Los pulpos son animales mucho más inteligentes de lo que podamos pensar. Aunque destacan por poder mimetizarse con su entorno, son capaces de resolver rompecabezas o imitar a otros animales. Los investigadores llevaban tiempo detrás de saber si los pulpos podían saborear todo a su alrededor y, ahora, gracias a un estudio publicado en la revista científica Cell sabemos que así es. Gracias a los receptores que tienen los pulpos en los brazos pueden saborearlo todo.

Sus múltiples brazos le dan la ventaja de saborear el entorno gracias a los receptores que tienen los pulpos. Los receptores se han encontrado en las ventosas que recubren los brazos a nivel molecular y les da una gran ventaja a la hora de encontrar comida a su alrededor.

Receptores en los brazos

Para llegar a saber dónde se encontraban los receptores, los investigadores tuvieron que examinar el sistema nervioso de los brazos de los pulpos. Primero identificaron las células receptoras, explican desde IFLScience. Después, las clonaron y las aislaron para introducirlas en huevos de rana y líneas celulares humanas. Esto puede parecer un procedimiento extraño, pero se hace para crear vasos cerrados para el estudio de receptores del tacto o gusto, como es este caso.

Estos receptores se expusieron a diferentes sabores a los que los pulpos (y sus brazos) están expuestos. Tanto los que están disueltos en el agua, la sal, por ejemplo, como otros productos químicos que no. Fueron estos productos no disueltos en agua los que activaron los receptores del experimento.

No se pudieron probar muchos productos en estos receptores, pero se puedo determinar que "fueron los sensores que recubren las ventosas los que permiten a estos animales probar con sus brazos". Estos receptores han sido bautizados como receptores quimiotáctiles. Gracias a esta investigación, ahora sabemos que los pulpos están constantemente tocando y reconociendo lo que hay a su alrededor, sobre todo si se trata de una presa.

El brazo trabaja solo

"Creemos que debido a que las moléculas no se solubilizan bien, podrían, por ejemplo, encontrarse en las presas de los pulpos y [lo que sea que toquen los animales]", comenta en un comunicado de prensa Nicholas Bellono, autor principal del estudio. En los casos en los que toca un cangrejo o una roca, el pulpo puede saber qué es lo que tiene entre sus brazos: "Su brazo sabe, Está bien, estoy tocando un cangrejo [porque] sé que no solo hay tacto, sino también este tipo de sabor.

"Creemos que esto es importante porque podría facilitar la complejidad de lo que percibe el pulpo. Y también cómo puede procesar una variedad de señales utilizando su sistema nervioso de brazo semiautónomo para producir comportamientos complejos".

Si el hecho de que un brazo solo pueda detectar un sabor ya parece extraño, no podemos olvidarnos de lo que son capaces. De hecho, sabemos que los brazos de los pulpos trabajan solos. Esto lo sabemos porque dos tercios de sus neuronas se encuentran en ellos, así que son independientes del resto del cerebro. Trabajan solos.

En definitiva, la vida en el mar es mucho más compleja (y curiosa) de lo que podríamos haber imaginado nunca.

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