Redes sociales y feminismo

George Gvasalia / Unsplash

Caras sonrientes, pétalos de rosa, formas geométricas… La imaginación vuela cuando se trata de esconder un pezón en una fotografía. Aunque vuela porque no tenemos más remedio. O damos con la forma perfecta -y bonita- para esconder el centro de un pecho desnudo o esa fotografía caerá en el pozo negro de Instagram. Ese pozo en el que están todas las imágenes eliminadas por la red social. La censura de la plataforma a los pechos femeninos, pero no a los masculinos, ha dado alas al movimiento #FreeTheNipple, que aglutina millones de publicaciones en las que celebrities, cantantes, artistas, modelos e instagramers denuncian que no puedan mostrar su cuerpo con libertad. Y es también una de las pruebas que demuestran el papel clave de las redes sociales dentro del feminismo.

Este debate nos puede ser más o menos conocido, pero sabemos que existe. Porque habremos visto publicaciones en redes sociales en las que se ha discutido sobre este tema. Como también se ha discutido sobre otras vertientes el movimiento feminista como el famoso y multitudinario #MeToo o #VivasNosQueremos, hasta otros menos seguidos pero no por ello menos importantes como las movilizaciones contra el uso del velo en países de Oriente Medio. Diferentes niveles de liberación de la mujer que han tenido su hueco en redes sociales como Twitter, Instagram, YouTube y Facebook.

Las redes sociales hacen pensar a la gente que normalmente no piensa porque tienen vidas que no les permiten pensar. Así lo resume Sonia Vivas, regidora de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ajuntament de Palma y autora del libro Vivas Nos Queremos: Manual de Autodefensa Feminista. La política y feminista explicó para Hipertextual que las personas están muy ocupadas sacando sus vidas adelante y que no tienen tiempo para pensar en las cuestiones que le rodean. En este escenario, el poder de las redes sociales es algo mágico. "En el caso del #MeToo, mujeres que nunca habían pensado sobre formas de violencia se dieron cuenta de que vivían con ese dolor y que tenían que luchar".

"Nunca nos hubiéramos organizado con mujeres de Estados Unidos para contar lo que nos pasa. Físicamente no hubiera ocurrido, no nos hubiéramos juntado todas para ir de pueblo en pueblo. Esa forma que tiene las redes de aunar los relatos y de darles poder es maravillosa".

El pezón como liberación

Vivas mencionaba que las redes ayudan a pensar, a replantearse los esquemas que han imperado hasta ahora pero que distan mucho de ser perfectos. Retomamos el caso de #FreeTheNipple. Una usuaria de Instagram puede subir una fotografía completamente desnuda tapando los genitales y los pezones. No hay censura. Si enseña una de las dos partes del cuerpo, Instagram la censurará. En el caso de un pezón masculino, el problema reside únicamente en los genitales del usuario de Twitter.

El argumento de la plataforma para vetar este tipo de contenido es que no pueden saber con certeza si las personas que aparecen en la fotografía han dado su consentimiento para que aparezca el pezón (por eso no bloquean imágenes de estatuas o pinturas en las que aparece el pecho completo). Sin embargo, la red social no se plantea si esas mismas personas han accedido a que aparezca el resto de su cuerpo desnudo.

Este es uno de los debates que circula en redes dentro del marco de #FreeTheNipple. Pero no es el único. La censura de esta parte del cuerpo de la mujer es especialmente significativa porque el pezón es símbolo de las luchas frente a la igualdad de derechos y el feminismo, sobre todo desde que fue popularizado por Femen. Por otro lado, el debate también afecta directamente al colectivo LGTBI, especialmente a las personas trans.

Redes sociales y feminismo

The New York Times explicó en un artículo el caso de un hombre transexual cuya fotografía fue vetada por la plataforma por enseñar un pezón pero finalmente restaurada. El argumento de los trabajadores de Instagram que analizan los contenidos fue que no se habían dado cuenta de que se trataba de una persona trans. Inicialmente pensaron que era una mujer y, como enseñaba el pezón, censuraron la fotografía. Hasta que se dieron cuenta de que se trataba de un hombre y volvieron a aceptarla en la red social.

El usuario criticó duramente a la plataforma y provocó un debate: ¿Sigue siendo un pezón femenino si la persona ya no se considera mujer? ¿Y si los pezones que antes eran masculinos ahora son femeninos?

A pesar de que Instagram hace excepciones y no bloquea las fotografías de, por ejemplo, una manifestación de Femen, el movimiento #FreeTheNipple ha fomentado que se descubran diferentes esferas de la lucha feminista que podrían haber pasado desaparecibidas en otro contexto. Como decía Sonia Vivas, las redes ayudan a pensar a gente que normalmente no piensa.

Feminismo en redes sociales y pandemia: ¿agua y aceite?

Y pensando se puede llegar a movilizar a millones de personas. La política y feminista, en entrevista con Hipertextual, puso como ejemplo el caso de la Manada, que tuvo repercusiones en otros países de América Latina como México y Argentina y un efecto a nivel jurídico y en las políticas de género. "Por redes sociales se convocan manifestaciones y a partir de ahí la masa comienza a tentar al poder para que se hagan cambios. El caso de La Manada hubiera quedado en nada si no llega a ser por la potencia y el poder de convocatoria del movimiento feminista", subrayó Sonia Vivas.

Esa masa concentrada contra el caso de la violación en grupo durante la celebración de los Sanfermines en Pamplona pasó de la pantalla del ordenador a las calles. Las marchas se multiplicaron durante la celebración del juicio a los cinco jóvenes que violaron a una chica de 18 años. Pero eso fue cuando no había una pandemia, cuando podíamos salir a las calles sin mascarilla y juntarnos. ¿Cómo pueden cambiar las luchas sociales en medio de la crisis del coronavirus?

En primer lugar, Vivas indicó en entrevista de Hipertextual que desde la regiduría ha visto cómo algunos movimientos sociales se han visto afectados por cuestiones económicas. Pequeñas asociaciones que contaban con un espacio que pagaban entre todos ahora no pueden sostenerlo, además de que tampoco pueden reunirse durante la pandemia. En este contexto, nos hemos tenido que dejar de abrazar, aunque muchas personas han acabado abrazando todavía más las redes sociales para reivindicar una lucha social. Otras lo han hecho por primera vez, como es el caso de usuarios de avanzada edad, que han aumentado sus conocimientos tecnológicos durante la cuarentena.

"Gente mayor ha activado su mente y se ha puesto a reflexionar sobre aspectos antes desconocidos porque quizá no podían acudir a marchas por problemas físicos. Debates sobre los que en televisión no se dice nada y que se discuten en redes", subrayó la política.

Las personas que hayan llegado hasta este punto, seguramente lo hayan hecho a través de Facebook, que se ha posicionado en los últimos años como una plataforma en la que la mayoría de usuarios tienen una edad más adulta. ¿Cuántas mujeres se habrán enterado a partir de esta vía que son feministas? ¿Y cuántos hombres se habrán dado cuenta de que el sistema pastricarial no es para ellos?, se pregunta Vivas. Seguramente los suficientes como para ser conscientes del poder de las redes sociales para que un mensaje llegue a millones de casas y sea el centro de la conversación de sobremesa.

Pero las calles están vacías. Algunos movimientos pueden perder fuerza porque existe el peligro de que, afirmó Sonia Vivas, estemos cada vez más disgregados. "Cuando salimos a la calle se genera un cambio. Es el poder de la gente unida y las redes pueden ser el sostén para que no se evaporen las luchas sociales".

Ni el feminismo ni las redes sociales son universales

El caso de Manada es solamente un ejemplo de cómo un problema local empieza a formar parte de la preocupación global gracias a las redes. Sin embargo, este impacto está limitado a diferentes zonas geográficas o tipos de vida. El estudio "Can social media effectively include women’s voices in decision-making processes?", de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) expuso que la tecnología sigue estando limitada para muchas mujeres.

"El analfabetismo, las barreras del idioma y la brecha digital en la infraestructura entre las zonas rurales y urbanas restringen el pleno aprovechamiento de las redes sociales para la promoción política. Estos factores afectan en particular la promoción en línea de las mujeres rurales e indígenas y las oportunidades de conectarse con otros activistas".

El estudio subrayó, además, que precisamente estas regiones del mundo en las que es más importante visibilizar las diferentes luchas sociales, así como para la rendición de cuentas a las autoridades en casos de delitos de género. Por ejemplo, en el caso de la India, en 2012 se popularizó el hashtag #DelhiGangRape, después de que una joven fuera violada en grupo en la capital india. El impacto de la campaña llegó hasta las calles y la presión ejercida fue el desencadenante para que el Gobierno indio introdujera disposiciones específicas contra la violación en el Código Penal.

No obstante, la India es el país del mundo con peor conexión a internet desde dispositivos móviles, según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Los estudios de la agencia subrayan, asimismo, que la desigualdad tecnológica tiene una relación estrecha con la discriminación de género, porque la mayoría de personas que no tienen acceso a la red son mujeres.

Luchar, a pesar de todo

La batalla sigue. A pesar del impacto de los movimientos con perspectiva de género en redes sociales, la sobrecarga de información puede provocar un cansancio para usuarios y activistas. Además, el acoso que sufren muchas personas en las plataformas ha provocado que más de un o una activista cancele su cuenta por miedo a represalias. Las políticas de redes sociales para combatir este tipo de comportamientos no son inexistentes, aunque los discursos de odio y las amenazas en las mismas siguen siendo uno de los principales retos de estas compañías tecnológicas.

María forma parte Periodistas Unidas Mexicanas (PUM). Desde Ciudad de México, el colectivo feminista ha formado parte de las movilizaciones, tanto en redes como en las calles, del Día de la Mujer o las marchas contra la violencia de género. Afortunadamente, ninguna de las mujeres que forman parte de PUM han recibido amenazas directas, pero sí han sido testigo de las agresiones en el marco del #MeToo contra otros gremios y denunciantes.

"Como movimiento sí nos afectó y nos intimidó y nos generó vulnerabilidad. Eso hizo que actuáramos con un cierto código de seguridad", explicó María a Hipertextual. Uno de estos códigos fue el anonimato de todos los miembros de PUM -María es un nombre ficticio- por el bien de seguridad.

A pesar de la importancia de las redes sociales para visibilizar el movimiento feminista, María puso de relieve la impunidad de las amenazas y agresiones en redes. A pesar de que se han tomado ciertas medidas, como el fortalecimiento de Policía Cibernética en el caso de México, es necesario aprobar nuevas regulaciones. "No hay que dejar de registrar las amenazas de muerte contra las denunciantes y el movimiento", subrayó María.

Sonia Vivas también ha vivido muy de cerca las amenazas y los insultos en sus redes sociales. Pero afirma que intenta tomárselo de otra manera y pensar en que al menos su mensaje ha sido escuchado. La política reflexiona sobre cómo puede cambiar la forma en la que nos manifestamos y en la que nos unimos a diferentes luchas sociales.

Esto es una cosa más que la pandemia ha puesto patas arriba y, como en muchos otros ámbitos, es imposible saber hasta qué punto el coronavirus puede cambiar nuestros hábitos. Pero lo que la pandemia no podrá cambiar es un movimiento que ha roto esquemas y que seguirá rompiéndolos en redes sociales para visibilizar las diferentes ramas del movimiento feminista. Pezón incluido.