En la actualidad, las novedades tecnológicas se anuncian en congresos mundiales o en eventos especiales que organizan las principales marcas del mercado. Nada nuevo si echamos la vista atrás y nos fijamos en las exposiciones internacionales, los salones y congresos que en el pasado servían a las grandes figuras a mostrar sus nuevas invenciones y a los recién llegados a darse a conocer y, tal vez, encontrar quien les financiara su proyecto. Distintos nombres pero el mismo concepto.
Precisamente, en una de esas exposiciones se produjo un antes y un después. No fue inmediato, pero la Exposición Internacional de Electricidad celebrada en París en 1881, la primera de varias, sirvió para dar a conocer inventos que empleaban la electricidad para funcionar y que cambiarían cómo nos movemos, cómo nos comunicamos y, en general, cómo vivimos dentro y fuera de nuestros hogares.
La electricidad es algo que el ser humano conoce desde sus primeros días en la tierra. Pero una cosa es saber que un rayo contiene energía suficiente para matarte o para iluminar miles de hogares si esa energía se pudiera canalizar y otra muy distinta es generar electricidad, almacenarla, distribuirla y darle utilidad práctica. Hoy es relativamente fácil de decir, pero no fue hasta el siglo XIX que algunos pioneros lograron sacar partida de la electricidad.
Primero fue el telégrafo eléctrico de Samuel Morse en 1833. Luego llegarían las primeras instalaciones de iluminación eléctrica pública fuera y dentro de los hogares y la generación de electricidad a nivel industrial. El ser humano había logrado domesticar la electricidad y sus posibilidades parecían infinitas. Así que éstos y otros logros empleando esta redescubierta energía se pudieron ver, en algunos casos por primera vez, en la primera Exposición Internacional dedicada exclusivamente a la Electricidad.
Así que tras la Exposición Universal de París de 1878, dedicada a temas tan amplios como la agricultura o la industria, la Exposición Internacional de Electricidad de 1881 demostró a mundo todo lo que se podía hacer con la electricidad y dejó entrever lo que vendría en el futuro.
El tranvía eléctrico
La Exposición Internacional de Electricidad de París de 1881 se instaló en el Palacio de la Industria, levantado precisamente para la primera Exposición Universal de París, en 1855. Y para dar la bienvenida a los visitantes, lo primero que éstos veían, según cronistas de la época, “son un ferrocarril o tranvía eléctrico y nos grandes focos de luz colocados en la parte alta de la azotea”.
El primer tranvía eléctrico de la historia se puso en marcha cerca de San Petersburgo, Rusia, en 1880. Hasta entonces, este medio de transporte empleaba tracción animal, normalmente caballos. Así que para 1881, salvo que vivieras en la entonces capital rusa, ver un tranvía eléctrico suponía toda una sorpresa. Si bien el diseño y la estructura de los vagones era muy similar en ambos casos, no ver unos caballos que tiraran del vagón resultaba cuanto menos extraño.
En gran parte gracias a la publicidad que le hizo la Exposición Internacional, pronto el tranvía se expandió a otras ciudades, países y continentes. Tras el éxito ruso de 1880 llegaron los tranvías eléctricos de Berlín (1881), Brighton, Reino Unido (1883), Cleveland, Ohio, Estados Unidos (1884), Viena, Austria (1887), Budapest, Hungría (1887), Richmond, Virginia, Estados Unidos (1888), Toronto, Canadá (1892)…
A España, el tranvía eléctrico llegará por primera vez a Bilbao en 1896, seguido por las líneas eléctricas de Cartagena (1898), Madrid y Barcelona (ambas en 1899). A Valencia llegará en 1900 y a Zaragoza en 1902.
Por su parte, Argentina vería su primer tranvía eléctrico en Buenos Aires en 1897, Brasil en Río de Janeiro en 1896, Chile en 1900 en Santiago de Chile y México en Ciudad de México en 1900.
El alumbrado eléctrico
Hasta la Exposición de 1881, el alumbrado público empleaba gas, introducido en 1807 en Londres. No fue hasta 1875 que fue posible la iluminación exterior empleando farolas eléctricas, llamadas inicialmente velas eléctricas o velas Yablochkov en honor a su inventor, el ruso Pavel Yablochkov.
Los Angeles introdujo la iluminación eléctrica de algunas de sus calles en 1876, y París hizo lo propio en 1878 aprovechando la inauguración de la Exposición Universal de ese mismo año. Pero esa primera instalación parisina se limitaba a la avenida de la Ópera y a la plaza de la Estrella, hoy bautizada como Plaza Charles de Gaulle y donde destaca el Arco de Triunfo de París. Sea como fuere, gracias al impulso de la Exposición Universal, París se benefició del alumbrado eléctrico, que se expandió por varias de sus calles más transitadas.
Como curiosidad, estas primeras redes de farolas eléctricas empleaban la tecnología de lámpara de arco eléctrico, inventada por Humphrey Davy en 1811. La iluminación incandescente, descubierta por Joseph Swan y Thomas Edison, se emplearía prácticamente en la misma época en ciudades como Newcastle (1879) o Cleveland, Ohio, Estados Unidos (1879).
Las bombillas eléctricas
Junto a la iluminación exterior, las primeras instalaciones privadas también vieron la luz, nunca mejor dicho, en la Exposición de 1881 con representantes de la talla de Edison o Swan, entre otros nombres.
Precisamente, Thomas Edison presentaba sus bombillas eléctricas incandescentes, las que hemos disfrutado durante décadas hasta la llegada del fluorescente (1980) y el LED (2000). Edison no fue el primero, ya había demostraciones de bombillas similares en 1835, pero Edison y sus investigadores dieron con el filamento adecuado para producir luz suficiente para iluminar. Patentada en 1879 y en 1880, la bombilla incandescente empleaba filamento de carbono inicialmente.
Por su parte, Joseph Swan, además de ser el responsable de la iluminación pública incandescente, presentó en la Exposición Internacional su propia bombilla incandescente para uso doméstico o en interiores. El inglés patentó su invento en 1879 y en 1881 creó su propia compañía, la Swan Electric Light Company. La bombilla de Swan también empleaba un filamento de carbono y, técnicamente, se adelantó a la de Edison. Como curiosidad, en 1883 unieron sus fuerzas bajo el nombre Edison and Swan United Electric Company.
El vehículo eléctrico
Otra de las invenciones que se presentaron en la Exposición de 1881 fue el vehículo eléctrico. Con anterioridad hemos visto algunos de los primeros vehículos eléctricos de la historia como los que creó Louis Antoine Kriéger y su Compañía de Vehículos Eléctricos Kriéger.
Pero entre los nombres que presentaron sus primeros vehículos movidos por electricidad destaca Gustave Trouvé, ingeniero e inventor, entre otras cosas, del telégrafo militar portátil (1872) o del detector de metales (1874). Y en 1881 presentó al mundo su triciclo propulsado por electricidad, técnicamente, el primer coche eléctrico con permiso de los construidos por Kriéger.
Como se puede ver en grabados de la época, el vehículo eléctrico de Trouvé constaba de una gran rueda en el lateral izquierdo y de dos ruedas a la derecha, como una bicicleta. En medio iba el conductor, sentado, y detrás de éste la batería encargada de proporcionar la electricidad suficiente para girar las ruedas.
Los vehículos eléctricos de monsieur Kriéger
El motor eléctrico que empleaba Trouvé había sido desarrollado por Siemens. Y el triciclo era un diseño de James Starley. El buen funcionamiento del invento hizo que aplicara ese motor para otros usos en el futuro, como una barca eléctrica.
Con más de 900.000 visitantes, la Exposición Internacional de Electricidad de 1881 fue todo un éxito. Y es que, como hemos visto, la lista de invenciones que se pudieron ver, por primera vez en muchos casos, fue enorme. Algunos de los inventos presentados cayeron en el olvido, otros sirvieron de inspiración para futuros aparatos y, los terceros, impresionaron tanto que se aplicaron al mundo real en cuestión de meses o años. Sea como fuere, esta Exposición supuso la reunión de los grandes inventos basados en la electricidad que recién se habían inventado y que cambiarían el mundo hasta nuestros días.