Si hoy en día los automóviles siguen funcionando principalmente con gasolina y derivados es básicamente porque a principios del siglo XX ganaron la batalla ante las opciones disponibles en aquel entonces. Gas natural, electricidad y gasolina pudieron reinar como ingrediente principal para que los motores de la época movieran los vehículos de aquel entonces y los actuales. Sin embargo, aunque la victoria fue para la gasolina, la electricidad tuvo el apoyo de pioneros de todo el mundo. Y, finalmente, el tiempo ha acabado dándole la razón.
El triciclo Trouvé, del francés Gustave Trouvé, es considerado el primer vehículo movido con electricidad. Presentado en París en 1881 en la primera Exposición Internacional de Electricidad, su triciclo de la marca inglesa Starley podía propulsarse automáticamente con ayuda de un motor eléctrico desarrollado por la alemana Siemens. Y si en la actualidad el referente del vehículo eléctrico es la compañía Tesla, la primera firma automovilística que apostó por los automóviles eléctricos fue la francesa Jeantaud, fundada por Charles Jeantaud en 1893. Algunos de sus modelos alcanzaron los 90-100 kilómetros por hora en 1899.
Pero aunque fueron muchos los pioneros avanzados a su tiempo que apostaron por la electricidad como medio de propulsión, en este artículo nos centraremos en uno de ellos. Más concretamente, en el francés Louis Antoine Kriéger, industrial francés que fundó en 1898 su propia empresa automovilística, la Compañía de Vehículos Eléctricos Kriéger.
Los inicios de monsieur Kriéger
En palabras de Jorge Lucendo, autor del libro Las Edades del Automóvil, Louis Antoine Kriéger hizo sus primeros pinitos en la industria automovilística y, más concretamente, en el sector del automóvil eléctrico, fabricando desde 1894 “carruajes eléctricos de lujo en París”. Entre sus particularidades, estos vehículos contaban “con dos motores delanteros, uno para cada una de las ruedas delanteras”.
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Pero lo más destacable era que “presentaba un innovador sistema de frenos regenerativos en las ruedas”. Como vimos en un artículo anterior, estos frenos aprovechaban el frenado para convertir esa energía cinética en energía eléctrica. Así, se recargaba la batería y ésta duraba más.
El éxito hizo que cuatro años más tarde, en 1898, fundara su Compañía de Vehículos Eléctricos Kriéger con la que produjo tres modelos: el Brougham, el Landaulette y el Electrolette. El primero, Brougham, se lanzó al mercado en 1904. Constaba de dos motores eléctricos Postel-Vinay de cuerda compuesta que accionaban las ruedas delanteras. Este primer modelo tenía una autonomía de 80 kilómetros y tenía hasta siete velocidades así como marcha atrás y frenado de emergencia. Pesaba unas dos toneladas y su velocidad máxima era de entre 29 y 32 kilómetros por hora.
Dos años más tarde, en 1906, la Compañía Kriéger lanzaba su segundo modelo, el Landaulette. Como curiosidad, el Gobernador y Senador por Rhode Island, George Wetmore, fue uno de sus usuarios más ilustres. Por su parte, el tercer modelo, bautizado Electrolette, coincidía con los modelos anteriores en ofrecer dos plazas y en moverse mediante dos motores, que en esta ocasión tenían una potencia de tres caballos. Sus baterías Fulmen iban adosadas bajo la carrocería y podían extraerse fácilmente desde detrás. Su autonomía era de 104 kilómetros con una única carga y alcanzaba unas velocidades de entre 19 y 24 kilómetros por hora.
Además de reputados clientes, los vehículos eléctricos de la Compañía Kriéger participaron en competiciones de velocidad, como el Concurso de carruajes de 1898 del Club Automovilístico de Francia. En competición con vehículos de motor de explosión, los automóviles eléctricos de Kriéger lograron ganar algunos certámenes y destacar frente a la competencia por su potencia pero también por la seguridad que ofrecía sus sistema de tracción delantera y lo silencioso que era respecto a vehículos con motor de explosión, una característica que sigue destacando en los vehículos eléctricos actuales.
Una aventura breve pero prometedora
La vida de la Compañía de Vehículos Eléctricos Kriéger fue breve pero intensa. Fundada en 1898, dejó de producir automóviles en 1909. Si bien sus inicios estuvieron dedicados al vehículo eléctrico, en 1903 se decantó también por los automóviles híbridos que, al agotar la batería, seguían en funcionamiento gracias a un motor de combustión interna. Es más, este modelo, llamado Kriéger-Brasier, tiene el mérito de ser el primer vehículo híbrido de la historia, funcionando con un motor de gasolina y una batería eléctrica.
Aunque la Compañía Kriéger dejó de producir vehículos más pronto que tarde, durante sus años de vida gozó de éxito y de tan buena imagen que vendió sus derechos a empresas de otros países, como la inglesa British Electromobile Company, la alemana ABAM o la italiana STAE. Esta última siguió creando vehículos eléctricos basados en los modelos Kriéger más allá de 1905.
Con todo, a monsieur Kriéger no le fue nada mal para la época. En 1901 produjo 43 vehículos. Y en 1902 llegó a montar unos 65 vehículos eléctricos. A nivel personal, recibió el título de Caballero de la Legión de Honor, y entre sus logros, además del vehículo híbrido y del freno regenerativo, también le debemos el uso del níquel como acumulador alcalino en baterías eléctricas.