El tabaco es un peligro para quien lo consume, para las personas que les rodean e incluso para sus mascotas. Están más que demostrados los peligros a los que se exponen los fumadores de pasivos, normalmente individuos que conviven o pasan mucho tiempo con consumidores habituales de cigarrillos. Por eso, algunas personas optan por fumar solo cuando se encuentran solos o hacerlo en ventanas, terrazas y balcones. No se ven capaces de dejar el hábito, aun siendo conscientes de lo nocivo que resulta, pero se niegan a poner a sus seres queridos en peligro.

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Es un acto muy loable. Sin embargo, no basta con fumar en soledad, también hay que mantener a otras personas lejos del cenicero. Son las conclusiones de dos estudios publicados recientemente, uno en International Journal of Indoor Environment y otro en Health and Science of the Total Environment.

El peligro que no se apaga

Ambos estudios fueron llevados a cabo por científicos de la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés).

Para ello, colocaron 2.100 colillas recién apagadas en una cámara de acero inoxidable. Lógicamente, no se las habían fumado ellos. El tabaquismo es un hábito tan malo que no se debe realizar ni siquiera por el bien de la ciencia. Lo que hicieron fue fabricar máquinas que succionaban seis bocanadas de cada cigarrillo, imitando el modo en el que lo harían unos labios humanos.

Una vez colocadas en este habitáculo, midieron la concentración de ciertas sustancias inmediatamente después y también a medida que iba pasando el tiempo. Así, comprobaron que durante las 24 horas posteriores al apagado del cigarro este seguía emitiendo hasta el 14% de su nicotina. Además, tanto ese compuesto como la triacetina, utilizada como plastificante en los filtros, conservaron la mitad de su contenido cinco días más tarde.

En uno de los dos estudios tuvieron también en cuenta cómo afectaban a la velocidad de emisión ciertos parámetros ambientales, como la humedad o la temperatura. Así, observaron que ambos afectan negativamente, aumentando las emisiones tóxicas.

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Todo esto es un problema en cualquier lugar, pero especialmente en sitios cerrados, como habitaciones pequeñas o el coche. Muchas personas son especialmente cuidadosas para no fumar en su vehículo cuando otras personas viajan con ellos, pero no consideran la posibilidad de retirar del cenicero los cigarrillos, que siguen siendo dañinos mucho después de apagarse, para ellos y para el resto de pasajeros.

Por otro lado, estos resultados indican también que se debe tener cuidado con no tirar las colillas al suelo, ya no solo para evitar incendios, sino también porque sus emisiones pueden contaminar el terreno durante días.

Finalmente, es importante destacar que este estudio solo se ha llevado a cabo con cigarrillos de una marca de tabaco, por lo que sería necesario repetirlo con producto de otras compañías para confirmar que se trata de algo generalizado.

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De cualquier modo, las conclusiones parecen claras: si no quieres dejar de fumar, pero te preocupan las personas que te rodean, recuerda tirar siempre las colillas. Y no lo hagas en el suelo.