Si bien en el pasado se asociaban a marineros y ex convictos, hoy en día los tatuajes son un “complemento” para nuestra piel cada vez más común. A falta de cifras exactas, la Academia Española de Dermatología estimaba en 2016 que aproximadamente una de cada tres personas de entre 18 y 35 años tiene al menos uno. Por eso, dada la popularidad que están tomando, cada vez es más importante conocer los consejos necesarios para cuidarlos. No solo es importante evitar que se decoloren, también se deben tomar algunas medidas para evitar problemas de salud. Y, para eso, uno de los primeros pasos es aprender a proteger los tatuajes del sol.
Es algo especialmente importante cuando están recién hechos. Sin embargo, también se debe tener en cuenta con el paso del tiempo, ya que sigue siendo una zona especialmente sensible de la piel, a la que hay que prestar mucha más atención.
Para empezar, no te lo hagas en verano
Uno de los primeros consejos que dan los expertos para proteger los tatuajes del sol es no hacerlos en verano.
Puede parecer muy obvio. No obstante, el deseo de mostrarlos nada más hacerlos a veces nos lleva a querer tatuarnos en el periodo estival, cuando una mayor cantidad de nuestra piel está expuesta a que la vean los demás.
No es una buena idea, pues precisamente el hecho de que esté más expuesto pone en peligro que se dañe. Cuando está recién hecho, no deja de ser una herida que se encuentra cicatrizando, por lo que una quemadura solar puede ser más dañina que en otras partes de la piel.
Si no hemos pensado este detalle y hemos acudido al tatuador en pleno mes de agosto, no pasa nada, pero hay que seguir algunas normas de seguridad. Para empezar, es muy importante evitar la exposición directa a la luz solar y, en caso de ir a hacerlo de forma indirecta, cubrir con vendas la zona.
¿Cómo podemos proteger los tatuajes del sol?
Una vez que el tatuaje ya ha cicatrizado, sigue siendo importante protegerlo de los rayos solares. Esto se debe a que las radiaciones ultravioleta emitidas por el astro rey oxidan los pigmentos, pudiendo dar lugar a la escisión de algunos de sus componentes.
El resultado más visible es la decoloración del tatuaje. No obstante, también se pueden generar reacciones alérgicas, con motivo de esta liberación. Pueden darse en el acto, pero además es posible que ocurran varios años después.
Por otro lado, algunos estudios analizan la presencia de ciertos compuestos tóxicos o incluso cancerígenos. Sin embargo, esto se ha hecho in vitro, no en la piel, por lo que no hay evidencias suficientes de que pueda ocurrir algo así en tatuajes reales. De cualquier modo, los expertos avisan que las alergias, aun sin ser muy frecuentes, sí que pueden darse, de ahí que sea importante proteger los tatuajes del sol, también por este motivo.
Para ello, basta con usar una crema con un factor de protección solar alto, al menos del 30, pero preferentemente del 50. En declaraciones al medio de noticias sobre estética Byrdie, la doctora en dermatología Marnie Nussbaum explica que es importante que el producto elegido sea de amplio espectro. Esto significa que protege tanto de las radiaciones UVA, que más queman la piel y dañan el ADN, como de las UVB, vinculadas a la escisión fotoquímica de los pigmentos del tatuaje.
No es igual para todos los pigmentos
Los tatuajes de colores claros son los primeros en decolorarse, puesto que ya de por sí los pigmentos no son demasiado intensos.
No obstante, no son los más peligrosos de cara a la exposición solar. Por ejemplo, los que tienen tonalidades rojas o amarillas absorben más las radiaciones, aumentando los riesgos de que se produzca una quemadura. Además, los pigmentos rojizos son los que se asocian a una mayor cantidad de componentes que podrían ser peligrosos en caso de que se liberen.
En definitiva, sean del color que sean, proteger los tatuajes del sol es esencial, para cuidar la salud y para mantener su color. No dejan de ser un dibujo en nuestra piel y cuidar la piel de este tipo de radiaciones, tanto en verano como durante el resto del año, es vital para nuestra salud.