Este 2020 se han cancelado muchos grandes eventos, pero no uno de los mayores concursos de fotografía de la naturaleza del mundo. Se trata del Premio al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje, un certamen organizado por el Museo de Historia Natural de Londres, en el que cada año participan miles de personas de un gran número de nacionalidades, con instantáneas tomadas en las partes más recónditas del mundo.

Con él se premia la capacidad de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, para captar esas imágenes que solo unos pocos privilegiados logran presenciar una vez en la vida. Con su arte, estos fotógrafos comparten esos momentos con cualquiera que quiera observarlos con ellos. Y eso es algo que se agradece especialmente en este año, en el que cualquier imagen carente de mascarillas, con animales libres y ajenos a la tristeza del mundo que les rodea, es un soplo de aire fresco.

La imagen ganadora del Premio al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje

tigre en Siberia

El ganador del Premio al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje este año ha sido el ruso Sergey Gorshkov, por la foto de un tigre siberiano captada con una cámara oculta en el Parque Nacional Tierra del Leopardo de Rusia.

El título de la imagen, El abrazo, lo dice todo, pues en ella se puede ver como el animal, levantado sobre sus patas traseras, envuelve con las delanteras un abeto de Manchuria. Este es un hábito normal, para marcar territorio con su olor, pero resulta especialmente embriagador observarlo, por el gesto apacible de su cara, con los ojos cerrados y el hocico señalando hacia arriba. Como si hubiese encontrado un descanso muy ansiado en el tronco de ese árbol.

Es el descanso de una especie que lo ha pasado muy mal en las últimas décadas. En un comunicado del Museo de Historia Natural de Londres, explican que a día de hoy el tigre siberiano se puede encontrar en el Lejano Oriente ruso, el noreste de China y potencialmente en Corea del Norte. Hubo un tiempo en que caminaban por todo el norte de Eurasia, hasta Turquía y también a orillas del Mar Caspio. Pero la caza furtiva mermó su población hasta el punto de dejar solo entre 20 y 30 ejemplares a finales de los años 40.

Ante la amenaza inminente de su extinción, en 1947 Rusia comenzó a tomar medidas legales para proteger la especie. Y gracias a ello, a día de hoy se calcula que hay unos 550 animales en las zonas antes mencionadas. Uno de ellos es el protagonista de esa imagen que, sin duda, vale cualquier premio que puedan ofrecerle.

“Posa así, como si estuvieras tomando el sol”

mono narigudo

Los retratos no solo son cosa de humanos. También pueden tomarse a animales, algunos con tal capacidad para modelar que podrían convertirse en influencers si se lo propusieran.

Es el caso del mono narigudo de Borneo, cuya imagen no ha ganado el Premio al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje, pero sí al mejor retrato animal. Su autor es el zoólogo danés Mogens Trolle, quien logró captar al primate también en un gesto muy apacible, mientras tomaba el sol en el estado de Sabah.

El festín de una rana

rana cristal

En la categoría de Comportamiento: Anfibios y Reptiles, se ha hecho con el galardón el español Jaime Culebras.

La protagonista de la fotografía es una rana de cristal de Manduriacu, que aparece extasiada mientras saborea una araña posada en una rama, en los Andes.

Comiendo en familia

familia de patos

La categoría de Comportamiento: Aves, ha sido también para un español: José Luis Ruiz Jiménez. En la imagen se puede ver a una pareja de zampullines crestados alimentando a sus polluelos mientras nadan apaciblemente en un lago cerca del municipio de Brozas, en Cáceres.

“Jugad, pero donde yo os vea”

gatos de Pallas

Las imágenes familiares son una bella estampa para fotografiar. Por eso, la categoría de Mamíferos también inmortaliza una de estas instantáneas, protagonizada esta vez por un grupo de gatos de Pallas. Estos felinos, típicos de Mongolia, pueden encontrarse también en otras zonas cercanas a este país, pero es muy difícil que se dejen ver.

Fueron necesarias muchas horas de observación en silencio para que estos tres cachorros salieran de su escondite dispuestos a jugar, bajo la atenta mirada de su madre. La foto fue tomada en la meseta de Qinghai-Tibet, al noroeste de China, por Shanyuan Li.

Dos avispas por el precio de una

avispas

La foto ganadora de la categoría de Invertebrados la protagonizan dos avispas de especies muy diferentes, una avispa de arena de bandas roja y una avispa cuco.

Su autor, Frank Deschandol, no tuvo que viajar tan lejos como otros fotógrafos del concurso. Lo hizo cerca de su casa, en Normandía, con unos métodos aparentemente rudimentarios, pero un resultado magnífico.

Su objetivo era solo la avispa cuco. Estos insectos suelen parasitar los nidos de avispas excavadoras, por lo que el artista buscó uno de estos para su obra. Una vez localizado, instaló un emisor de rayos infrarrojos que, al detectar cualquier avispa, activaría un sistema de obturador ultrarrápido que había construido con un disco duro viejo y colocado frente a la lente de la cámara. Cuando observó las instantáneas que había tomado comprobó que, en contra de lo esperado, también había “pillado in fraganti” a la dueña del nido que la avispa cuco estaba a punto de robar.

Pequeños grandes fotógrafos

tarabilla

El Premio al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje cuenta también con categorías infantiles. En el grupo de 10 años o menos nos encontramos con un español, el pequeño Andrés Luis Domínguez Blanco.

La foto la tomó en unas praderas situadas cerca de su casa, en Ubrique. Durante sus paseos suele observar a los pájaros cazando insectos entre la vegetación. Sin embargo, estos suelen huir por su presencia.

Por eso, un día le pidió a su padre que le llevara en coche, para poder tomar las fotos desde allí. Y así fue como logró inmortalizar a este ejemplar de tarabilla posado en perfecto equilibrio sobre el tallo de una flor.

Fotografiando a Nemo

pez payaso

La categoría para niños de 11 a 14 años, la ha ganado Sam Sloss.

Tomó la imagen durante unas vacaciones en Indonesia. Mientras buceaba, un grupo de peces payaso nadando a gran velocidad llamó su atención. Era difícil perseguirlos y no sacar una imagen movida, por lo que decidió dejar la cámara estática en un lugar por el que tendrían que volver a pasar.

Y cuál fue su sorpresa cuando, al llegar a casa, comprobó que desde la boca abierta de uno de los peces se asomaban unos pequeños ojos, pertenecientes a Cymothoa exigua, un parásito que se adhiere a la lengua de estos animales para alimentarse de su sangre. Una foto con premio, en todos los sentidos posibles.

“El ganso es mío”

zorro en su madriguera

En la categoría de 15 a 17 años la ganadora ha sido Liina Heikkinen. La imagen la tomó durante unas vacaciones familiares en Finlandia. Allí, mientras su padre y ella observaban a una familia de zorros, pudo fotografiar un momento singular.

La madre cazó un ganso para sus retoños, que no tardaron en pelearse por él. Finalmente fue uno de ellos el que se hizo con el botín y, lejos de compartirlo con sus hermanos, decidió bloquear la entrada de la madriguera para que no pudieran acceder a él. Y allí estaba Liina, con su cámara preparada para inmortalizar ese momento de riña entre hermanos.

No, no es el monte del destino

Etna

El premio al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje no está destinado solo a las imágenes de animales. La categoría de Ambiente terrestre pueden ganarla paisajes tan impresionantes como el que logró captar con su cámara Luciano Gaudenzio.

La tomó en 2017, cuando viajó a Stromboli en busca de volcanes en erupción. Allí supo que se acababa de abrir un nuevo respiradero en el Monte Etna, por lo que no dudó en acudir. En National Geogrpahic narra lo que presenció como “una herida abierta en la piel rugosa y arrugada de un enorme dinosaurio”. Y, sin duda, es una buena forma de describirlo.

Teletrabajo en compañía

mosquero cordillerano

En este tipo de certámenes no es habitual que el fotógrafo o alguno de sus compañeros salgan en la imagen. Pero Alex Badyaev lo tuvo fácil, cuando una pareja de mosquero cordillerano decidió anidar justo al lado de la ventana de su cabaña de investigación.

Para no molestar a los nuevos papás ni atraer posibles depredadores, el biólogo decidió esconder la cámara detrás de un abeto y esperar a que llegara la hora de la comida. El resultado es esta fotografía con premio.

La cara triste del concurso

Macaco cola de cerdo

No todas las imágenes ganadoras del Concurso al Mejor Fotógrafo de Vida Salvaje retratan escenas entrañables. La que se ha hecho con el premio en la categoría de Historia de Vida Silvestre muestra una escena de lo más triste. En ella, se ve un joven ejemplar de macaco de cola de cerdo, encadenado a una jaula en un mercado de Bali.

El fotógrafo, Paul Hilton, engañó al vendedor, haciéndole creer que estaba interesado en comprar el mono y aprovechó para hacer esta fotografía, que muestra la cara más cruda del tráfico animal.

Un triste espectáculo

oso en un circo

Los osos polares son una de las distracciones ofrecidas por Circus On Ice, el circo ruso en el que se captó esta instantánea.

En la fotografía, captada por Kirsten Luce, se puede ver a una domadora ataviada como una patinadora de hielo dando órdenes a uno de estos animales, con aspecto cansado y un alambre envuelto en su hocico.

No es la primera imagen de este tipo a la que se enfrenta la fotógrafa. De hecho, durante años su trabajo se ha centrado en informar sobre la explotación animal en diferentes ámbitos. No obstante, ella misma reconoce que esta es para ella la fotografía más impactante de todas las que ha tomado.

El desayuno en la cama

halcón de eleonora

Para terminar, quedan las dos categorías de Portfolio. La primera la ha ganado Alberto Fantoni, con la bella imagen de un halcón de Eleonora macho llevando la comida a su pareja, a lo alto de un acantilado, en Cerdeña.

La hembra se encuentra allí porque estos lugares altos y escarpados son los elegidos por esta especie para reproducirse a finales del verano.

David contra Goliat

escarabajo y hormiga

La segunda categoría de Portfolio ha sido para Ripan Biswas, por una imagen tomada en el lecho de un río seco en la Reserva de Tigres de Buxa, en La India.

En la foto inicialmente se ve un escarabajo tigre, con sus brillantes colores, del azul al verde y del amarillo al naranja. Sin embargo, un poco más de atención muestra la presencia de una hormiga tejedora. O al menos de lo que queda de ella. Según la descripción del propio Ripan, el escarabajo se encontraba cazando hormigas cuando una de ellas, a pesar de su diferencia de tamaño, corrió a darle un mordisco en una de sus patas. Pero no sirvió de nada, pues el “gigante” se giró y, con otro mordisco, la cortó en dos, dejando la cabeza y la parte superior del cuerpo de la pobre víctima aún unidos a la extremidad de la que previamente se había enganchado.