Aunque la temperatura puede variar entre unas personas y otras, durante años se ha considerado que el cuerpo del ser humano medio se encuentra a 37ºC. Esta cifra fue establecida en 1851 por el médico alemán Carl Reinhold August Wunderlich, quien llegó a esta conclusión después de tomar millones de mediciones en varias decenas de miles de pacientes.

Sin embargo, a día de hoy a partir de ese número muchas personas ya empiezan a encontrarse mal, a causa de las conocidas como “décimas”. Esto indica que, en realidad, no es la temperatura media de un individuo sano. Al menos no en la mayoría de casos. Por eso, durante años se ha pensado que Wunderlich no utilizó una metodología adecuada en sus experimentos. Al fin y al cabo, en aquella época los termómetros eran todavía muy rudimentarios y podría ser que no contaran con una buena precisión. Para comprobar si el problema era ese, o más bien que nuestra fisiología ha cambiado con el tiempo, un equipo de científicos de la Universidad de Stanford ha realizado un estudio, en el que se analizan varias bases de datos en busca de las temperaturas de pacientes sanos en diferentes épocas de la historia. Los resultados de dicho trabajo se han publicado recientemente en eLife y muestran que en realidad el médico alemán sabía bien lo que hacía, por lo que el cambio se debe más bien a la segunda teoría.

Del siglo XIX a nuestros días

Para empezar el análisis, estos científicos recurrieron a una base de datos de 24.000 veteranos del Ejército de la Unión, recogidos después de la Guerra Civil de Estados Unidos, en el siglo XIX. A continuación, pasaron a una encuesta de salud, realizada a 15.000 personas del mismo país en la década de los 70 del siglo XX y también a los registros de datos clínicos de 150.000 estudiantes de la Universidad de Stanford en la década de los 2000. En total disponían de medio millón de datos, con un espacio temporal superior a un siglo entre los más antiguos y los más nuevos.

Así, pudieron comprobar que, efectivamente, las temperaturas corporales de las personas sanas habían variado durante todo ese tiempo. En el caso de los hombres, aquellos nacidos en los 2000 tenían de media una temperatura corporal 0’59ºC más baja que la de los veteranos de guerra. Ocurría algo parecido en las mujeres, ya que desde la última década del siglo XIX hasta la actualidad han experimentado una disminución de 0’32ºC en su temperatura corporal.

Estaba claro que el cambio no se debe a las mediciones de Wunderlich; sino a que, efectivamente, nuestra temperatura ha bajado. ¿Pero por qué?

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Aunque no hay una respuesta clara para esta pregunta, la autora principal del estudio, Julie Parsonnet, apunta a los cambios que se han producido en nuestro entorno a lo largo de todos esos años, desde la temperatura de las viviendas hasta el contacto con microorganismos. Las medidas de higiene son mejores y los alimentos más seguros, por lo que nuestro sistema inmunitario no debe estar tan en marcha como en la antigüedad. Al fin y al cabo, la fiebre es el resultado de esta batalla de nuestras defensas contra posibles agentes patógenos. Si estos no están tan en contacto con nosotros, la temperatura no llega a subir demasiado.

En definitiva, parece ser que nuestra temperatura media es un poco más baja de lo que a día de hoy se considera estándar, pero si el dato debe cambiarse no es porque aquel médico, con un rudimentario termómetro de 20 centímetros de longitud, hiciera mal sus medidas. Es más bien porque las personas, así como nuestro entorno, hemos cambiado. ¿Significa eso que la cifra seguirá disminuyendo? Dado el aumento de las temperaturas globales que se avecina, los datos podrían variar en cualquier sentido. Solo el tiempo lo dirá.

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