¿Qué hace que el tiempo vaya — literalmente — al revés en Tenet? ¿por qué el protagonista no tiene nombre? ¿Qué hace que las armas de una futura y sólo probable conflagración apocalíptica provengan del lugar — momento — más inesperados de todo? Si durante el fin de semana disfrutaste de Tenet, lo más probable es que sigas haciéndote preguntas sobre lo que viste. Sin duda, la película de Nolan es un compendio de todo tipo de excentricidades, teorías y teoremas de la ciencia ficción, que juntos crean una de las historias más enrevesadas de la última década. Pero en la curiosa lista de las películas más complejas, Tenet no está sola y aquí te dejamos algunos otros films que te dejarán pensado por días — quizás semanas — para revelar los puntos más extraños de su argumento.
Enemy de Denis Villeneuve (2014)
Denis Villeneuve tiene una larga lista de películas incomprensibles e intelectualmente demandantes en su filmografía, pero sin duda Enemy se lleva los palmares. Basada de manera tangencial y libre en El hombre duplicado de José Saramago, la película del 2014 explora la idea del doble de cuerpo y quizás, espiritual, las dimensiones de la identidad y los horrores de la percepción de la realidad, todo mientras Jake Gyllenhaal atraviesa imágenes surrealistas y una trama cada vez más compleja, que termina con una escena final que ha dado que hablar por años.
Predestination de Peter y Michael Spierig (2014)
Con cierto aire a Tenet y a Minority Report, la película protagonizada por Etan Hawke es un recorrido por bucles temporales, líneas narrativas que se cruzan entre sí y sobre todo, la concepción sobre las consecuencias de nuestros actos, todo en el trepidante paquete de una película de acción. No obstante, lo más asombroso del film es su recorrido por el temor, la esperanza y al final, el sufrimiento colectivo, en medio de imágenes desconcertantes y fragmentos de información en apariencia desordenados. Solo apta para un espectador paciente.
Mr Nobody de Jaco Van Dormael (2009)
Ambientada en 2092 en medio de un futuro distópico, el guion cuenta la historia del último hombre sobre la tierra, interpretado por Jared Leto. Este postrero sobreviviente a lo que haya ocurrido que terminó devastar al mundo tal y como lo conocemos, tiene la oportunidad de llevar a cabo un recorrido desconcertante por su historia — y sus probabilidades — que le permitirá comprender su historia a base de sus decisiones, tomadas o no. Si te parece una narración compleja, añade el hecho que la película avanza hacia la noción de la no existencia y también, de la muerte como un ciclo infinito que no tiene otro sentido que sostenerse sobre algunas reglas físicas. ¿Complicado? Debemos admitir que se hace un más a medida que la trama avanza hacia su incomprensible final.
Being John Malkovich de Spike Jonze (1999)
Con Charlie Kaufman a cargo del guion, la película es sin duda un prodigio de rarezas y extrañísimas situaciones, que comienzan cuando un titiritero encarnado por un delirante John Cusack, descubre un portal que le conduce directamente a la mente de John Malkovich. ¿Que no tiene sentido eso? Se pone aun más complicado cuando nuestro protagonista comparte su secreto con Cameron Diaz y la película termina por enlazar teorías sobre la identidad, la percepción del yo y una esquizofrénica mirada sobre lo que somos y el fundamento mismo de la realidad, mientras Malkovich (que claro, se interpreta a sí mismo) baila ballet alrededor de una habitación con sol radiante.
A Clockwork Orange de Stanley Kubrick (1971)
Basada en el libro del ’62 de Anthony Burgess, la película es un prodigio de situaciones extremas, entrecruzadas con un discurso subjetivo sobre la violencia y como si eso no fuera suficiente, un tributo a la cultura del miedo y el morbo, en clave de sátira que por momentos, resulta del todo enajenada e incomprensible. Quizás no es del todo imposible de entender, pero sí, resulta por completo incómoda en su tránsito entre la versión de la realidad que intenta mostrar y la dureza del miedo, que se esconde entre los resquicios de la sociedad tal y como la conocemos.
Cloud Atlas de Tom Tykwer y las hermanas Wachowski (2012)
Basada en el libro del mismo nombre de David Mitchell, la película es un recorrido entre vidas, historias, épocas, tiempos y realidades distintas, unidos entre sí por el amor, el odio y el asombro por la vida. Con su combinación de ciencia ficción, romance, comedia y drama histórico, el guion es un prodigio de habilidad para intentar contar en paralelo al menos cinco historias y sus inevitables consecuencias. ¿Excesivo para ti? ¿Y si te decimos que además hay una historia de trasfondo que sostiene todo lo demás? Sí, la película se guarda sus sorpresas hasta el final.
The Fountain de Darren Aronofsky (2006)
La película fue un fracaso de crítica y taquilla en su estreno, pero ahora mismo es mucho mejor apreciada, una vez que su intricando guion se convirtió en obra de culto luego de pasar por revisiones metafísicas, físicas e incluso, esotéricas. La historia cuenta tres momentos diferentes de lo que parece ser la misma ¿vida? o al menos, las vicisitudes de la conciencia del mismo espíritu, que migra de época en época en busca de la iluminación. ¿O se trata de algo más? La verdad, no lo sabemos. O al menos, tenemos nuestra teoría al respecto. ¿Cual es la tuya?
Vanilla Sky de Cameron Crowe (2001)
Este remake de la película del ’97 “Abre los ojos” de Alejandro Amenabar, no es tan complicada o existencial como su versión original, pero conserva lo necesario para resultar enigmática, a su manera emotiva e incluso conmovedora. Su sentido de la distorsión de la realidad es un poco melancólico y parece más interesada en cautivar que intrigar, pero aun así, tiene todas las papeletas para sostener un recorrido inquietante por el bien y el mal, la noción sobre el absurdo y al final, lo que creemos es la realidad tangible.
Shutter Island de Martin Scorsese (2010)
Este thriller noir que atraviesa los terrores de la locura, el duelo, el sufrimiento emocional, para además atravesar las aguas cenagosa de la realidad escindida en lo que creemos puede ser y lo que es, es la impecable adaptación de Scorsese de la novela del mismo nombre de Dennis Lehane, asombrosa por su pulcro recorrido por el miedo y las versiones de lo que creemos lógico, cuerdo e incluso comprensible. Si lo anterior no te parece suficiente para darle la oportunidad, tal vez lo haga su maravilloso elenco encabezado Ben Kingsley, Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo.
Memento de Christopher Nolan (2000)
Escrita por los hermanos Christopher y Jonathan Nolan, esta es la primera de las películas de Nolan en utilizar el tiempo como un espacio tramposo para elaborar una versión de la realidad apenas comprensible. Desde el hecho que el guion involucra al público en la búsqueda de lo que desea mostrar, hasta la manera como la historia no se revela en toda su espléndida complejidad hasta unos minutos antes de terminar, la película es un prodigio de habilidad narrativa y al final, un triunfo de la imaginación por su habilidad para entrecruzar estructura, ritmo narrativo y la percepción de la identidad, todo bajo la concepción de lo real como un elemento mutable y la mayoría de las veces engañoso.
Donnie Darko de Richard Kelly (2001)
Donnie (Jake Jake Gyllenhaal) tiene visiones con Frank, un hombre con traje de conejito, que manipula al adolescente de las maneras más perversas, inquietantes y dolorosas. Pero también podría ser sólo la forma de entender los espacios de la identidad y la culpa, aunque la película no considera necesario aclararlo. Tampoco, el hecho que a medida que avanza la trama ocurren todo tipo de situaciones inexplicables y mucho menos, ese aterrador final que queda para la historia del cine. ¿Lo mejor? que es probable que cualquiera sea tu conclusión de la película esté equivocada y debas volver a verla para entender por qué lo está. ¿Te atreverías a hacerlo?
Inception de Christopher Nolan (2010)
Aunque se le acusa de parecerse más de lo conveniente a la película Paprika Satoshi Kon, el enrevesado argumento sobre el mundo onírico como una estratificación de la realidad, dejó boquiabierto a buena parte del público y provocó cientos de discusiones sobre su ambiguo final, que abrió la puerta a la especulación sobre la naturaleza de la realidad que Nolan mostró en su film. Ambigua, poderosa y todo un prodigio visual, es un recorrido por un tipo de universo de la percepción que todavía en la actualidad, resulta desconcertante.
Eternal Sunshine of the Spotless Mind de Michel Gondry (2004)
Con su inocente fachada de drama romántico, en realidad la película es un juego brillante sobre la percepción de la realidad, de la mente como espacio de la identidad y la razón y al final, la búsqueda de significado de lo que somos, más allá de la mitología personal que creamos para sostener nuestros miedos y personales miradas sobre el mundo. Además, el guionista Charlie Kaufman le brinda segundas y terceras interpretaciones a las deslumbrantes escenas, además de una línea narrativa que desafía explicaciones sencillas. Una joya cinematográfica que continúa cautivando por su mezcla de emoción, ciencia ficción y la percepción del yo como algo más que un conjunto de ideas.
Jacob’s Ladder de Adrian Lyne (1990)
No hay una forma sencilla de describir a esta película, que tiene todo para parecer un drama de misterio sin serlo. En realidad, es algo más parecido a un juego de espejos, en el que el guion atraviesa diversos estadios de profundidad para no sólo mostrar lo que oculta Jacob (Tim Robbins) sino también, el recorrido de la historia hacia la oscuridad ¿interior? ¿de lo que sea que se oculta detrás la sonrisa torcida del personaje principal? No hay una manera fácil de describir la experiencia y quizás, ese sea el mayor éxito del guion.
Fight Club de David Fincher (1990)
Este clásico de culto basado en la novela homónima de Chuck Palahniuk, es un recorrido por los espacios más dolorosos de nuestra sociedad de consumo y otro bastante feroz, por las grietas de la sociedad de consumo. Pero la película no critica, tampoco se toma la molestia de sermonear: en realidad, de la misma manera que el original literario, la película sólo desea provocar y hacer volar todo por los aires. Y al final, lo logra.
Blade Runner de Ridley Scott (1982)
Blade Runner es todo lo bueno de la ciencia ficción, en contraposición a todo lo inquietante de una película noir. Con su aire retrofuturista, esa noción decadente sobre el futuro pero sobre todo, su gran enigma final — ¿es Deckard un replicante o no? — la película se ha convertido en un trayecto meditado sobre el bien, el mal, la ética tecnológica y la búsqueda del sentido al yo espiritual. Todo bajo una estética de asombrosa belleza.
Moon de Duncan Jones (2009)
La película se toma una considerable cantidad de tiempo para mostrar su enigma central, pero mientras lo hace, crea una atmósfera malsana, angustiosa y potente que convierte al film en un prodigio de economía de recursos y buen guion. En especial, Sam Rockwell brinda una actuación brillante que además, sostiene todos los misterios sugeridos y reales del guion en un largo monólogo en solitario que brilla por su formidable capacidad para conmover. Una obra de arte que no sólo pone en entredicho la identidad y la oscuridad detrás de los terrores colectivos, sino incluso el miedo hacia la tecnología y la ciencia, tan cercanos en la actualidad.
Primer de Shane Carruth (2004)
Está película exige un compromiso muy concreto del espectador: aceptar lo que verá sin juicios, porque tarde o temprano, todo lo que ve tendrá explicación y sentido. De modo que si logras superar los primeros diez minutos de su estética en apariencia monótona, desenfocada, barata y extraña, es probable encuentres una de las películas más asombrosas de los últimos años. Se trata de un juego de lógica, que no sólo podría salir muy mal, sino que además, conecta con algo más elaborado, potente y extraño de lo que muestra a primera vista. Todo un desafío a la imaginación.
Mulholland Drive de David Lynch (2001)
Ninguna lista sobre el cine complejo podría estar completa sin David Lynch y aunque hay un largo repertorio de donde escoger — ¿alguien mencionó a Cabeza de Borrador? — en realidad, lo que distingue la rareza de Lynch es su capacidad para analizar la percepción de la realidad como un ciclo interminable de dolores, temores y percepciones sobre el miedo, el fracaso, lo temible, la perdida de la razón y la angustia existencial. Todo mientras las líneas temporales van de un lado a otro, las escenas se disuelven — no avanza, se disuelven — y por último, terminan por sostener algo más elaborado de lo que podría suponerse.
2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick (1968)
Esta decana de las películas de ciencia ficción, es también un galimatías en el se cruzan desde conceptos existencialistas, filosóficos y religiosos. Sus transiciones son inexplicables y además, la historia parece suceder en varios planos al mismo tiempo, aunque en realidad, podría solo ser un capricho de Kubrick para mostrar su rechazo a cualquier discurso elaborado sobre el tiempo y el espacio. Al final, lo único claro es que la película desafía cualquier explicación sencilla y a pesar de las casi cinco décadas que han transcurrido desde su filmación, sigue manteniendo intacta su belleza.