Desde que en 1990 Anjelica Houston sonrió de manera siniestra y sedujo a toda la audiencia con su interpretación de La Gran Bruja de Roald Dahl, el listón quedó muy alto para una posible reinvención del icónico papel. De modo que buena parte de los fanáticos están ansiosos por comprobar qué tanto lo ha logrado Anna Hatthaway al encarnar a la mujer malvada por excelencia del mundo de Dahl, pero sobre todo, cómo es la visión de Robert Zemeckis (con un guion en el que intervino Guillermo Del Toro) acerca de uno de los libros infantiles más famosos de la historia.

Hagamos la gran comparación: ¿En qué se diferencian ambas versiones cinematográficas y en especial, que libertades se tomaron tanto una como la otra del libro? Aquí te dejamos el análisis.

Brujas, brujas, brujas everywhere

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Warner Bros.

La clásica historia de terror infantil de Roald Dahl tiene una estructura curiosa: jamás conocemos el nombre del narrador, que a través de un relato ameno pero a menudo misterioso.

Cuenta la historia de cómo se enfrentó junto a su abuela materna a una organización de brujas malvadas, con quienes tropieza por casualidad. Nuestro héroe conocerá el plan del aquelarre que entre otras minucias incluye eliminar a todos los niños de Inglaterra convirtiéndoles en ratones.

La adaptación cinematográfica de 1990 — producida por Jim Hanson — estaba más interesada en mostrar al aquelarre entero y la posterior transformación de los héroes infantiles en ratones, que en profundizar en la por momentos incómoda trama del libro original, lo cual fue fuente de innumerables críticas en su momento.

Como posible consecuencia a la moderada controversia alrededor del guion, el remake del 2020 insistió en que no solo no se basaría en su predecesora, sino que sería mucho más fiel al original de lo que había sido la dirigida por Nicolas Roeg.

Con un guion firmado por el propio director, Kenya Barris y el maestro de los monstruos más interesantes de la pantalla, el director mexicano Guillermo Del Toro, la intención de la película era ser algo más cercano a una comedia negra que a una película con toques de humor negro, lo que la acerca — en cierta medida — mucho más al libro.

No obstante, tanto una como la otra trataron de alejarse de un polémico trasfondo que trajo críticas sobre Dahl al momento de la publicación de la historia original en 1983: El gran plan maestro de las Brujas, se comparó con la solución final nazi y hubo quien llegó a insinuar que el escritor tenía una vena poco disimulada de antisemitismo.

De modo que tanto la película de los ’90 como la de este año, redujeron al mínimo el discurso sobre la supremacía, la necesidad de destrucción del distinto y el rechazo a la diferencia, que en el libro es muy marcado e incluso, llega a resultar incómodo.

Aun así, la película de Zemeckis muestra una mayor atención a la estructura general de la historia y capta su aire travieso, por lo que entre ambas versiones es la más parecida al original literario. No obstante, también incurre en cambios que influyen de forma significativa en el tono y el ritmo de la película.

¿Conclusión? Aunque la versión de los ’90 conserva varios de los aspectos esenciales de la novela (como por ejemplo, el lugar en el que transcurre la historia y el tono general del aquelarre en pleno), la actual se acerca mucho más al tono de jugarreta malvada que le imprimió Dahl.

Las Brujas: de viaje por el mundo

Uno de los cambios más significativos que lleva a cabo Las Brujas de Robert Zemeckis con respecto a la novela original es cambiar el escenario, lo que implica que en lugar de Inglaterra y Noruega de los años ’80, la versión actual ocurre en la Alabama de la década de los ’60, lo que por supuesto cambia de forma radical la forma de interpretar a sus personajes y su entorno.

Ambos son afroamericanos y de hecho, el hotel en que transcurre la acción tiene un aspecto más que casual con una enorme plantación, lo que podría sugerir un doble discurso que no se explora demasiado en la película. De hecho, ese sutil cambio hace que una línea argumental cambie en beneficio del origen étnicos de los personajes las brujas lideradas por Hatthaway irán en busca de los niños que “nadie extrañará”. En otras palabras, los niños desfavorecidos o niños de color.

Pero a pesar de lo que pueda parecer, el posible hilo narrativo con un evidente comentario racial desaparece una vez que abuela y nieto llegan al hotel, en donde la historia transcurre exactamente igual que el libro. La película mantiene el mismo tono de terror y fantasía de la novela original, que además, hace hincapié en los momentos más emocionantes del argumento literario y los lleva a una nueva dimensión hilarante, osada y por momentos, escalofriantes.

¿Conclusión? A pesar del cambio de lugar en el mundo, la versión del 2020 es mucho más parecida al libro que la de 1990.

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El reloj corre con rapidez

La versión de Nicolas Roeg del libro de Dahl mantuvo tanto el período histórico como los escenarios originales de la película. Y de hecho, uno de los puntos más recordados del film es su aire extraño, levemente exótico e inquietante, que incluye pequeñas leyendas locales como la recordada — y terrorífica — desaparición de Erika en el cuadro hechizado.

No obstante, el encuentro entre Luke Eveshim y su abuela con el aquelarre es por completo accidental.

Al contrario, el elemento de amenaza de las brujas de la versión actual está mucho más cerca de la novela, aunque debido a diferentes razones. El niño está aterrorizado por ser atrapado de las tenebrosas criaturas y de hecho, desde el comienzo de la película está claro que se trata de una amenaza a tener en cuenta y por más de un motivo.

Claro está, la tensión se hace cada vez más complicada de sostener y para el segundo tramo, la película se diluye en pequeños clichés sobre el terror humorístico que desmerecen el tono general de su versión literaria.

¿En conclusión? La versión del 2020 capta con mayor inteligencia el sentido de urgencia y temor que la leyenda de las brujas pueda provocar, aunque al final pierde el tino para narrar el resto de la historia.

Un mundo siniestro

Otro cambio significativo es el tocante a los efectos especiales. Mientras en la película de los ’90 estuvieron a cargos del equipo de Jim Henson y fue una maravillosa colección de efectos creados de forma artesanal, la versión 2020 usa de forma excesiva el CGI, lo que confiere un aire artificial e incómodo a sus mejores momentos.

Y mientras la inolvidable escena que muestra el verdadero rostro de la gran Gran Bruja (Anjelica Hutson) se convirtió en un momento terrorífico para buena parte de los espectadores más jóvenes de la película, su versión del 2020 no tiene la misma repercusión y de hecho, resulta deslucida en comparación.

¿Conclusión? Con su inquietante nariz retorcida y rostro lleno de verrugas de sus brujas, la versión de ’90 sobre el miedo es mucho más convincente que la actual.

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Y al final…

Uno de los aspectos más criticados de la versión de Nicolas Roeg fue la controvertida decisión de cambiar el final del libro de Roald Dahl, en la que el narrador sigue siendo un ratón por el resto de su vida.

De hecho, la falta de un final feliz tradicional, es uno de los elementos más escalofriantes del libro y uno de los que acentúan su fama de excéntrico y extraño. La película de 1990 tiene un final radicalmente diferente, en la que una bruja amable decide revertir los efectos de la pócima destinada a destruir a todos los niños del mundo, por lo que Luke recupera su forma original.

No obstante y a pesar que la película actual conserva el final de la novela y le otorga un giro extravagante, que no logra captar el sentido de la novela, en la que la noción sobre la vida del joven narrador — truncada y reconvertida en algo más doloroso — es una muestra que no todas las historias terminan bien, aunque lo parezcan.

Zemeckis no se atrevió a tanto y dotó a su personaje de una redención más o menos creíble, que sin embargo, debilitó el planteamiento total del guion.

¿Conclusión? Aunque el final del clásico de los ’90 traiciona el espíritu del libro, tiene al menos un hilo conductor que le une a la gran estructura de la historia, algo que no ocurre en la versión de Zemeckis, que peca de carecer de verdadero sentido e incluso, de cierta sensación de miedo lúgubre al que Dahl ofrece especial importancia.

¿Cuál es la mejor versión?

Sin duda y a pesar de haber cambiado de manera significativa aspectos de considerable importancia en el libro, la versión de Nicolas Roeg es mucho más fiel al espíritu del libro que la de Zemeckis, que aunque es más parecida en estructura, deja de lado varios de los interesantes comentarios del autor sobre el bien, el mal y el miedo.

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