En plena COP25, y con el Acuerdo de París con deberes pendientes a menos de un mes de que entre en vigor en 2020, el debate sobre la crisis climática está más encima de la mesa que nunca.

La lucha -y la aplicación de políticas reales- por reducir las emisiones, la búsqueda de una transición hacia una economía más sostenible, o el uso mayoritario de energías renovables son muchos de los objetivos que los estados tienen marcados para adaptarse al calentamiento global y poder cumplir con los Acuerdos de París: esa aspiración, de momento no demasiado concreta, por evitar que la temperatura de la Tierra aumente más de 2 grados y a ser posible solo 1,5 con respecto a la era pre-industrial.

¿Pero qué países están actuando mejor en la lucha contra el Cambio Climático? ¿Y cuáles peor? El Índice de Comportamiento ante el Cambio Climático, elaborado por el grupo investigador Germanwatch junto con el NewClimate Institute y Red de Acción por el Clima ha intentado en los últimos años responder a esta respuesta por medio de un ranking en el que -al menos hasta ahora- siempre han quedado vacantes los tres primeros puestos, en una alegoría clara sobre que siempre se puede hacer más.

Sin margen para el negacionismo: COP25 y crisis climática ya están aquí

Los países nórdicos y Marruecos, a la cabeza

La metodología del índice se basa en un total de 14 indicadores agrupados en cuatro grandes categorías: las emisiones de gases de efecto invernadero de cada país y su reducción o aumento en los últimos años (que tiene un peso del 40% en el índice), su implantación de energías renovables, el uso y eficiencia de su sistema energético y sus leyes o políticas climáticas, cada una de estas últimas con un peso del 20%.

Con ello, Suecia, Dinamarca y Marruecos aparecen como los tres países con mejor nota. La labor de los estados nórdicos, sobre todo en la búsqueda de fuentes de energía renovables y las limitaciones de su huella de carbono es conocida, pero no tanto la del país norteafricano. Marruecos, sin embargo, lleva tiempo convirtiéndose en uno de los referentes en materia de energía fotovoltaica. Ya en 2016 instaló el que el que en ese momento era el huerto solar más grande del mundo, extendiéndose por más de 3.000 hectáreas y con una capacidad para dar energía a más de 800.000 hogares.

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La lista de países que están haciendo bien las cosas sigue con Reino Unido, Lituania, India -principalmente por su reducción de emisiones desde picos muy altos y su apuesta renovable- o Finlandia, por ese orden.

Los países situados en las zonas altas y medias, según el ranking de GermanWatch

Pero el grupo calificado con una buena nota en el índice es el menos numeroso. De los países del G20, solo los citados Reino Unido e India aparecen en las posiciones de cabeza, mientras que ocho aparecen en rojo junto a los que peor actuación mantienen.

España por su parte aparece en la posición 34 encabezando la lista de los países con una nota baja, muy pareja a la de los últimos años. Chile, que entra por primera vez en el ranking, lo hace con fuerza en la posición 11, mientras que México está al lado de España en el puesto 32. Argentina, por su parte, está en el 42.

El efecto Trump se nota con EE.UU. a la baja

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El Índice no presenta cambios muy destacados en las primeras posiciones con respecto a los de los últimos años, pero en la parte baja sí que se ha concretado el descenso sin frenos de Estados Unidos, que este curso por primera vez ocupa la última posición.

La orden de Donald Trump de abandonar el Acuerdo de París y sus continuos menosprecios a la relevancia y los datos científicos sobre el calentamiento global hacen que el país de las barras y estrellas sea esta edición el que menos nota tiene en política climática solo superado por Australia, y seguido a cierta distancia por la Turquía de Erdogan.

Los países situados en las zona baja según el ranking de GermanWatch

En el vagón de cola aparece también Arabia Saudí, que habitualmente había ocupado la última posición por su economía completamente basada en el petróleo. A esta le siguen China Taipei, Corea del Sur, Irán, Australia, Canadá o Japón -tres de los países más desarrollados que aún tienen deberes a la hora de empezar a abandonar combustibles fósiles- Rusia, donde el Cambio Climático sigue siendo un asunto secundario para el Gobierno o Polonia, el país que peor nota tiene de la Unión Europea. Sobre estas últimas posiciones, también hay que señalar el carácter peyorativo que este ranking achaca a la energía nuclear, lo que afecta a las posiciones, por ejemplo, de Japón.

Aún con todo, la lectura general del índice deduce cierta mejoría general. De los 61 estados analizados -apenas hay datos del grueso del continente africano y también hay áreas grises en América Latina- aproximadamente la mitad han reducido sus emisiones de CO2.

"El nuevo Índice de Desempeño del Cambio Climático muestra signos de un cambio global en las emisiones, incluida la disminución del consumo de carbón. Sin embargo, varios países grandes todavía están tratando de resistir esta tendencia, sobre todo Estados Unidos. Vemos oportunidades para detener el aumento de las emisiones globales, pero gran parte dependerá de las actuaciones de China y las elecciones en los Estados Unidos de 2020. Ambos países están en una encrucijada ", analiza Ursula Hagen de Germanwatch, una de las autoras del índice.

China, el mayor emisor de GEI mundial, mejora levemente por un nuevo año consecutivo su clasificación hasta el puesto 30. China obtiene un muy buen desempeño por su mayor participación de energías renovables y calificaciones de política relativamente buenas, pero los expertos avisan de un posible cambió de timón, ya que tiene amplios planes para nuevas centrales eléctricas de carbón, que podrían traer el riesgo de una recaída severa en los próximos años.

China, el paraíso dictatorial del coche eléctrico

La evolución de todo esto dependerá en gran medida, avisan los científicos autores del estudio, de la magnitud de los acuerdos de la Cumbre del Clima de Madrid-Chile, donde entre otras cosas los estados deberán aportar sus planes para reducir su contaminación y cerrar las nuevas políticas en torno al funcionamiento del mercado de emisiones.