La vacuna será el último capítulo de la batalla contra el coronavirus. Cuando se consiga, supondrá el fin de los contagios masivos y las muertes de miles de personas. Este escenario no se contempla, sin embargo, hasta el año que viene, la fecha en la que se espera que la vacuna pueda empezar a estar al alcance de la población.

Mientras, las investigaciones avanzan a nivel mundial y ya han empezado los ensayos clínicos de algunas posibles vacunas. Pero en el momento en el que se descubra y esté disponible, muchas personas pueden rechazarla, como ya ha sucedido anteriormente con otras vacunas como el sarampión. En este contexto ¿se podrá obligar a la población a vacunarse?

Sin ella, será muy difícil conseguir la inmunidad colectiva. Y que haya una parte de la población mundial que la rechace puede tener consecuencias. "Además puede ser vector de transmisión de enfermedades que se transmiten incluso a más velocidad que la COVID-19 como es el caso del sarampión.

Y esta última enfermedad hay que recordar que cuando no existía vacuna provocaba epidemias similares a la que estamos viviendo en la actualidad y elevada mortalidad, sobre todo en los niños", explicó a Hipertextual Marta Garcés, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría.

Un dilema bioético: ¿asumiremos los riesgos de acelerar la investigación de las vacunas frente a la COVID-19?

Vacuna obligatoria, algo atípico

Sin embargo, en España no existe ninguna vacuna obligatoria, todas son voluntarias y altamente recomendables. En una situación normal, por lo tanto, no tiene cabida que se obligue a inyectarse. No obstante, excepcionalmente, la Ley Orgánica 3/1986 permite planear la vacunación con carácter obligatorio en casos de epidemias y crisis sanitarias -como el coronavirus- y riesgo efectivo para la salud pública. En el resto de los casos, en los que el riesgo es exclusivamente individual, sólo sería posible obligar a la vacunación en este caso, recuerda Garcés.

"Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo y no es posible conseguir su autorización, consultando, cuando las circunstancias lo permitan, a sus familiares o a las personas vinculadas de hecho a él, sin que resulte de aplicación a estos supuestos de riesgo individual la Ley Orgánica 3/1986".

Hasta ahora, el Gobierno español no ha dado ningún indico de que plantee obligar a la población a vacunarse ni si harán uso de estos mecanismos legales por la excepcionalidad de la situación actual.

La vacuna ¿efectiva para todos al 100%?

Se calcula que en España el movimiento antivacunas y las personas reticentes a esta práctica tienen presencia testimonial y que supone el 5% de la población total. Por lo tanto, este pequeño porcentaje podría no suponer un peligro para la salud pública en el caso de que decidiera no vacunarse al tratarse de una cifra simbólica.

Amós García Rojas, jefe de sección de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública de Canarias, opinó que debido a la baja influencia de las personas reticentes a las vacunas, no tendría sentido hacerlas obligatorias para acabar con el coronavirus. No obstante, alertó de que la efectividad puede influir al inocularse en adultos, sobre todo en el colectivo más vulnerable de esta pandemia: las personas de edad avanzada.

"La vacunación en adultos es más débil, tiene coberturas más bajas que en niños. La vacuna que tiene mayor pedigrí en adultos, la de la gripe y que se inyecta en personas mayores de 60 años, llega a una cobertura de entre el 53 y el 57%. Estamos lejos de conseguir las coberturas que recomienda, de un 75%".

En entrevista con Hipertextual, García Rojas subrayó que una gran mayoría de la población asumirá claramente la necesidad de vacunarse, sobre todo teniendo en cuenta el escenario que hemos vivido durante la pandemia. De cara a las personas que no estén de acuerdo, el epidemiólogo apostó por hablar con ellas y hacerles entender la importancia de frenar las enfermedades de transmisión. "La COVID-19 es un claro ejemplo de que no podemos bajar nunca la guardia".

La investigación es el pilar para la vacuna contra el coronavirus

La lucha por la vacuna durará, por lo menos, hasta principios del año que viene. Los científicos de todo el mundo están investigando cuál es la fórmula perfecta y, mientras, los gobiernos han asumido la necesidad de disponer de una vacuna y están haciendo fuertes inversiones económicas. "En el momento en el que la inversión sea pública se garantiza lo más importante: que la vacuna esté disponible para todo el mundo", sentenció Amós García Rojas.

Para Marta Garcés, el problema reside, sin embargo, en que la investigación en España se interpreta como un gasto y no como una inversión. Por lo tanto, no se invierte lo suficiente en proyectos que podrían ser líderes a nivel mundial, lo que también provoca una fuga de cerebros.

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"Nuestro país dispone de escasos recursos para desarrollar vacunas. Si dispusieramos de fábricas sería mucho más sencillo acceder a ellas en situaciones como la actual y no depender de la compra de la misma en otros países, como va a suceder en el caso de la COVID-19", indicó.

Por ahora, la vacuna sigue siendo una incógnita. No sabemos cuándo podremos acceder a ella, tampoco si realmente conseguirá proteger de manera eficaz y si podremos decir que hemos podido vender al coronavirus cuando se descubra. Pero, al menos en este momento, es la solución que más se aproxima al final de la pandemia. Y, pese a los antivacunas, todo indica que la población está dispuesta a hacer todo lo posible a luchar contra la enfermedad que ha contagiado a más de 6 millones de personas y ha provocado el fallecimiento de 372.000 en todo el mundo.

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