¿Te pasas el día cansado? ¿Esa sensación es peor peor si intentas hacer ejercicio? Como en cada otoño (y primavera), volvemos a oír hablar de la astenia, una posible explicación a todo esto. Pero, ¿qué es? ¿Puedo vencer la astenia de algún modo?
La astenia suele ser sinónimo de debilidad o sensación de fatiga, aunque no hay que confundirlas. Y sí, ambos síntomas están relacionados con el SARS-CoV-2. Pero no hemos venido a hablar del coronavirus.
¿Qué es la astenia?
La astenia es, según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), "la sensación de falta de energía o vitalidad, mantenida, percibida en reposo y que se incrementa con el ejercicio", explican en su portal web. "Debe diferenciarse de la debilidad (incapacidad muscular para realizar un esfuerzo máximo) o la sensación de fatiga (cansancio tras realizar un esfuerzo muscular)", añaden.
La astenia suele considerarse un "trastorno adaptativo", explican desde Sanitas. Aunque la astenia primaveral y otoñal son diferentes, la causa es la misma: el cambio de estación. Es decir, al cambio en las circunstancias ambientales. Es decir, al pasar de una estación calurosa a otra más fría (o al revés), se suelen padecer una serie de síntomas relacionados con el cansancio.
En otoño
El calor y la luz solar se marchan. La caída de las hojas, el frío y la falta de luz diurna indican la llegada del otoño. Son justamente la disminución de la temperatura y que haya menos cantidad de luz solar las que "percibe nuestro organismo", indican desde Mapfre.
"Tristeza, cansancio, apatía, decaimiento, somnolencia, dificultad de concentración", estos son los síntomas de la astenia otoñal. Y aparecen, como hemos comentado antes, por una mala adaptación del cuerpo al cambio de las circunstancias ambientales.
En cuanto el organismo se acostumbra, todos los síntomas suelen desaparecer. En caso contrario hay que consultar con un médico de cabecera.
En primaveral
La astenia primaveral se debe a la coincidencia de varios factores, sobre todo ambientales, debido a la llegada de esta estación. Entre ellos están el cambio de tiempo, es decir, la subida de temperaturas y de la presión atmosférica: el aumento de las horas de luz y el cambio horario (debido a adelantar los relojes). Pero esto no queda ahí, ya que como consecuencia de todo lo anterior también se modifica nuestra rutina. Desde los horarios de sueño y comida hasta el aumento de ocio. Todo junto es lo que nos hace sentirnos más cansados.
Los síntomas suelen ser cansancio y somnolencia durante el día; falta de energía, alteraciones del sueño, especialmente dificultad para conciliarlo; irritabilidad, ansiedad, pérdida del apetito; cefaleas, disminución de la libido; problemas de concentración o falta de motivación.
"Pero lo verdaderamente importante es que todas estas circunstancias inducen en el organismo humano una serie de mecanismos que alteran la regulación de los ritmos circadianos mediante un cambio en la secreción de determinadas hormonas: endorfinas, cortisol, melatonina, etc. Tales alteraciones hormonales ocasionan una alteración de los ritmos biológicos, que deben adaptarse a las nuevas condiciones ambientales, más exigentes en el consumo diario de energía. Es como si el organismo despertara de un letargo invernal, marcado por las bajas temperaturas y las pocas horas de luz diurna".
¿Cómo se supera?
Al tratarse de un trastorno adaptativo, tanto la astenia primaveral como la otoñal desaparece pasadas una o dos semanas. Cuando nos volvemos a acostumbrar a las nuevas circunstancias. No obstante, por ejemplo en primavera, los alérgicos al polen pueden "exacerbar los síntomas de este trastorno de adaptación a las nuevas condiciones ambientales", señalan desde Sanitas.
Hay varias cosas que se pueden hacer para prevenir la astenia, tanto otoñal como primaveral. Para la prevención es importante tener unas rutinas antes de que se produzca el cambio de horario y con antelación adaptarlas antes de que nos quiten o nos añadan una hora. Los horarios deben de ser muy regulares tanto para comer como para el sueño y se deben mantener los intervalos habituales.
Realizar ejercicio moderado "ayudará a acelerar el proceso de adaptación, facilitando la liberación del estrés y la conciliación del sueño, que será más reparador", apuntan.
Además, será importante adaptar la alimentación a las nuevas necesidades. En otoño habrá que tomar más alimentos hipercalóricos mientras que en primavera será al revés, además de tomar más fruta y verdura fresca. En primavera también será necesario beber más agua. Una correcta hidratación es fundamental cuando empiezan a subir las temperaturas.
Otras enfermedades
La astenia puede ser, además, síntoma de otras enfermedades o trastornos más graves. Si dura más de 15 días lo más recomendable es acudir al médico de cabecera cuanto antes. En el caso de que vaya acompañado de otros síntomas como problemas respiratorios o fiebre, no hay que esperar ni siquiera unos días: lo mejor es acudir a atención primaria cuanto antes.
"Es un síntoma muy frecuente y puede estar desencadenado por muchas enfermedades, algunas de ellas de gran trascendencia", comentan desde SEMI. "Cuando la astenia es duradera e intensa, suele corresponderse con la existencia de una enfermedad de relevancia". Pero, ¿de qué más puede ser síntoma la astenia?
Las causas pueden ser muy variadas, desde funcionales (depresión) hasta enfermedades tumorales, pasando por embarazo, enfermedades cardíacas, pulmonares o digestivas; anemia, hipotensión; hasta mal descanso nocturno o enfermedades infecciosas (hepatitis) o inflamatorias (artritis reumatoide). Incluso algunos tóxicos, como el alcohol, o fármacos, como los antibióticos o diuréticos, pueden causar esta sensación de astenia. Por todo esto, es muy importante que acuda al médico de cabecera siempre que lo crea necesario.