromiso de batallar como puede con la posibilidad de repetirse, volver a sus mejores momentos o repetir lo que otros hacen sin el mismo resultado.

Qué es lo que ha ocurrido con el muy esperado especial Pandémico: por supuesto, South Park tiene el raro honor de ser una de las primeras series en reflexionar sobre irregular normalidad provocada por la pandemia y hacerlo para mostrar los errores, dolores y equivocaciones de una EE.UU. que parece, a todas luces, superada por una situación inesperada y caótica.

Y aunque era de esperarse que terminara por causar carcajadas — para la historia, el gang que incluye a Mickey Mouse como depredador sexual de…murcielagos — hay algo poco relevante en la extrañísima conclusión de lo que sin duda, fue un compilado de escenas sobre la vida pandémica. South Park es demasiado realista y en especial, muy dura para creer — o imaginar — la vida después del COVID, por lo que lo que muestra al país en medio de un debate nacional que no logra entender del todo. La relevancia del programa es de hecho, esa capacidad para resumir el hecho de ser una creación de una época absurda, extravagante y sin paragón, lo que le hace suceso sin necesidad de nada más.

De la misma manera que Homemade de Netflix (que reunió todo tipo de visiones sobre la pandemia prácticamente en tiempo real) el The Pandemic Special de South Park es un acto de valor por el mero hecho de asumir el cambio y la transformación en el lenguaje del entretenimiento. Lo que permite que no solo se pueda predecir lo que ocurrirá antes o después con la televisión tradicional y su programación, sino la forma en que las producciones más antiguas encajan el golpe de un cambio radical en la forma de entender lo cotidiano.

Desde el hecho que este informal primer capítulo de temporada — en realidad, los nuevos capítulos llegarán a final de año — comience con un anuncio de Randy Marsh (Trey Parker) que Tegridy Farms, su empresa de marihuana, ofrecerá un especial en pro a los estragos de la pandemia hasta el clima general de burla hacia los estragos de las curvas de contagio, muertes, grupos de riesgo, es evidente que en esta ocasión, la noción sobre burla se basa en admitir lo que está ocurriendo alrededor del mundo.

South Park es consciente del hecho de la que la pandemia como contexto y antes de disimularlo, hacer burla directa o incluso, menospreciar su importancia, crea un mundo a la medida de la emergencia. Lo hace con una batería de chistes que van desde lo incómodo hasta lo temible (ese Grim Reaper que recorre la ciudad para llevar las víctimas a los cementerios provoca escalofríos), pero sin dejar de reconocer que el mundo cambio y ese cambio es visible.

El resultado es una gran mirada cínica sobre lo que ocurre en tiempo real fuera de las pantallas de la televisión: Randy vende marihuana barata sin confesar a nadie es el paciente cero en la ciudad, mientras el resto de los ciudadanos tratan de encontrar su lugar en el nuevo orden de las cosas. Lo absurdo se convierte en caos y para el final del capítulo, el sistema social se subvierte: los policías desempleados pintan con los dedos en las paredes, los niños intentan entrar en la escuela, las cabezas vuelan y la sangre fluye. South Park sigue siendo la serie que conocimos, apreciamos y disfrutamos, pero al parecer, la realidad le superó en esta oportunidad y la burla parece ser el mismo hecho de crear un especial para mirar el nuevo mundo en escombros.

Claro está, hay chistes para todos los gustos: cierto presidente admite que no está tomando medidas para detener la pandemia porque es su manera de cumplir sus promesas (no diremos cuál). South Park planta cara a los problemas reales de su país y lo hace desde la óptica de señalarlos de manera directa. Pero no hay un desempeño de real poder sobre la capacidad para la crítica, tampoco uno que sostenga un planteamiento más allá del escándalo.

Quizás se deba a que el programa no está listo para olvidar sus errores anteriores — ese tan criticado “lo que ocurre de lado y lado” que puso en problemas al programa — y seguir adelante. Con todo, el South Park: The Pandemic Special es una mirada sólida sobre las intenciones del programa para el futuro. Y que todos esperamos, lleguen a buen puerto.