Cualquier película, por sencilla que esta sea, conlleva un gran trabajo detrás. En la larga historia del cine han existido proyectos complicados, con accidentes y pormenores de toda clase. Sin embargo, la de Roar, o El gran rugido, en español, sí que merece una mención especial, no por nada ha sido denominada la película más peligrosa jamás hecha, pues casi todos los miembros del reparto y los del staff resultaron heridos, algunos muy graves. Lo más absurdo de todo es que, pese a tantos trabajos en producción y altos costes, la cinta resultó un tremendo fiasco. Acá repasamos su historia.

Como todas las grandes historias, la Roar comenzó a escribirse con un evento aparentemente irrelevante. Resulta que el productor Noel Marshall y su esposa, Tippi Hedren, realizaron un viaje a África en 1969, en donde vieron una imagen que despertaría en Marshall una idea. Una de esas ideas que no dejan de crecer hasta convertirse en un capricho peligroso. Lo que vieron fue una cabaña abandonada en la que docenas de leones comenzaron a habitar para descansar y esparcirse. Así, de regreso en California se Marshall puso manos a la obra; quería realizar una cinta llena de felinos en la que se priorizara el mensaje de protección y conservación de estos animales.

Para su empresa la pareja se hizo de varios cachorros de león para vivir en su residencia en Sherman Oaks, California. Para 1976 comenzó la filmación y con ella uno de los capítulos más peligrosos y extraños de las cintas de Hollywood. Noel Marshall además de productor fue también el director de Roar. Por otro lado, el reparto se conformó por los miembros de su propia familia: Tippi Hedren, su hija, una jovensísima Melanie Griffith, y los dos hijos del matrimonio anterior de Noel: John y Jerry Marshall.

A pesar de la experiencia de Marshall (fue productor de la mítica El Exorsista) y de su esposa como actriz (fue actriz en Los pájaros de Alfred Hitchcock no bastaría ninguna habilidad para enfrentar todos los problemas que se suscitarían en el set de grabación. Y es que reunieron ahí a una centena de animales salvajes. Desde 1971 los Marshall comenzaron a hacerse de leones y después otras especies de felinos, así como aves y elefantes. Pues pese a que la historia supuestamente se desarrolla en África, el set de grabación fue construido en Soledad Canyon, California. Propiedad que tenía en 1979 a 71 leones, 26 tigres, un tigón (híbrido de un tigre macho y una hembra leona), 9 panteras negras, 10 pumas, 2 jaguares, 4 leopardos, 2 elefantes, 6 cisnes negros, 4 gansos canadienses, 4 grullas, 2 pavoreales, 7 flamencos y una cigüeña marabú.

Por supuesto que desde el hecho de reunir tal cantidad de animales en un solo lugar las cosas no podían salir bien. Para empezar para el presupuesto. Se dice que Marshall había considerado un presupuesto de 3 millones, una cifra que se superó varias veces hasta alcanzar los 17 millones que costó en total. El dinero se consumió a un ritmo acelerado, desde los altos costes de mantenimiento del set y los menesteres de la filmación, pues tan solo el cuidado del lugar, así como la alimentación de los animales, de los actores y del equipo técnico costaba 4000 dólares al día. Lo más complicado fue que todo el proceso de confección de la cinta se extendió por varios años, 11 largos años para ser exactos.

A pesar de este derroche escandaloso de dinero nos parecerá poca cosa ante los grandes peligros que sufrieron todos durante la filmación. El problema parte de la historia central: la convivencia entre humanos y animales salvajes. Noel Marshall también interpretó el papel protagónico, Hank, un naturalista que se encuentra en algún lugar de África investigando la vida salvaje de diversos animales. Más tarde al lugar acude su familia —como sabemos, efectivamente se trataba de su familia de la vida real. Los humanos tuvieron convivir libremente con los animales salvajes, sin entrenadores o cuidadores especializados suficientes. Además los comportamientos intrépidos de Marshall, incluso irracionales, convirtieron la filmación en un infierno.

Según versa en la propia presentación de Roar: “Ningún animal fue herido durante la filmación de esta película. 70 miembros del equipo técnico y artístico sí lo fueron”. Las heridas no fueron pocas y distaron mucho de ser algunos rasguños o golpes, recordemos que estamos hablando de grandes felinos casi acinados en un solo lugar, sin ninguna clase de entrenamiento o cuidadores profesionales. Tan solo el hijo de Noel, John, resultó con un tremendo corte en el cuero cabelludo que le costó 56 puntadas, sin embargo regresó a la filmación tiempo después.

Ese es tan solo un ejemplo del peligro que corrieron todos en la filmación. Melanie Griffith, por su parte, sufrió también una herida en el rostro, que le costó no solo hospitalización sino cirugía reconstructiva. Se dice que la actriz luego del accidente se rehusó a volver a la filmación, sin embargo, sorpresivamente, sí lo hizo y siguió enfrentándose a toda clase de peligros. Tippi Hedren también sufrió un accidente muy aparatoso y complejo, pues en una escena tuvo que montar a Timbo el elefante y este la tiró y le aplastó su pierna contra un tronco. La actriz sufrió una fractura grave y pasó por una recuperación complicada.

Por supuesto que el autor de la película también se llevó lo suyo, como decíamos líneas arriba, Marshall padre no solo tuvo la locura de realizar este proyecto, sino que era intrépido y arrojadizo, tan solo en una de las primeras escenas de la película se le ve unirse a una pelea de leones macho, lo cual le costaría un profundo corte en la mano. No es la única vez que sufriría una herida por su ¿locura? Incluso después de la filmación tuvo que ser hospitalizado por varios meses, pues desarrolló gangrena y su vida corrió gran peligro.

La fascinante historia de «la peor película jamás hecha»

Bueno, pero todo este esfuerzo habrá valido la pena, se podrá decir. Lo peor del caso es que no: Roar fue un fracaso en taquilla, pues solo pudo recaudar 2 millones de dólares en taquilla. Las distribuidoras y estudios que en un principio estaban interesados en el proyecto más pronto que tarde retiraron participación, por lo que los Marshall tuvieron que terminar la cinta con sus propios recursos. Sin distribuidora, Roar fue estrenada el 30 de octubre de 1981 fuera de Estados Unidos y con apenas una semana en carteleras. Muchos años más tarde, en 2015, fue estrenada en Estados Unidos, momento en el cual resurgieron los testimonios de los implicados en esta cinta. Noel Marshall había fallecido para entonces. Pese a todas sus fallas y peligros, Roar se ha convertido en un título de culto, algo parecido a lo que le sucedió a Room, la peor película de la historia.

Además del fracaso en taquilla, la película es un desastre en todo sentido cinematográfico. Así que, por esto mismo puede decirse que se trata de una, si no es que la película casera más cara de la historia y, como ya vimos, el largometraje más peligroso jamás hecho.

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