Esto es lo primero que tienes que saber sobre el Samsung Galaxy Fold: la unidad a la que Hipertextual ha tenido acceso, no se ha roto. Eso no significa que este vaya a ser el smartphone más duradero de la historia, pues haría falta un largo periodo de tiempo para evaluar con certeza cómo envejece la bisagra y la pantalla plegable, pero constituye un buen punto de partida.

Lo he usado sin ningún trato especial, pese al millar de ridículas instrucciones que el fabricante adjunta con el producto. A veces, de hecho, comenzaba a abrirlo y cerrarlo de forma continua por mero entretenimiento, mientras esperaba un tren o subía en el ascensor. Y tras una semana con esa dinámica, todo seguía funcionando a la perfección.

Samsung asegura que el Galaxy Fold resiste 200.000 aperturas y cierres sin ningún problema –lo que equivale a unos 100 pliegues diarios durante un periodo aproximado de 5 años–. Sin embargo, tests independientes como el ejecutado por CNET han rebajado esa optimista cifra hasta los 120.000 movimientos, que equivale a unos 100 pliegues diarios durante unos 3 años. Lo ideal sería que el mecanismo no tuviese fecha de caducidad, pero las cifras arrojadas por estos tests cubren, a priori, el ciclo de renovación habitual entre los consumidores. Hasta aquí, todo bien.

Hay una parte un poco surrealista respecto al tema de la durabilidad, y es que, para evitar una degradación acelerada, Samsung pide a los usuarios del Galaxy Fold que toquen la pantalla del teléfono con un cuidado inusual y, sobre todo, que no presionen el panel con las uñas. La razón es simple: el recubrimiento de la pantalla interior no es de cristal, es de plástico, y por lo tanto resulta mucho más fácil dejar marcas permanentes –como las que presentaba nuestra unidad el día que se nos entregó– o incluso dañar el panel OLED.

Esta estrategia, honestamente, resulta algo vaga, pues delega aún más la durabilidad del producto sobre los consumidores. ¿Pensaron en Corea en los millones de personas que portan manicuras extravagantes y uñas puntiagudas? Y si lo hicieron, ¿pretenden que todas esas personas, si se interesan por un Galaxy Fold, cambien sus hábitos de uso para no acabar dañando la pantalla del teléfono? Honestamente no lo sé, pero si esa era la intención de Samsung, están yendo por el camino equivocado.

La gente mete sus smartphones en mochilas donde también habitan otros objetos –e incluso motas de suciedad, en muchos casos–; los introducen en bolsillos junto con las llaves o la cartera; y, por accidente, también se caen al suelo con relativa asiduidad. Lo último que un fabricante debe hacer es dejar en manos de los consumidores la integridad del producto. Nadie quiere vivir en una burbuja ni preocuparse por el trato que le está dando a su smartphone. La industria lo ha comprendido y gracias a ello tenemos productos cada vez más resistentes a golpes y líquidos. Qué un teléfono de 2.000 euros como el Galaxy Fold vaya en contra de esa dirección es, por lo tanto, un error de manual.

Y sí, Samsung ha realizado cambios tanto en el mecanismo como en el recubrimiento de la pantalla para evitar que esta se dañe con tanta facilidad como aquella primera versión que cedieron a diversos periodistas estadounidenses antes de llegar a las tiendas; pero, a pesar de ello, este sigue siendo un teléfono que reclama un trato especial –más de lo que un smartphone debería–. Y la mayor prueba de ello es el panfleto que incluye el fabricante en la caja del producto, el cual alerta al usuario con instrucciones y advertencias de uso nada más abrir el envoltorio.

La seductora idea subyacente

Si dejamos la durabilidad a un lado, hay muchas cosas interesantes en el Galaxy Fold. La idea de llevar en el bolsillo un producto que se adapta a las necesidades del momento expandiendo o contrayendo su pantalla es muy seductora. Muchísimo, en realidad.

Ir en el metro, abrir el teléfono y ejecutar dos aplicaciones de forma simultánea es sumamente práctico en muchos casos. Piénsalo detenidamente: Slack y Chrome; Google Calendar y Todoist; Twitter y Feedly; Gmail y Google Docs… Usar esas parejas de apps a la vez y en una pantalla de mayores dimensiones es incluso liberador, pues desaparece la capa de fricción que constituye el tener que cambiar de aplicación constantemente. Este teléfono te "anima" a hacer tareas que, en otros casos, habrías aparcado hasta tener un ordenador o una tablet delante.

La implementación del sistema multiventana de Samsung, además, es bastante versátil. Esta permite dividir la pantalla en hasta tres espacios y ejecutar una ventana flotante sobre cualquier contenido. Si utilizas todas las opciones a la vez, la interfaz queda un poco saturada, así que lo mejor es hacer uso de ellas de forma inteligente y moderada.

A día de hoy, eso sí, son muchas las aplicaciones que no soportan las opciones de multiventana que plantea el fabricante con el Galaxy Fold o desperdician área de trabajo cuando se usa la pantalla interior. Sin embargo, este no es un problema exclusivo de Samsung; es un obstáculo que afecta a todo el ecosistema Android –que nunca se ha llevado especialmente bien con las tablets–. No obstante, si este tipo de dispositivos (con pantalla plegable) comienzan a ganar tracción en el mercado, es posible la situación mejore con el paso de los años.

Como dispositivo multimedia, el Galaxy Fold también tiene mucho que ofrecer. Jugar en esta pantalla de grandes dimensiones aporta muchísimas ventajas –siempre que el título haya sido adaptado para este dispositivo y su peculiar notch, que a veces “tapa” algunos botones de control–, al igual que reproducir vídeos, realizar fotografías o leer. Y todas esas virtudes, además, se albergan en un dispositivo que, cuando hemos acabado, podemos simplemente doblarlo y llevarlo en un bolsillo sin ningún tipo de problema. Es como tener una minitablet a tu disposición siempre que lo necesites.

A media cocción

Yendo más allá de la durabilidad y la idea que aporta el concepto, hay muchos detalles en este Galaxy Fold que están a media cocción, como si de un prototipo se tratase.

  • La pantalla exterior resulta ridícula. Compro la idea de tener una pantalla exterior en la que hacer cosas rápidas, como responder un mensaje de WhatsApp o cambiar de canción. Sin embargo, la que monta el Galaxy Fold es demasiado pequeña. Tanto, que incluso resulta complicado escribir en ella. Y además está rodeada por unos marcos excesivamente gruesos que degradan mucho su estética y transforman el efecto wow de un producto tan diferente en un rotundo plof.
  • Visualmente, no es un teléfono atractivo. La estética del frontal (descrito en el punto anterior), el gran notch que domina el interior, la armonía entre colores y materiales… Son detalles que, estéticamente, juegan en contra de este producto. Un Galaxy S10+ es infinitamente más atractivo que el Galaxy Fold.

  • El formato es extraño. Cuando está cerrado, el Galaxy Fold es muy alto, muy estrecho y muy grueso. Es un formato raro, más cercano al de un mando a distancia que al de un smartphone convencional. En el bolsillo, debido a su grosor, abulta más de lo deseado –sobre todo en los de tipo skinny–.

  • Sí, tiene una marca en la mitad de la pantalla y no se cierra por completo. Esta quizá sea la mayor prueba del prematuro estado de este Galaxy Fold. El producto no se cierra a la perfección y deja un pequeño gap de aire en uno de los extremos para no dañar el panel interior. Cuando está abierto, además, la pantalla presenta un pliegue justo en la mitad, donde se ubica la bisagra. Esta marca pasa desapercibida si observas el teléfono de frente, pero en cuanto aparece algún reflejo, pasas el dedo por la zona o simplemente inclinas el dispositivo ligeramente, se vuelve visible. Tras unos días de uso, acabas acostumbrándote, sí, pero eso no significa que esto sea lo correcto en un producto de 2.000 euros.

  • ¿Piezas móviles? Con la llegada del smartphone, los fabricantes comenzaron a desprenderse de las piezas móviles en favor de diseños más compactos y sellados, los cuales han permitido incrementar la durabilidad de los productos y aprovechar de forma más inteligente el espacio interior de los teléfonos. Sin embargo, el Galaxy Fold camina en la dirección contraria, pues su bisagra vuelve a poner sobre la mesa un complejo mecanismo de piezas móviles que, pese a su aparente solidez, probablemente sea menos resistente en caso de impacto. Samsung tiene ante sí el gran obstáculo de convencer a la gente y el sector de que estos elementos móviles pueden tener cabida (de nuevo) en la industria.

Como smartphone tradicional (más allá de pantallas plegables y conceptos), la experiencia ofrecida por este Galaxy Fold es similar a la obtenida con el Galaxy Note 10+. Gracias al Exynos de última generación, los 12 GB de memoria RAM y el almacenamiento UFS 3.0, todas las aplicaciones se ejecutan con velocidad y eficacia, incluso las más indigestas.

Las pantallas hacen uso de la tecnología AMOLED, aunque ninguna de ellas alcanza la brillantez técnica y visual de los paneles presentes en el Galaxy Note 10+ y el iPhone 11 Pro. Son más que suficientes y, por suerte, no sobresaturan los colores como hace años. Pero si quieres la máxima resolución, el mejor rango dinámico o el nivel de brillo más alto, es mejor mirar a otros productos del catálogo de Samsung.

Especificaciones Samsung Galaxy Fold
Procesador Exynos 9820
Memoria RAM 12 GB
Pantalla exterior 4,6 pulgadas, Super AMOLED y una resolución HD+
Pantalla interior 7,3 pulgadas, Dynamic AMOLED, HDR10+ y una resolución de 1536 x 2152 píxeles
Cámara principal 12 megapíxeles, 27mm, OIS, píxeles de 1,4 micras y apertura variable entre f/1,5 y f/2,4
Cámara teleobjetivo 12 megapíxeles, 52 mm, OIS y píxeles de 1 micra
Cámara gran angular 16 megapíxeles, 12 mm y píxeles de 1 micra
Cámara frontal interior 10 megapíxeles con un objetivo de apertura f/2,2. También cuenta con una cámara de profundidad.
Cámara frontal exterior 10 megapíxeles con un objetivo de apertura f/2,2
Almacenamiento 512 GB
Biometría Lector de huellas en el lateral
Conectividad Bluetooth 5.0, Wi-Fi, GPS, GLONASS, GALILEO, BDS, NFC y USB-C
Batería 4.380 mAh
Carga rápida e inalámbrica Sí en ambos casos, de hasta 15W

La autonomía, pese al tamaño de la batería, es buena, sobre todo si se hace un uso mixto de las dos pantallas. No brilla como el iPhone 11 Pro o el Huawei P30 Pro, pero es lo suficientemente holgada como para aguantar una jornada de uso. Además, es compatible con cargadores inalámbricos Qi (hasta 15W).

En lo que a biometría se refiere, el Galaxy Fold cuenta con un sensor de huellas dactilares en el lateral del teléfono, el cual funciona rápido y es seguro. La ausencia de un lector de huellas bajo la pantalla o un sistema de desbloqueo facial 3D (aprovechando el notch interior o los gruesos marcos del exterior) se entiende dada la inclusión de una pantalla plegable.

Por último, en lo que a fotografía se refiere, el Galaxy Fold cuenta con seis cámaras a lo largo del chasis: dos en el interior, una frontal en el exterior y tres principales en la región posterior. La experiencia, en general, es la misma que obtuvimos con el Galaxy S10+, por lo que no vamos a entrar demasiado en detalle. Es una buena cámara, pero el Pixel 4 y el iPhone 11 Pro están un peldaño por encima en casi todos los escenarios.

¿Es este el futuro?

El smartphone se ha convertido en una herramienta de comunicación esencial, en un dispositivo de entretenimiento de primer nivel y en una máquina de productividad. Lo usamos en el tren, en el avión, durante una reunión o mientras vuelves a casa. Leemos, vemos películas, creamos hojas de cálculo, respondemos e-mails... Se ha vuelto un dispositivo tan multidisciplinar que la idea de expandir o contraer su tamaño en base a las necesidades del momento encaja como anillo al dedo.

La idea subyacente en el Galaxy Fold, por lo tanto, resulta muy interesante, sobre todo para aquellas personas que hacen un uso intensivo de su smartphone. El problema es que la ejecución de ese concepto, al menos por el momento, implica tantos compromisos respecto a un smartphone convencional que, honestamente, resulta imposible recomendar su compra. Menos aún si tenemos en cuenta su altísimo precio, que duplica a la mayoría de smartphones de alta gama.

Aplaudo y alabo el logro que supone, desde el punto de vista de ingeniería, el crear y fabricar a cierta escala una pantalla plegable. Sería absurdo no hacerlo, la verdad. Pero hay tantas cosas a media cocción en este teléfono que la sensación que deja es más cercana a la de un prototipo de laboratorio que a un producto final, robusto y 100% listo para salir al mercado.

Si el Galaxy Fold terminará o no siendo el futuro del smartphone es algo que solo el tiempo podrá determinar. Hay demasiados factores influyentes (el interés del público, el abaratamiento de la producción, la necesaria mejora de la durabilidad, el apoyo de partners y desarrolladores…) como para ponerse el atuendo de vidente y predecir qué ocurrirá en los próximos años. Lo que sí es responsable afirmar es que esta primera versión, la que hoy está disponible en el mercado, no es una compra recomendable. Así que, si te produce curiosidad la idea de un smartphone plegable, simplemente acude a alguna tienda y experimenta con él, pero no lo compres.

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