Twitter, la red social cofundada por Jack Dorsey, no es un simple patio de recreo en el que leer noticias interesantes, compartir aficiones o ver el último contenido gracioso de internet. La plataforma del pájaro azul se ha convertido en un amplificador de voces populares, un lugar en el que políticos, marcas y empresarios acuden para expresar sus opiniones, compartir sus movimientos y anunciar sucesos con todo el mundo.

Lo hemos visto en los últimos años. Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos, recurre a Twitter para hacer todo tipo de afirmaciones relacionadas con su cargo. Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX, también utiliza la red social para publicar informaciones relacionadas con las compañías que dirige. Y casi todas las grandes empresas del mundo (tecnológicas o no) recurren a Twitter todos los días para propagar cualquier anuncio (importante o no) que tengan que hacer.

Twitter, una red social con un poder inmenso

Fallo en Twitter
Foto: David Ortiz | Hipertextual

El poder de Twitter, por lo tanto, es inmenso. Se trata de un altavoz a través del cual llegar a prácticamente todo el mundo. Sin embargo, esta estandarización de Twitter como canal de comunicación oficial por parte de muchas personas y empresas, también tiene sus riesgos. Un hackeo como el que ocurrió en las últimas horas pudo haber causado daños devastadores en algunos sectores.

Por ejemplo: ¿qué habría ocurrido si los hackers hubiesen utilizado la cuenta de Elon Musk para tuitear mensajes relacionados con la situación financiera de Tesla antes de que el NASDAQ cerrase la jornada? ¿Cómo habría afectado esto al valor de la acción del fabricante de automóviles? Y más importante: ¿cuánta gente habría ganado o perdido grandes sumas de dinero por un tweet publicado por unos hackers en una simple red social? No se trata de algo descabellado: hace no demasiado, el propio Elon –sin hackeo de por medio– aseguró en Twitter que las acciones de Tesla estaban demasiado altas. Minutos después, el precio de cada acción se desplomó en el NASDAQ.

Este mismo ejemplo casi apocalíptico también se puede derivar a muchos otros sectores. ¿Qué habría ocurrido si los hackers hubiesen publicado un tweet en el perfil de Donald Trump relacionado con alguno de los países con los que actualmente mantiene disputas el país norteamericano? En el medio plazo, se habría esclarecido la autoría de dicho tweet. Pero, en el corto plazo, esto podría haber desatado una reacción en cadena indeseada. Y esto mismo se podría aplicar a las cuentas de Twitter de los servicios de emergencia, los perfiles de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, etc.

El poder de la red social Twitter en la sociedad actual, por lo tanto, es superior a lo que muchas personas son conscientes. Al estar asentada como un canal de comunicación oficial, un uso indebido –o un hackeo, como es el caso– podría haber tenido consecuencias gravísimas en muchos sectores. Más incluso que el reciente intento de estafa mediante criptomonedas. Y sí, los escenarios anteriormente descritos pueden parecer casi apocalípticos. Pero todos ellos son escenarios que los hackers, hace escasas horas, tenían al alcance de sus manos.