Ennio Morricone, uno de los compositores claves para entender al mundo del cine a través de la música, murió hoy a los 91 años, según informó su abogado Giorgio Asumma a la agencia de noticias italiana (ANSA). El compositor tenía 91 años y había sufrido una fractura de cadera meses atrás, lo que le había mantenido en cama durante semanas.
“Siempre recordaremos, con infinita gratitud, el genio artístico del Maestro Ennio Morricone. Nos hizo soñar, sentirnos emocionados, reflexionar, escribir notas memorables que permanecerán indelebles en la historia de la música y el cine”, dijo el primer ministro italiano Giuseppe Conte, en un sentido homenaje de su gobierno a una de las figuras ilustres del mundo del cine italiano.
Con la muerte de Morricone, el cine pierde a uno de sus compositores más prolíficos, el que creó un brillante lenguaje entre cine y televisión a través de partituras inolvidables. Con una educación musical clásica, el compositor logró extrañas combinaciones tonales, que incluían silbidos, campanas, guitarras eléctricas, voces soprano sin palabras y coros completos. Su trabajo se convirtió en símbolo de un tipo de creación que no sólo incluía cierto aire clásico, sino la experimentación contemporánea.
De Europa al resto del mundo
Ennio Morricone fue un icono del mundo del cine Europeo y ya para las década de 1960 y 1970 escribió casi 150 partituras, todo una récord para un compositor musical de cine. No obstante, la mayoría de su trabajo fue para películas que jamás se estrenaron se estrenaron en Norteamérica, lo que provocó el curioso efecto de que su trabajo conquistara a un pequeño y selecto grupo de amantes de la música, antes que a los cinéfilos.
Los comienzos de Morricone mostraron lo más romántico y encantador del compositor (especialmente para películas europeas de la década de 1970 como Metti, Una sera a cena y Maddalena), pero también su talento para la experimentación, sobre todo gracias a su colaboración en las películas de suspenso italianas Giallo de la década de 1970 (como El pájaro con el plumaje de cristal de Dario Argento).
El músico creó 500 partituras para películas de cine y televisión, un amplio legado que permite comprender su trabajo a una escala magnífica: Morricone inventó un nuevo concepto sobre el uso del score y el soundtrack en el mundo del celuloide, además de crear una mirada atractiva y potente sobre la música como un elemento esencial al momento de crear atmósferas. Una y otra vez, Ennio Morricone supo encontrar un lenguaje que brindó personalidad, sustancia y poder a las más diversas historias.
El bueno, el malo, el melódico
A lo largo de 50 años de carrera, Morricone creó varias partituras clásicas cinematográficas, que incluye los spaghetti westerns de la década de 1960, hasta revisiones modernas del género como El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone en 1966, Once Upon a Time in the West”(1968) también de Leone hasta clásicos modernos como The Misión (1986) de Roland Joffé y Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore.
Para Morricone, la música era un elemento simbólico en el mundo del cine y se esforzó por crear las que son, quizás, varias de las bandas sonoras más reconocibles: Sergio Leone (de quien era amigo de la infancia), contó más de una vez que ambos llevaban a cabo un proceso individual para cada una de las escenas, que incluía imaginar la música como un nuevo personaje. El resultado era una versión musical sobre el guion que sostenía el argumento con una insólita fuerza.
Ennio Morricone tuvo una extraña y tensa relación con el mundo del cine norteamericano. A pesar de su talento y talla mítica, recibió seis nominaciones al Oscar: una de las llamativas por su colaboración con Terrence Malick en Días del Cielo (1978), en la que compuso un soundtrack que pudo captar la enigmática visión del director sobre la naturaleza humana escindida entre el bien y el mal. Después, estuvo entre la lista de nominados por La misión de Joffé, Los intocables (1987) de Brian de Palma, Bugsy (1991) de Barry Levinson, Malena (2000) de Giuseppe Tornatore y Los ocho odiosos (2015) de Quentin Tarantino, con el finalmente la ganó y cimentó las bases de su extraña, tensa y dura relación con el director norteamericano.
Por extraño que parezca, la poderosa, criticada y brillante reinvención del Western de Tarantino le valió levantar la estatuilla dorada gracias a su trabajo por segunda (ya en el 2006 había recibido un Oscar honorífico) y un tipo de reconocimiento insólito entre una nueva generación de amantes del cine, que revitalizó su imagen y en especial su trabajo. Para Morricone no se trató de un momento cómodo y corrieron rumores sobre su incomodidad con el premio.
Una relación complicada
El compositor había hecho algunos comentarios sobre su incomodidad en la manera cómo Tarantino utilizaba sus partituras en sus películas. Se trató de una crítica que no solo despertó rumores y comentarios, sino que por paradójico que parezca hizo que Tarantino le invitara a colaborar con una de sus películas más ambiciosas. Por extraño que parezca, Morricone aceptó hacerlo.
Su colaboración con Los odiosos ocho — que tomó por sorpresa al mundo del cine — permitió al director crear una de sus partituras más audaces, extrañas y simbólicas. Trabajo directamente sobre el guion de Tarantino y, de hecho, asumió la extraña historia escrita por el director como un todo conjunto, a diferencia de varios de sus trabajos previos en los que creó partituras cortas para escenas específicas — su técnica en Once Upon a Time in the West — y además, una versión monumental sobre la tensión general que Tarantino deseaba lograr.
El resultado es un brillante recorrido por el argumento, al que añadió notas magistrales para narrar musicalmente, la historia de los extraños y despreciables personajes imaginados por el director.
Ennio Morricone: una estela dorada
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas honró a Ennio Morricone con Oscar honorario por “sus magníficas y multifacéticas contribuciones al arte de la música de cine”. Fue el segundo compositor en recibirlo y subió al escenario con una mezcla de timidez y extraña incomodidad. Para Morricone, el mundo del cine norteamericano era un terreno al que no terminó a de acostumbrarse jamás.
Morricone trabajo siempre que pudo desde Roma y se negó a hablar —en público o cualquier situación relacionada con su trabajo— en cualquier otro idioma que no fuera el italiano. Eso no evitó que trabajara a ambos lados del Atlántico y con un nutrido grupo de directores, entre los que se cuenta la Sergio Leone ( en su poderosa Once Upon a Time in America), Gillo Pontecorvo (La batalla de Argel), Bernardo Bertolucci (1900), Terence Malick (Días del cielo), William Friedkin (Rampage), Roman Polanski (Frenético).
Morricone ya era una estrella del mundo del cine cuando fue nominado al Oscar por La Misión. Su visión primitiva, sofisticada y dura sobre la historia épica de Joffe en la América del Sur del siglo XVIII, le mereció BAFTA y Golden Globe, pero perdió el Oscar por Round Midnight compuesta por Herbie Hancock, una partitura de jazz que, además, no era del todo original e incluía recombinaciones de otros trabajos del autor.
La derrota indignó a Morricone — que se quejó públicamente — y a buena parte de la prensa especializada, que resaltó el hecho que Hancock había versionado buena parte de la partitura ganadora. La polémica obligó a la Academia de Artes y Ciencias cinematográficas a cambiar sus reglas y a depurar, el concepto sobre la música premiada entre sus nominaciones. Morricone desde Roma, declaró un escueto “era necesario”.
Pero Morricone siempre fue apreciado y un nombre popular entre las listas de los premios más exitosos. Durante toda su vida, recibió siete de los premios italianos David di Donatello, otro Globo de Oro por The Legend of 1900, un Grammy y otro BAFTA por The Untouchables, el Premio Golden Soundtrack de ASCAP y el premio al logro profesional del Sociedad de Música de Cine.
Grazie, Maestro
Artistas de todos los géneros musicales han rendido homenaje al maestro Morricone, que ha sido una inmediata referencia para un nutrido grupo de compositores de todas las edades.
Entre los más conocidos, se encuentra el realizado por el músico Yo-Yo Ma en un exitoso álbum clásico del 2004 y el tributo de 2007 We All Love Ennio Morricone, que contó con Celine Dion, Bruce Springsteen y Metallica.
Altivo, extraordinario, inmenso, el maestro Morricone deja a su paso, un tipo de creación musical para cine, que refleja su pasión y amor por el séptimo arte, quizás su mayor atributo.