El coronavirus ha irrumpido en nuestras vidas como un elefante en una cacharrería y, con él, también las medidas de seguridad. El gel hidroalchólico se ha convertido en un básico de bolsos y mochilas, la mascarilla es un complemento más y no faltan los tutoriales de maquillaje dedicados a dar fuerza a la mirada. La moda se ha reconvertido para hacer frente a esta nueva situación. Tanto, que incluso ya se oye hablar de ropa anticoronavirus.
Los tejidos antimicrobianos no son algo nuevo, ni muchísimo menos. Se han estudiado durante años, especialmente con el fin de confeccionar con ellos batas y EPIS para sanitarios, tanto para su día a día como para situaciones extraordinarias, como esta pandemia. Pero ahora estas telas llegan a la población general en mascarillas reutilizables e incluso prendas de todo tipo. Esto último es lo que acaba de presentar la firma española de moda Javier Simorra, con su colección “Urban Protect”.
¿En qué consiste la ropa anticoronavirus?
El interés de Javier Simorra por los tejidos antimicrobianos no ha surgido a raíz de la pandemia.
En realidad, hace ya 10 años que creó “Simorra Lab”, un área de la empresa centrada en la innovación y la obtención de nuevos materiales. Con un laboratorio ubicado en Suiza y de la mano de otras empresas textiles españolas y japonesas, poco a poco se fue dando forma a esta nueva visión de la moda, llegando a un concepto que ha cobrado un especial sentido en los tiempos que corren.
La compañía presenta su ropa anticoronavirus como una colección formada por prendas protectoras, como gabardinas, trencas y capas. Según el comunicado que han enviado a medios de comunicación, todas ellas están confeccionadas con tejidos tratados para inactivar el 99’99% del coronavirus al entrar en contacto con ella, en un periodo de entre 5 y 20 minutos.
Suena bien. ¿Pero cómo lo consiguen? Y, más importante aún, ¿hasta qué punto es necesario?
Así son los tejidos antimicrobianos
Si bien no hay estudios publicados acerca de la elaboración de esta ropa anticoronavirus, sí que existen muchos otros en los que se analiza la eficacia de los tejidos antimicrobianos.
Estos suelen estar compuestos por fibras de nylon, poliéster o algodón, tratadas con sustancias como las sales de zinc o las nanopartículas de plata cargadas con antibióticos.
Estas últimas, lógicamente, van dirigidas a la eliminación de bacterias, pero no de virus. Sin embargo, desde Javier Simorra aseguran que sus prendas también son efectivas contra virus como el SARS-CoV-2.
Al ser contactado por Hipertextual, el director general de la compañía, Eduardo Dimas, nos ha explicado que las telas utilizadas están elaboradas a base de fibras de poliéster desarrolladas en Japón y que, además, han recibido una serie de tratamientos químicos. “El tejido tiene tratamientos de índole química, que incluyen el lavado, la relajación y el suavizado”, narra el empresario. ”Además, evidentemente en este caso, lleva incorporado un acabado con un agente químico que inactiva virus y bacterias”.
Añade que este agente ha sido probado con SARS-CoV-2 con resultados satisfactorios y que las pruebas se han realizado en laboratorios de reputación internacional bajo las normas ISO pertinentes para pruebas antivirales y antibacterianas.
De gabardinas a batas para sanitarios
Como es lógico, los “secretos” propios de la empresa impiden que pueda dar más detalles al respecto. A falta de estudios y, basándonos en las declaraciones de la compañía, sabemos que los laboratorios que han llevado a cabo las pruebas cumplen las normativas necesarias para ello y que los resultados han sido positivos.
Sabiendo esto, ¿hasta qué punto es necesario usar ropa anticoronavirus? Esto es algo que, lógicamente, dependería de las necesidades de cada persona. A día de hoy no se sabe con exactitud cuánto tiempo se mantiene activo el SARS-CoV-2 en los tejidos. Comparando con otros coronavirus, se calcula que podría ir desde unas pocas horas hasta un par de días, dependiendo del material en cuestión.
De cualquier modo, los tejidos son superficies porosas, en las que el contagio por contacto es más complicado que en las lisas. Por eso, la ropa no ha sido uno de los puntos de prevención en los que más se ha incidido hasta el momento. De poco sirve llevar una trenca que inactive el virus si no llevamos mascarilla o si no nos lavamos las manos después de tocar dos botones de ascensor, tres pomos y dos barandillas.
No obstante, para personas muy expuestas sí que puede ser una tecnología útil. Según ha contado Dimas a este medio, esta ya se está empleando para confeccionar mascarillas y EPIS para sanitarios. En este sector la investigación de estos tejidos resulta muy necesaria. Para lo demás, es un nuevo aliciente al mundo de la moda que, ¿por qué no?, si cumple lo que promete puede ser muy positivo. Pero siempre que se vea como un complemento a las medidas básicas ya establecidas. Si no, podría dar lugar a una falsa sensación de seguridad. Y eso, como ya hemos visto en los últimos meses, puede ser catastrófico.