Casi 8 meses después de las primeras noticias sobre un raro virus que estaba causando neumonías en China, hoy sabemos mucho más de él. Sin embargo, aún hay datos que se nos escapan; por lo que, para conocerlos de forma aproximada, los investigadores deben extrapolarlos de otros virus, como el otro SARS, el MERS o la Influenza. Por eso, un nuevo estudio, llevado a cabo en este último, ha llamado la atención por las posibles implicaciones que pudiera tener en esta pandemia. En él, se analiza cómo puede transmitirse la gripe en el polvo.
Los autores del estudio, recién publicado en Nature Communications, comprobaron que las partículas virales depositadas sobre superficies podrían volver de nuevo al aire unidas a otras partículas en suspensión, como las del polvo. Esto implicaría una nueva forma de contagio y pondría sobre la mesa la necesidad de cambiar ciertos protocolos, tanto de cara a la limpieza de superficies como para el seguimiento de nuevos brotes.
El viaje de la gripe en el polvo
Al igual que el SARS-CoV-2, la principal forma de contagio del virus Influenza, causante de la gripe, es a través de gotículas que las personas enfermas emiten al toser, estornudar, hablar e incluso respirar.
También se sabe que estas gotitas pueden depositarse sobre ciertas superficies, convirtiéndolas en una nueva vía de transmisión. Si una persona sana toca una barandilla contaminada y se lleva las manos a la nariz, la boca o los ojos, podrá contagiarse también. Estos objetos que pueden transmitir el virus por contacto se llaman fómites y se han estudiado para varias enfermedades. ¿Pero qué pasa con el polvo que hay en ellos?
Aunque no las veamos, en el aire suele haber partículas minúsculas de polvo, tejidos u otros materiales. Muchas veces estas se liberan directamente desde las superficies y quedan un tiempo en suspensión. Salvo para personas alérgicas, por lo general no suponen ningún riesgo. ¿Pero qué pasa si llevan una oscura sorpresa unida a ellas? Esta es la pregunta que se hicieron los autores de este nuevo estudio, procedentes de la Universidad de California Davis. Querían saber si es posible la transmisión de la gripe en el polvo y para ello recurrieron a dos jaulas llenas de conejillos de indias, unos inmunes a la gripe y otros no.
Experimentos con roedores
El primer paso del experimento fue depositar muestras del virus de la gripe sobre el pelaje de los conejillos de indias inmunes. A medida que estos se rascaban o se movían por la jaula, las partículas virales pasaban al aire y se mantenían en suspensión, convertidas en aerosol.
De este modo, pasados unos días, de los doce roedores presentes en la segunda jaula, tres habían contraído la enfermedad. Además, los científicos comprobaron que el virus permaneció en el pelo durante cuatro días.
Pero no era necesario tener un grupo de ratones sacudiéndose para propiciar el viaje de la gripe en el polvo. Por ejemplo, cuando hicieron lo mismo, pero sobre un trozo de papel, al arrugarlo las partículas virales se transformaron también en aerosoles infectivos.
Ojo al limpiar
Cuando limpiamos las superficies o el suelo, podemos hacerlo en seco o en húmedo. Del primer modo, con plumeros y cepillos, se levanta una mayor cantidad de polvo, que pasa al aire en suspensión. En cambio, con el uso de bayetas húmedas o fregonas esto ocurre en mayor medida.
Por eso, en base a los resultados de este estudio, sería interesante, al menos en época de gripe, recurrir a la segunda opción.
Es importante remarcar que esta investigación se ha llevado a cabo únicamente para el virus Influenza, no para el SARS-CoV-2. Ni siquiera hay evidencias de que el coronavirus se transmita a través de aerosoles, aunque se sospecha que podría ocurrir en menor medida.
Sería necesario estudiar más para saber si lo hallado con este trabajo puede extrapolarse. Mientras tanto, y dado que en pocos meses tendremos en el hemisferio norte la temporada de gripes, la limpieza en húmedo puede ser una buena medida. Eso sí, sin olvidar las obvias: mascarilla, lavado de manos y distancia.