La serie The Third Day, de HBO, pretende ser una revisión del subgénero Horror Folk y lo deja claro desde su primer capítulo: el argumento tiene todos los giros y plots del terror traducido al ámbito folclórico y, además, un especial interés por todos los vínculos de la historia con la exploración del miedo desde un origen pagano. Desde niños aterradores, tradiciones inexplicables y tenebrosos, parajes de extraordinaria y misteriosa belleza, hasta todo el simbolismo de la Gran Bretaña rural, la noción de la serie sobre lo enigmático se sostiene en un recorrido por un tipo de historia en que nada es lo que parece.
Por supuesto, se trata de un canon estricto que los productores Dennis Kelly y Felix Barrett siguen paso a paso. Aun así, hay una evidente intención de ampliar la propuesta del subgénero a terrenos desconocidos y, sin duda, ese es uno de los vínculos más interesantes de un show en que el misterio se basa en su capacidad para ocultar misterios.
Al contrario de Midsommar (2019) de Ari Aster, la serie de HBO toma la decisión de construir el misterio desde la especulación. Mientras Aster mostraba lo terrorífico a plena luz del día y dejaba al espectador la decisión de su interpretación, The Third Day elabora una propuesta basada en lo que no se asimila de inmediato y de hecho, está más cerca de The Wicker Man (1973), en la que Robin Hardy meditó sobre lo espeluznante a través de un progresivo recorrido a través de la oscuridad y lo incomprensible.
Se trata de un riesgo argumental que la serie toma con buen pie: desde el hecho que el destino o una razón inexplicable impulsa a Sam (Jude Law) a un recorrido fatídico y frenético, a perseguir un enigma que parece envuelto en varias capas de significado, miedo y peligros. La sola presunción que el personaje de Law debe enfrentar lo inexplicable con la sola arma de la razón, permite al guion meditar sobre la forma en que el hombre moderno afronta lo imposible. Pero a diferencia de Hardy, que envolvía la misma búsqueda en un aire confuso y doloroso de enorme dureza o Aster, que sostuvo la concepción de descubrir el misterio desde su origen, Kelly y Barret asumen el hecho que lo que sea ocurra en el pueblo de Osea, es una amenaza a la razón.
De modo que a medida que Law avanza para tratar de comprender lo que sea que ocurra entre los bosques y las puerta cerradas que le acechan, la serie se toma el tiempo para subvertir el tiempo y el ritmo de narración. De pronto, el pasado y el futuro parecen confundirse, en esa metáfora de la ruptura como lo es una calzada de piedra que divide al pueblo en dos y que le convierte en dos ideas contrapuestas de la misma versión de la verdad. The Third Day juega con el punto de vista del observador para meditar sobre la razón humana desde su origen: ¿qué es lo que creemos y hasta que punto, lo que consideramos inmutable es real?
Lo que se esconde en el abismo
Claro está, la serie aprovecha el trayecto de Law para usar los tropos habituales en historias semejantes, pero construidos desde la desorientación. Law está atrapado — aunque no lo sabe o sospecha — y de pronto, los excéntricos lugareños se convierten en vínculos con el misterio, trasmutado en oscuridad y algo más inquietante, relacionado con la forma en que comprendemos la realidad.
El mayor logro de la serie de HBO es construir un escenario en que lo temible se confunde con lo cotidiano, algo que Midsommar intentó y Hereditary logró a medias. Ambas producciones de Aster se hicieron preguntas sobre la naturaleza del bien y del mal desde lo corriente y las respondieron mediante lo sobrenatural.
En el caso de The Third Day, la cuestión está en medio camino de cómo asumimos lo que consideramos palpable y verificable. ¿Es lo terrorífico un error de los sentidos? ¿Una falla engañosa sensorial?
Algo semejante ocurría en la película La autopsia, de Jane Doe (2017) de André Øvredal, que a pesar de no pertenecer directamente al género de Horror Folk utiliza sus convenciones para crear una atmósfera terrorífica dentro de lo que parece ser un espacio corriente. A medida que la acción transcurre, el miedo a lo que sea que esté ocurriendo dentro de la morgue en que yace el cadáver de la mujer desconocida, se hace más duro de digerir y de comprender. Una y otra vez, Øvredal reflexiona sobre la naturaleza del bien y del mal, mientras las fuerzas sobrenaturales —que jamás llegan a mostrarse o explicarse del todo— recorren un camino inquietante hacia algo más duro de comprender y que al final, termina por ser el centro medular de la historia.
En The Witch (2015), de Robert Eggers, la percepción de lo peligroso y lo que aterroriza se afianza en medio del aislamiento y lo que en un principio, parece tener más relación con el miedo y la desconfianza mutua de una familia sometida al asedio de algún tipo de poder que no pueden clasificar. De hecho, la película, al igual que The Third Day, juega con la concepción de lo engañoso: tanto una como otra, no ofrece señales claras sobre lo que ocurre y en especifico, la forma en que se manifiesta.
Por supuesto, se trata de espacios narrativos distintos — en la película de Eggers, la realidad física de la bruja no entra en debate — pero que de alguna forma, terminan por tener paralelismos evidentes: The Third Day maneja la idea de lo misterioso como una serie de fragmentos de información en apariencia inofensivos, de la misma forma que Eggers elabora una hipótesis sobre lo que amenaza a la familia de colonos desde la incertidumbre. En ambas producciones, el miedo es una especulación y solo al final, recibe una revisión concreta de su verdadero alcance.
El miedo y el terror, en tiempos distintos
En la película Hagazussa (2018), de Lukas Feigelfeld, el terror también utiliza el aislamiento, de la misma forma que The Third Day medita sobre la distancia y como el pueblo se convierte en un espacio inaccesible, que evade toda explicación a pesar de su aire mundano y lo que se esconde detrás de sus aparentes ritos excéntricos. Y si bien, en la película de Feigelfeld, la bruja, el terror y los elementos paganos se sostienen sobre una mirad residual sobre lo que el mal puede ser, The Third Day va mucho más allá y elabora una respuesta consciente sobre lo que deseamos comprender sobre lo que podría ser un elemento sobrenatural, un juego de conceptos que permite a la serie jugar con varias dimensiones de lo absurdo hasta lograr una disolución total del habitual escenario del terror.
El pueblo de Oseas es la destilación del espacio pagano, intocable y terrorífico que el Horror Folk inmortalizó, tanto como para incluso el argumento de la serie se atreva mostrar su celebración al dios celta Esus como un evento consciente de la raíz de lo terrorífico.
Gran parte del terror de The Third Day proviene de la mundano de su entorno, la percepción sobre la realidad como una confluencia de historias que esconden algo inquietante. En especial, la serie de HBO encuentra en lo terrorífico una forma de meditar sobre la naturaleza humana, algo que sin duda, le vincula a la propuesta de The Wicker Man (el mal potente), lo mismo que Midsommar, en la que el grupo protagonista acude al pueblo en busca de una salida a situaciones emocionales que le superan.
Ambas historias coinciden en construir el mal como algo posible, potente y emparentado con el ámbito humano, algo que The Third Man hace más poderoso que cualquier otra idea.
¿Es The Third Day la primera obra moderna de Horror folk? Quizás no lo sea directamente, pero si es sin duda el antecedente más inmediato a esa nueva búsqueda del terror moderno de un sentido más profundo y humano de lo enigmático, lo poderoso y al final, lo primitivo que anima cada creencia y cada capacidad del espíritu humano para comprender su forma de dialogar con lo desconocido.