Además de un reconocido director, Martin Scorsese es también un investigador apasionado por la historia del mundo. Algo que dejó plasmado al fundar la iniciativa sin fines de lucro The Film Foundation, que incluye películas de su autoría, y también una cuidada selección de films norteamericanos que sostienen al cine como una forma de arte y técnica, obras internacionales de notable factura y documentales educativos. En palabras del director, la asociación busca reflexionar sobre lo fílmico como “un viaje personal de enorme importancia”.

Llevado por su profundo interés en el universo cinematográfico, hace unos meses Scorsese compartió con sus películas favoritas. Aquellas que considera de necesaria revisión para cualquier cinéfilo. Te dejamos las que, a juicio del director, no deberían faltar en ninguna lista de apreciación cinematográfica que se precie.

2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick (1968)

Se la considera una obra de ruptura dentro de la obra de Kubrick. O al menos una propuesta renovada de lo que hasta entonces había sido su trabajo cinematográfico y de hecho, marcó un antes y un después en lo que al lenguaje visual del director se refiere: es indudable que a través de la película, encontró una depuración creativa de objetivos y metáforas que brindó una enorme madurez a su posterior propuesta.

“Se necesita una audacia y un poder extraordinarios para decir: 'Detengamos todo y llevemos a la audiencia a los tiempos prehistóricos'", dijo Scorsese sobre el estreno de la película. “Kubrick estaba diciendo: 'Quiero que veas algo. Te llevaré a través de algo que nunca pensaste que experimentarías'", una idea sin duda formidable.

, de Federico Fellini (1963)

A la película Ocho y medio se le ha llamado conclusiva, una confesión elemental de la propuesta de Fellini sobre su manera de interpretar al cine. También se le ha llamado ejercicio estilístico, patrimonio del absurdo. Un experimento que nadie sabe decir muy bien si fue fallido o exitoso. Pero lo cierto que el film —con toda su carga simbólica— es mucho más que eso. Es una síntesis de la visión de director.

“8½ siempre ha sido una piedra de toque para mí”, explicó Scorsese sobre la odisea autobiográfica de Federico Fellini. También, insistió en la indudable cualidad de ruptura de una película destinada a redimensionar lo cinematográfico como lenguaje. Además, en la misma entrevista elogió “la libertad, el sentido de la invención, el rigor subyacente y el profundo núcleo del anhelo, el tirón hechizante y físico de la cámara en sus movimientos y las composiciones”.

Cenizas y diamantes, de Andrzej Wajda (1958)

Scorsese compara la película del director polaco con una visión sobre el bien y el mal casi inabarcable y en sus palabras “una pesadilla que no se detendrá”.

El argumento, que sigue a un soldado polaco bajo el ala de la rebelión anticomunista durante los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, juega con la tensión narrativa hasta crear una perspectiva hórrida sobre la moral, el sufrimiento intelectual y la angustia emocional convertida en desencanto. Todo bajo una magnífica puesta en escena que en la actualidad sigue resultando asombrosa. “La película tiene el poder de una alucinación”, dijo Scorsese. “Puedo cerrar los ojos y ciertas imágenes volverán a verme con la fuerza que tenían cuando las vi por primera vez hace más de cincuenta años”. El director elogió a Wajda como “un modelo para todos los cineastas”.

The changeling, de Peter Medak (1980)

Para el director neoyorquino, esta extraordinaria reinvención del género de casas embrujadas es también una mirada profunda, alegórica y dolorosa sobre el luto. “Una brillante película de casas encantadas llena de tristeza y temor”, escribió Scorsese sobre el film.

El argumento, que cuenta la historia de un compositor que se muda a una misteriosa casa de Seattle que al parecer se encuentra habitada por el espíritu inquieto de un niño asesinado, es también es un recorrido a través del trauma de la muerte, la incertidumbre y el duelo como una emoción imposible de definir de forma clara. A medio camino entre el horror psicológico y algo mucho más amargo, la película fue la influencia inmediata de Scorsese para su celebrado film del 2010, Shutter Island.

Los jugadores de ajedrez, de Satyajit Ray (1977)

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Hay una tensión casi insoportable en cada una de las escenas de esta curiosa película de uno de los directores indios favoritos de Scorsese. Con un guion impecable y una puesta en escena que juega con lo onírico y lo surreal, el film es una búsqueda incesante sobre los orígenes de la realidad y la forma en que concebimos la identidad, todo bajo el peso de un momento histórico de considerable importancia: los primeros levantamientos de la India contra el Imperio británico.

“Muy pocos directores han sido lo suficientemente valientes como para intentar mostrar la historia de una forma tan sincera. Al ver la película, toda la película parece grande y trágico al mismo tiempo”, explicó el director.

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