No paran de sumarse capítulos a la suerte de culebrón que lleva enfrentando a Google y Uber, al mundo de las patentes de coches autónomos y, al que parece ser el malo de la película, Anthony Levandowski. Al robo de patentes por parte del ingeniero de Waymo, y posteriormente de Uber, para el desarrollo de los coches autónomos de las marcas aún tiene mucha vida.

Cuando las dos grandes tecnológicas habían llegado a un acuerdo, a principios de 2018, las aguas parecían estar calmadas. Con el pago de una participación del 0,34% de Uber a Waymo –lo que suponía una cantidad de 245 millones de dólares–, la relación entre ambas empresas comenzó a resurgir. Incluso llegaron a buenos términos en algunos proyectos conjuntos para el desarrollo de movolidad autónoma en Estados Unidos.

En el tintero quedaba, sin embargo, el caso personal de Levandowski. Fuera de Waymo y Uber desde hace tiempo –esta última decidió prescindir del ingeniero para evitar la polémica–, no perdió los minutos para anunciar que pronto crearía una nueva compañía "del sector". La idea pronto se dejó a un lado ante la demanda que la propia Google impuso contra el ingeniero por el robo de los 14.000 documentos de la compañía vinculados a secretos comerciales e industriales para la creación del futuro de la tecnología de los vehículos autónomos. A Levandowski no le interesaba seguir con el proyecto –que anunció de manera inicial con fondos propios y de la familia–, ya que una de las bases de su defensa era el hecho de que el imputado se había declarado en bancarrota para no tener que asumir el pago de indemnizaciones, más que seguro desde hace meses, a Google.

Finalmente, y ante los rumores de que el robo de las patentes podrían mandar a Levandowski a la cárcel por un periodo de diez años con 33 cargos penales, la Corte Superior de San Francisco ha emitido la orden de pago de 179 millones de dólares a Google de la mano del antiguo empleado en concepto de indemnización.

Ahora bien, según apuntan en The New York Times, existe una elevada posibilidad de que el ingeniero –aún pendiente de si debería entrar en prisión o no por el caso– tendría la obligación de pagar la indemnización a Google. Según el medio norteamericano, el responsable del pago debería ser Uber ya que el Levandowski formaba parte de la misma en el momento del hecho.

A la espera de que se resuelva la cuestión de la solvencia en el pago a Google y la cuestión de los cargos penales, la realidad es que a esta historia le quedan aún muchas tramas pendientes.