Durante la tarde de ayer, una potentísima explosión en Beirut, que se sintió incluso en la isla de Chipre, destruyó decenas de edificios con su onda expansiva y dejó una cantidad de víctimas mortales que ya supera la centena.
Lógicamente, el suceso sembró el miedo y el caos en todo el país, pero también generó gran preocupación en otras zonas del mundo. Las teorías sobre lo que podría haber ocurrido empezaron correr por las redes como la pólvora, casi sin dar abasto a los investigadores que trataban de desmentirlas. No se tardó en apuntar a Israel como posible culpable de los hechos. No obstante, el propio Director General de Seguridad libanés, Abbas Ibrahim, rechazó esta posibilidad. Eso no impidió que las teorías sobre bombas y ataques siguieran su curso, señalando que la forma de hongo de la explosión indica que se trató de un ataque nuclear. De ser así, lo peor estaría aún por venir. Sin embargo, numerosos expertos en la materia ya se han lanzado a desmentirlo. ¿Pero en qué se basan?
Señales del ataque nuclear que no hubo en la explosión de Beirut
Poco después de que empezaran a surgir estas teorías conspiratorias, Martin Pfeiffer, un investigador de la Universidad de Nuevo México cuyos estudios se centran en la historia de las armas nucleares, publicó un tuit en el que explicaba por qué la explosión e Beirut no se corresponde con un ataque nuclear.
Para empezar, este tipo de detonaciones implican la aparición de una serie de destellos blancos muy característicos, que no se ven en ninguno de los vídeos que se han publicado sobre el desastre.
Además, se genera una intensa oleada de calor; que, en caso de haberse dado, habría quemado la piel de las personas, del mismo modo que ocurrió tras el accidente de Chernóbil. Incluso habría provocado incendios en un área mucho más extensa de la ciudad. En este caso, los daños más intensos fueron generados por la onda expansiva. No es para menos, pues la explosión fue equivalente a la que generan 240 toneladas de TNT, uno de lso explosivos más potentes. Sin embargo, no se experimentó esa ola de calor que menciona Pfeiffer.
Por último, pero no menos importante, los detectores de radiactividad cercanos habrían notificado un pico muy intenso casi inmediatamente después de lo ocurrido, pero no fue así.
Footage of the massive explosion at #Beirut port a short while ago. It's truly frightening. #Lebanon pic.twitter.com/OZ0hZ5SwlC
— Nader Itayim | نادر ایتیّم (@ncitayim) August 4, 2020
Entonces, ¿por qué se formó el hongo?
El hongo generado tras la explosión de Beirut nos lleva inevitablemente a pensar en esa característica imagen en blanco y negro de la bomba de Hiroshima. Ambas tienen una forma similar de hongo, pero no es exactamente el mismo.
Uno de los expertos que se lanzaron a desmentirlo fue el físico teórico Jorge S. Díaz, quien aclara que lo que se ve en los vídeos es una nube de Wilson, que se forma cuando el aire húmedo se comprime, dando lugar a la condensación del agua. Siempre que se forme una gran cantidad de gas poco denso a baja altura veremos una de estas estructuras y eso puede ocurrir en cualquier detonación, no necesariamente en una originada por una bomba atómica.
La sustancia culpable de todo
Por el momento se desconoce con exactitud a qué se debió la explosión de Beirut. Lo único que está claro es que el intenso estallido fue provocado por la combustión de más de 2.700 toneladas de nitrato de amonio que se encontraban almacenadas en un almacén del puerto.
Este es una sal incolora, que se halla en la naturaleza e históricamente se obtenía en yacimientos distribuidos sobre todo por Chile y Perú. En la actualidad puede sintetizarse fácilmente en el laboratorio, de ahí que sus aplicaciones se hayan extendido notablemente. Es muy utilizado como fertilizante, por su alto contenido en nitrógeno. Por esta misma razón, también se usa en la industria farmacéutica, para la producción de antibióticos y levaduras.
No se quema con facilidad. Sin embargo, si entra en contacto con hidrocarburos, como algunos tipos de combustibles, sí que puede arder e incluso estallar. Por eso, se utiliza de forma controlada para la producción de explosivos, o incluso fuegos artificiales. De hecho, en algunos de los vídeos se puede ver cómo las primeras detonaciones antes de la gran explosión son muy similares a las generadas por los fuegos artificiales.
Su combustión da lugar a sustancias tóxicas, pero no tiene absolutamente nada que ver con la radiactividad. Que la “leña” que avivó el fuego fue esta sustancia está claro. Solo queda saber cuál fue la chispa. Se baraja la posibilidad de que, simplemente, se generara un incendio accidental en la nave, que acabara llevando el nitrato de amonio hasta la detonación. Las causas se siguen investigando. Mientras, el trabajo para rescatar a las víctimas bajos los escombros no cesa. Ya te vale, 2020.