Hay algo más contagioso que la COVID-19, el sarampión y la tosferina juntas; aunque, por suerte, no provoca muertes ni síntomas graves. Como mucho genera algo de vergüenza, según el contexto en el que ocurra. Se trata del bostezo. Ver bostezar a otra persona despierta en los seres humanos un reflejo similar al que sentimos cuando leemos u oímos hablar sobre piojos. En el primer caso abrimos la boca y en el segundo nos rascamos la cabeza, pero en ninguno de los dos podemos controlarlo. Ahora bien, ¿y si no fuera una reacción únicamente humana? ¿Y si otros animales también se contagiaran al ver a sus compañeros hacerlo? Se han documentado casos en orangutanes y chimpancés, pero siempre con miembros de su misma especie. Sin embargo, ocurre algo diferente con los bostezos de los elefantes.
Según un nuevo estudio, publicado en Frontiers in Veterinary Science por científicos de la Universidad de Nuevo México y un centro de rescate sudafricano, estos grandes mamíferos se contagian del bostezo de sus cuidadores humanos, pero solo de aquellos con los que tienen más apego. Las razones no están claras. Sin embargo, colocan una nueva pieza en el rompecabezas del origen de este acto reflejo, al ser el primer ejemplo interespecífico bien documentado.
Detrás del bostezo de los elefantes
Este estudio comenzó a forjarse en 2017, cuando su autora principal, Zoë Rossman, vio a un elefante en cautividad contagiarse del bostezo de uno de sus cuidadores.
Con el fin de comprobar si había sido un caso aislado, decidió comenzar a investigar junto a otros científicos, pertenecientes al centro de rescate Knysna Elephant Park, de Sudáfrica.
Durante dos semanas evaluaron el comportamiento de 7 elefantes, tanto al interaccionar con seres humanos como cuando se encontraban solos, en manada. En este último caso, además, participaron otros tres ejemplares.
Así, observaron que los bostezos de los elefantes eran frecuentes en 3 de los 7 participantes como respuesta al mismo gesto en humanos, pero solo en aquellos con los que tenían más confianza. Además, las cámaras instaladas durante la noche captaron varios casos de contagio intraespecífico, de unos paquidermos a otros. Concretamente, 9 de los 10 animales lo hicieron en alguna ocasión.
¿A qué se debe?
La razón del contagio en el bostezo de los elefantes, del mismo modo que ocurre entre humanos, no está clara. Tradicionalmente se considera que pueda tener algún tipo de relación con la empatía. En base a estos resultados podría ser, puesto que es más fácil empatizar con personas con las que hay un mayor grado de confianza.
Los elefantes son animales muy inteligentes, con una gran habilidad para interaccionar con humanos. Por ejemplo, se ha comprobado que son capaces de distinguir las voces de las personas, incluso mejor que nosotros mismos.
Esto les convierte en una especie idónea para estudiar un fenómeno tan curioso e interesante como el bostezo. Pero la cosa no queda ahí. El hecho de que el contagio no se dé con cualquier cuidador indica que necesitan un tratamiento especializado cuando se encuentran en cautividad. Aportar luz sobre este hecho ha sido otra de las consecuencias positivas de este estudio.