No todas las dudas que podamos albergar sobre los misterios de las historias más populares son necesariamente de gran importancia para su intriga. En cuanto a las novelas de la británica Joanne K. Rowling y las adaptaciones cinematográficas sobre Harry Potter, el joven mago que sobrevivió al letal ataque del malvado Lord Voldemort cuando era solo un bebé y que, luego, vivió múltiples y peligrosas aventuras en el Colegio Howgarts de Magia y Hechicería y fuera de él porque le seguía acechando, una pregunta ridícula pero curiosa que uno puede hacerse es qué diantres pasó con la nariz de Voldemort. Porque cuando era conocido como Tom Riddle sí la tenía.
Helen Armitage habla en Screen Rant de que algunos fanáticos de Harry Potter han sugerido que este mago oscuro perdió su nariz humana de la siguiente manera: el veneno de serpiente es uno de los ingredientes indispensables de la poción elaborada por Peter Pettigrew, el infame y traidor Colagusano, para el bebé espeluznante de Lord Voldemort en Harry Potter y el Cáliz de Fuego —tanto en la novela publicada en 2001 como en el filme dirigido por Mike Newell en 2005—, de modo que el ADN reptiliano modifica su rostro y le deja con ese amenazador aspecto serpentino. Pero esto no resulta convincente porque entra en contradicción con unas indicaciones de Rowling.
En la novela Harry Potter y el Príncipe Mestizo (2005), su autora explica que, mucho antes de que Pettigrew cocinara esa poción maligna, Tom Riddle se reunió con Albus Dumbledore porque quiere postularse para el puesto de profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, y que ya por entonces se estaban produciendo cambios en sus rasgos faciales hacia una calidad de serpiente. Así que lo más probable es que, a medida que experimentaba con las Artes Oscuras y los actos execrables, “su apariencia gradualmente se volvió tan distorsionada como lo que quedaba de su alma retorcida”. Una lógica aplastante si aceptamos para la ficción el dicho de que el rostro es el espejo del alma.