La política da para muchas anécdotas e historias curiosas. Es lo que ocurre con Múnich y su apuesta por el software libre, proceso que empezó en 2003 y que recientemente ha añadido un nuevo capítulo a una historia que nunca se acaba. A un lado, defensores de software libre, al otro, defensores de software privativo. Ambos han combatido por hacerse con el favor de las instalaciones informáticas del Ayuntamiento de Múnich.

Todo empezó cuando el Ayuntamiento de la tercera ciudad más grande en población de Alemania, necesitó migrar sus sistemas informáticos. Sus licencias de Windows NT 4.0 llegaban a su fin y debían tomar una decisión. Dos opciones a elegir: actualizarse a Windows XP o migrar a un sistema operativo de código abierto basado en Linux.

Una decisión burocrática se convirtió en una lucha por la defensa de la neutralidad de los organismos públicos en lo que a tecnología se refiere. ¿Optar por soluciones de código abierto sin fines comerciales y respaldados por empresas locales o seguir pagando cuentas millonarias por licencias de software que en su práctica totalidad se gestaban en Estados Unidos?

Hace casi 20 años empezó esta migración en el Ayuntamiento de Múnich que dio la vuelta al mundo. Luego cambiaron las tornas. Y hace poco volvieron a cambiar una vez más en un nuevo giro de los acontecimientos. Pero vayamos por partes y expliquemos cada uno de los capítulos que componen esta historia.

Capítulo 1: ¿Windows o Linux?

Mayo de 2003. El Ayuntamiento de Múnich aprueba gastar 30 millones de euros para migrar sus ordenadores a Linux. En concreto, lo harán con una distribución propia llamada LiMux basada primero en Debian y más adelante en Ubuntu. Además de Linux, aprueban sustituir Microsoft Office por la solución de software libre OpenOffice.

Múnich empleaba Windows NT y Microsoft Office en sus sistemas informáticos, pero ante el dilema de actualizar las licencias a Windows XP u optar por una solución de código abierto, gana la segunda opción.

Microsoft lo intentó todo para evitar ese cambio. Tal y como recuerda la prensa de la época, además de descuentos y ofertas, el propio Steve Ballmer, en aquel entonces CEO de Microsoft, se desplazaba a Múnich para hablar personalmente con el alcalde. Se dice que incluso interrumpió sus vacaciones en Suiza para ello.

Este caso dio la vuelta al mundo por varias razones. En primer lugar, Microsoft gozaba de una situación de monopolio en informática personal, ya que prácticamente cualquier computadora usaba Windows y, por ende, Microsoft Office. Esto era así tanto en hogares como en empresas y organismos públicos. Sin embargo, el movimiento en defensa del software libre empezaba a despuntar y a erigirse como una alternativa a tener en cuenta. Ubuntu vería la luz al año siguiente, 2004, y ya existían grandes empresas linuxeras como Red Hat o la alemana SuSE.

Linux era muy popular en el sector de servidores, pero en la informática personal era todavía una opción exótica que no todos veían con buenos ojos. La decisión del Ayuntamiento de Múnich supuso un gran apoyo a Linux y al software libre. Además, daba respuesta a un debate iniciado por aquel entonces en el que muchos defendían que los organismos públicos debían usar software libre en vez de opciones privativas.

La migración de Windows a Linux por parte del Ayuntamiento de Múnich tuvo una duración de casi diez años. En 2012, la ciudad había migrado 12.600 ordenadores de un total de 15.500. Además, todo eran buenas noticias: sus propios responsables reconocían haber ganado en libertad en las decisiones relacionadas con el software y haber mejorado la seguridad. Eso y el ahorro de casi 12 millones de euros.

Pero todo cambia en 2014. Y es aquí donde empieza el segundo capítulo de esta historia.

Capítulo 2: Volvemos a Windows

Viajamos a 2014. A nivel político, nada parece cambiar en el Ayuntamiento de Múnich. Sigue gobernando el SPD, el partido socialdemócrata alemán. Lleva haciéndolo desde 1948 con una única interrupción entre 1978 y 1984. Salvo esa legislatura, el resto han estado en manos del SPD bajo distintos alcaldes. Y aquí es donde empieza el problema para Linux en Múnich.

En 2014, el nuevo alcalde Dieter Rieter decide volver a Windows. ¿Sus argumentos? Los empleados públicos se quejan de la dificultad de cambiar a Linux y de trabajar con OpenOffice (LibreOffice por aquel entonces) en vez de Microsoft Office.

La migración ya había sufrido varios contratiempos. En 2004, por ejemplo, el Ayuntamiento se vio obligado a estudiar las implicaciones legales de la migración. Pero en 2006 se reanudó la transición a Linux. Sin embargo, la decisión del nuevo alcalde de Múnich podía echar por tierra una migración de casi diez años.

De nada sirvió adaptar la interfaz de Linux para cumplir con los estándares. O crear una herramienta propia para que OpenOffice fuera compatible con plantillas, documentos y otros elementos propios del Ayuntamiento de Múnich. O el ahorro de casi 12 millones de euros que mencioné en el capítulo anterior.

¿Qué explica el cambio de opinión tan repentino? Dos explicaciones. La primera, un informe de Microsoft presentado en 2013 y que afirmaba que la migración de Múnich Linux no sólo no les había ahorrado dinero sino al revés: les había costado 60 millones de euros.

Segundo motivo. El gobierno de Múnich en 2014 se logró mediante una coalición entre el SPD y el CSU, socialdemócratas y cristianodemócratas. Precisamente, el proyecto de volver a Windows fue promovido en parte por el cristianodemócrata Josef Schmid. Pero no es necesario culpar del cambio a Windows a al CSU. La representante del partido verde en Múnich, Sabine Nallinger también habló de problemas relacionados con el intercambio de datos.

Tal vez el problema no estaba tanto en Linux per sé sino en la persistencia de seguir dependiendo de Windows. En un informe de 2008 de la Comisión Europea se decía que el Ayuntamiento de Múnich todavía dependía de más de 300 herramientas de software administrativo especializadas. En otras palabras, sin alternativa libre de código abierto.

Tras una investigación independiente, Múnich decidió volver a Windows. La utopía de abandonar el software privativo en instituciones públicas había llegado a su fin. ¿O tal vez no?

Capítulo 3: Volvemos a Linux

El 15 de marzo de 2020, los habitantes de Múnich tenían elecciones municipales. En plena pandemia. Ninguna sorpresa en los resultados. Como comenté antes, desde 1948 gobierna el SPD. Así pues, Dieter Reiter renovó su puesto como alcalde de Múnich. Eso sí, en esta ocasión la coalición de gobierno no fue entre SPD y CSU como en 2014. En 2020, la coalición que gobernará hasta 2026 es entre SPD y el partido verde.

Entre las muchas decisiones tomadas, una de ellas consiste en centrarse en los estándares abiertos y en el software de código abierto. En otras palabras: dinero público, código público. Vamos, volvemos a la decisión tomada en 2003.

Pero las cosas han cambiado mucho en estos años. Para empezar, Microsoft ha cesado en su lucha contra el software libre y ha optado por unirse al enemigo con proyectos como integrar Linux en Windows a través de su tecnología WSL (Windows Subsystem for Linux).

Segundo gran cambio: el movimiento de software libre tiene poderosos aliados. Ya no es una extravagancia querer usar Linux en el ámbito público.Red Hat, por ejemplo, fue adquirida por IBM. SUSE fue adquirida por un grupo de inversión. Y qué decir de la apuesta de Google por el software libre o la propia Microsoft con la adquisición de GitHub.

En tercer lugar, las incompatibilidades entre sistemas operativos son cada vez menos en una realidad en la que internet y los estándares actuales hacen prácticamente invisibles las diferencias entre usuarios de Windows, macOS o Linux, a los que hay que añadir los usuarios de iOS, iPadOS o Android.

Sin embargo, es una lástima que por el camino se hayan perdido 86 millones de dólares. El coste de volver a Windows tras la migración a Linux.

De todas formas, la noticia es positiva a medias. En primer lugar, el Ayuntamiento de Múnich tendrá que esperar a que expiren sus contratos actuales para optar por soluciones basadas en código abierto. Esto puede llevar años. Precisamente por ello, la Free Software Foundation ha solicitado al Ayuntamiento de Múnich un plan para saber qué se hará en los próximos meses para cumplir esta decisión de apoyar el software libre.

El tiempo dirá cómo es esta nueva migración a soluciones de código abierto. Queda claro que el debate no está cerrado y siguen habiendo defensores y detractores de ambas posturas. Además, un cambio de gobierno puede influir también para bien o para mal para que este proyecto siga adelante o no.