Los casos graves de COVID-19 preocupan y mucho a los sanitarios. Por eso, un consorcio internacional liderado por la Universidad Rockefeller de Nueva York y el Hospital Necker para Niños Enfermos de París que incluye centenares de hospitales alrededor del mundo, como el Hospital Vall d'Hebron, ha publicado este jueves dos nuevos estudios en la revista científica Science.
En estos dos papers se habla de cómo casi el 15% de los casos graves de este coronavirus parecen estar relacionados con el sistema inmune y un tipo de interferón. Pero, ¿qué es exactamente lo que han descubierto los investigadores?
En esta investigación, los investigadores buscaban qué "actores del huésped, es decir, del paciente, pueden influir en cómo se desarrolla la infección del SARS-CoV-2", explica Roger Colobran, responsable del Área de Immunogenética en el Hospital Vall d'Hebrón. "Partimos de la premisa de que hay tres factores de riesgo grupales que hace la COVID-19 graves", pero dieron con más de lo que buscaban en un principio.
Los factores de riesgo que ya conocemos son la edad, la comorbilidad con otras enfermedades como obesidad, cardiopatás, hipertensión, diabetes... y, en tercer lugar, el ser hombre. "Estadísticamente se ha visto que hay un 75% de hombres en UCI y un 25% de mujeres". Sin embargo, estos factores no evitan que mujeres jóvenes terminen en cuidados intensivos o que hombres centenarios pasen la COVID-19 de forma leve, ¿eso significa que hay más?
Interferones de tipo I
La respuesta parece ser que sí, al menos según los dos nuevos estudios publicados en los que ha participado Colobran. "Buscábamos susceptibilidades genéticas a padecer una COVID grave", cuenta desde el otro lado del teléfono el especialista en inmunodeficiencias primarias. De hecho, en el consorcio internacional han colaborado diferentes participantes que trabajan con el estudio de genes que causan inmunodeficiencias primarias o infecciones graves.
"Hemos encontrado con este estudio son básicamente dos causas, que nos explican una parte de los pacientes graves con COVID-19. Las dos causas acaban convergiendo en un defecto en unas moléculas que se llaman Interferones de tipo I".
Mutación genética
En el primer estudio han encontrado que "un 3,5% de los pacientes con COVID-19 grave que tienen mutaciones en genes que intervienen en la síntesis de esos interferones". "Por tanto, este porcentaje de pacientes tienen niveles más bajos de interferón debido a estas mutaciones genéticas. Esto explicaría un primer porcentaje de pacientes que son más susceptibles de una COVID-19 grave", explica Colobran.
Los interferones, explica Colobran, son moléculas que sintetizan el sistema inmune y nos sirven para combatir especialmente infecciones virales. "De hecho, su nombre proviene de la raíz interferir, porque realmente lo que hacen estas moléculas es interferir en la replicación viral", cuenta el investigador.
Respuesta autoinmune
En el segundo estudio se habla de una respuesta autoinmune. Es decir, cuando el sistema inmune no reconoce ciertas moléculas del cuerpo y lucha contra ellas.
"Un 10% de pacientes con COVID-19 grave generan anticuerpos que atacan sus propios interferones. Hacen lo que llamamos autoanticuerpos, el sistema inmune genera anticuerpos para combatir las infecciones, sean virales, bacterianas...".
Estos autoainticuerpos que generan estos pacientes se unen a sus propios interferones y los bloquean. "Es una respuesta de tipo autoinmunitaria", explica Colobran a través de la línea telefónica. "Sabemos que en la autoinmunidad se generan autoanticuerpos contra diferentes tejidos. Por ejemplo, en las enfermedades de tiroides se generan autoanticuerpos contra la tiroides", añade.
Es más, las personas mayores pueden ser más vulnerables a la COVID-19 porque se sabe "que a más edad, aumenta la prevalencia de autoanticuerpos", comenta el investigador.
El sexo en los casos graves de COVID-19
El sexo es muy importante en los casos graves de COVID-19. Como comentábamos, en las UCI hay más hombres que mujeres. Este es el motivo por el que el estudio ya tenía un sesgo de sexo. Es decir, hay un 75% de hombres y el resto son mujeres. Y el resultado es que la mayoría de los hombres del estudio (el 95%) dentro de ese 10% de pacientes presentaban ya anticuerpos.
"Es relevante apuntar que dentro del 10% de los pacientes que tienen autoanticuerpos, un 95% son hombres. Por tanto, hay un sesgo importante de sexo en la generación de estos autoanticuerpos. Pero la muestra de partida ya estaba enriquecida en hombres porque ya sabemos que hay más hombres en las UCI".
Y esto puede estar relacionado con algún factor congénito. "Es un sesgo bastante significativo y nos está indicando una hipótesis en la que estamos trabajando ahora: hay algún factor congénito, posiblemente genético, ligado al sexo que pueda explicar por qué los hombres tienen más probabilidad de hacer los autoanticuerpos", explica Colobran.
Dos vías para un mismo problema, ¿hay solución?
Tanto los autoanticuerpos como las mutaciones genéticas convergen en un mismo punto: los interferones. Ya sea porque se bloquean o porque se generan menos. ¿Cómo se puede saber si tienes alguno de estos problemas? A nivel genético es más difícil porque "los estudios genéticos son más costosos hablando en tiempo y dinero", cuenta Colobran.
"En cambio, en el caso de los autoanticuerpos, son más fáciles" porque se necesita tan solo un tubo de sangre. El investigador apunta que es más fácil de añadirlo a la práctica clínica. A la vez que se recogen las muestras para confirmar la PCR, se puede sacar sangre y ver si tiene autoanticuerpos. Y, después, se puede intervenir para evitar casos graves de autoanticuerpos.
Intervención terapéutica
Aunque todavía es pronto, señala el investigador, los autoanticuerpos "pueden eliminarse del suero sanguíneo, suplementar los interferones de forma exógena, eliminar las células B que son productoras de este tipo de anticuerpos...". "Hay diferentes opciones terapéuticas, que una vez validemos los resultados se van a empezar a estudiar cuál es su utilidad para los pacientes", añade el investigador, que apunta a nuevos estudios que ya están empezando.
Ahora van a validar sus datos con unas 2.000 muestras del biobanco que tienen en el Hospital de Vall d’Hebron para buscar la incidencia de estos autoanticuerpos. Porque han descubierto, además, que hay pacientes que los presentaban desde antes de la infección por SARS-CoV-2. Esto lo han podido saber porque algunos pacientes habían acudido anteriormente al hospital y tenía guardadas muestras en el biobanco.
Poco a poco vamos conociendo más cómo afecta el SARS-CoV-2 a nuestro cuerpo y las debilidades de este. Todas estas investigaciones ayudarán a buscar formas de hacer que la COVID-19 sea más leve y, por tanto, menos mortal.