Los fertilizantes empelados habitualmente para mejorar el rendimiento de cultivos vegetales suelen ser muy ricos en nitrógeno, fósforo y potasio. Todas estas son sustancias que se encuentran en la orina humana. Por eso, cuando un equipo de científicos de la Wageningen University & Research se encontraba realizando un estudio sobre la posibilidad de cultivar plantas con frutos comestibles en el suelo lunar o marciano, decidieron que esta sería una alternativa abundante y barata a los productos químicos que normalmente se usan.

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Sin embargo, para demostrarlo necesitaban una gran cantidad de esta sustancia generada por nuestro sistema excretor. Los científicos pueden hacer casi cualquier cosa por la ciencia; pero, por mucho que se empeñaran en recoger su propia orina, no sería suficiente para sus experimentos. Era necesario recurrir a un lugar en el que pudieran obtener una gran cantidad, sin necesidad de solicitar voluntarios. Y cualquiera que haya olido el ambiente al pasear por los alrededores de un festival multitudinario sabrá que es un buen sitio al que acudir. Durante uno o varios días se concentran cientos o miles de personas sedientas de cerveza, que deben vaciar regularmente su vejiga si quieres seguir bebiendo sin explotar. ¡Era perfecto! El equipo no dudó en acudir a las aguas residuales de un festival de música, celebrado en Amsterdam, y recoger su ansiado “tesoro”, que resultó ser un magnífico fertilizante, como ellos habían previsto. Pero con lo que no contaban era con no poder consumir luego los frutos de su trabajo, por una razón de lo más curiosa.

Plantas frondosas, frutos drogados

Para la realización del estudio tomaron 60 maceteros, 20 con tierra convencional, 20 con tierra marciana y 20 con tierra lunar. A continuación, depositaron en cada uno de ellos tres semillas de judías y fertilizaron la mitad de cada grupo con estruvita.

Esta es una sustancia obtenida al mezclar la orina con magnesio, que posee los nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas. Y, efectivamente, así fue. Tanto en las macetas terrestres como en las lunares y las marcianas crecieron claramente más aquellas plantas que habían recibido un aporte de estruvita. De hecho, llegaron a producir dos kilos de judías, mientras que las macetas sin fertilizar solo generaron un puñado de ellas.

Según explican en un comunicado de la universidad, la cosecha de suelo marciano tardó una semana más que el resto, pero los resultados fueron igualmente notables. Sí que es cierto que la cantidad obtenida podría no ser suficiente para una comida completa, pero es un buen paso para empezar. Y podrían haberse comido los frutos de su trabajo si no fuera porque no les estaba permitido. Lo ha contado a The Telegraph el autor principal del estudio, el doctor Wieger Wamelink. Al parecer, el alto contenido en drogas de la orina procedente del festival podría haber pasado a las plantas, de modo que su consumo no sería legal. Será necesario realizar pruebas y ver qué concentración de dichas sustancias ha pasado a las judías y, una vez llegados a este punto, atenerse a lo que rija la legislación al respecto.

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Por suerte, los astronautas que viajen en un futuro a la Luna o a Marte no estarán drogados, o al menos no deberían, así que ese no será un problema si necesitan recurrir al fertilizante generado por su propio cuerpo. No obstante, esta podría no ser la única aplicación de este estudio. Se sabe que las aguas residuales procedentes de los festivales son muy perjudiciales para el medio ambiente, ya no por las drogas, sino por el simple hecho de que, de acabar desembocando en ríos o lagos, podrían promover la eutrofización, reduciendo los niveles de oxígeno en el agua y propiciando el crecimiento de algas perjudiciales para los organismos que viven en ella. Darle una segunda vida a esos orines cargados de cerveza y utilizarla para fertilizar cosechas sería una gran idea, pero la presencia de drogas seguiría siendo un problema. Se les podría explicar a los asistentes la situación, para que decidan dejar de drogarse por el bien de la agricultura; pero, dado que todos sabemos cuál sería el resultado, valdría la pena explorar otras opciones más realistas. Queda mucha investigación por delante.

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