Algunos recordamos todavía lo que nos encantó la llegada de videojuegos tridimensionales a nuestras consolas de cabecera. Después de pasárnoslo bomba en un mundo recreativo de dos dimensiones, meternos en uno de tres fue ampliar ese disfrute y maravillarnos con los avances de estas tecnologías lúdicas. Uno de los pioneros fue Star Fox, el shooter de naves espaciales diseñado por Argonaut Games en 1993 para la mítica Super Nintendo con la dirección de Katsuya Eguchi, que se contaba entre los desarrolladores de Super Mario Bros. 3 (1988) y Super Mario World (1990), y que en Europa se llamó Starwing.

En el episodio “Level Up” de High Score (France Costrel, desde 2020), la serie documental de Netflix, nos cuentan que los gráficos en 3-D se consiguieron gracias al chip Super FX, diseñado a partir de los logros del británico Dylan Cuthbert en Argonaut, quien introdujo tal perspectiva en la Game Boy experimentalmente sin el permiso de Nintendo, dejando patidifusa a la gran compañía japonesa. Por este triunfo, les contrataron para elaborar lo que acabaría siendo Star Fox. Pero Shigeru Miyamoto, “el padre de los videojuegos modernos”, quiso corregir su concepto general para que fuese mejor.

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Netflix

Todos los años, los japoneses peregrinan a los santuarios. Lo llaman Hatsumode”, explica Dylan Cuthbert en High Score. “Miyamoto fue al santuario de Fushimi Inari, muy cerca de donde estaba Nintendo entonces; y tiene miles de puertas de color bermellón. Miyamoto dijo: «Estaba atravesando las puertas y pensé: ‘¿No sería genial si voláramos por esas puertas, disfrutando de la emoción de atravesar cosas en vez de disparar todo el tiempo?’»”. Así que terminaron aplicando la epifanía del “Walt Disney de los juegos electrónicos”. Y remata el programador londinense: “Lo interesante del santuario Fushimi Inari es que ‘inari’ significa zorro [‘fox’ en inglés] y, básicamente, así nació Star Fox”.