El cuidado del medio ambiente puede llevarse a cabo con gestos tan sencillos como tirar de la cadena o, mejor dicho, no tirar de ella. Esta pequeña acción conlleva un gasto diario de 141.000 millones de litros de agua en todo el mundo, por lo que es un buen punto al que recurrir a la hora de ahorrar en este preciado líquido. Sin embargo, por razones obvias, no limpiar el retrete después de cada uso puede tener consecuencias negativas, tanto a nivel higiénico, por la acumulación de olores, como de salud.

La solución, por lo tanto, estaría en el término medio: que no hiciera falta tanta agua y que, además, no fuese necesaria una limpieza tan regular. Suena bien, ¿pero cómo podría conseguirse algo así? Parece difícil, pero ya es posible, gracias al trabajo presentado recientemente por científicos de la Universidad Penn State, en Nature Sustainability. El equipo, encabezado por el doctor Tak-Sing Wong, ha desarrollado un recubrimiento viscoelástico que, una vez colocado sobre la superficie del inodoro, repele tanto la materia fecal como las bacterias, haciendo que estas no queden adheridas a las paredes y que, por lo tanto, sea necesaria menos agua para limpiar.

Todo le resbala

El objetivo de estos científicos era desarrollar un revestimiento que permitiera que el retrete se limpie a sí mismo. Para ello, se han basado en mecanismos biológicos, que pueden observarse en la naturaleza. “Nos inspiramos en Nepenthes pitcher”, ha explicado a Hipertextual el doctor Wong. “Es una planta carnívora que ha evolucionado con una superficie súper resbaladiza e infundida de líquido para repeler insectos como la hormigas”.

El resultado de esta observación del medio natural ha sido un producto, cuya colocación consta de dos pasos. En primer lugar, se rocía un aerosol compuesto por polímeros injertados molecularmente, que una vez adheridos a la superficie forman una base suave, capaz de repeler los líquidos. Esto se debe a que, cuando se seca, esta sustancia se transforma en estructuras similares a pelitos, un millón de veces más delgados que el cabello humano.

A continuación, se utiliza un nuevo aerosol, que aporta una delgada capa de lubricante a esos pelitos, haciéndolos todavía más resbaladizos.

El resultado es una taza de retrete que se limpia con mucha menos agua. Concretamente, si normalmente se utilizan de media seis litros para descargarlo, tratado de este modo solo requeriría tres.

Tus heces valen dinero y pueden ayudar a salvar vidas

De este modo se evita que la materia fecal quede pegada a las paredes, pero también se previene la acumulación de microorganismos, según ha contado a este medio el investigador principal del estudio: “De un modo similar al de la materia líquida y fecal, las bacterias tienen una adhesión muy baja a la superficie recubierta, que se puede eliminar simplemente enjuagando la superficie con agua.”.

Todo esto supondría un ahorro de agua, que vendría bien en todo el mundo, pero especialmente sería una ayuda muy importante en los países menos desarrollados. De hecho, si bien en la actualidad está disponible en el mercado a través de la startup spotLESS Materials, los científicos detrás del proyecto pretenden hacerlo más accesible en un futuro: “El objetivo final es producir estos productos de recubrimiento a gran escala, de modo que se reduciría el costo de producción y los países menos desarrollados también podrían beneficiarse de ellos”.

Otros proyectos similares

Algo tan simple como la limpieza del retrete ha llamado la atención de científicos y empresarios durante años, especialmente con el enfoque de ahorrar agua y prevenir enfermedades en los países más desfavorecidos.

Por ejemplo, también se encontraba en esta línea el proyecto presentado el año pasado por Bill Gates. El empresario aprovechó una feria sobre tecnología innovadora, celebrada en Beijing, para presentar lo que anunció como un método para prevenir, al menos en parte, las hasta 500.000 muertes anuales de niños menores de cinco años, debidas a enfermedades derivadas de la falta higiene. En su caso, se trataba de un prototipo de inodoro que transforma las heces humanas en abono, dándoles una nueva utilidad, a la vez que se evita su acumulación por la ausencia de saneamiento.

Predicen brotes de cólera desde el espacio gracias a la NASA

Al igual que los investigadores de Penn State, su objetivo era escalar poco a poco el producto, de modo que primero se instalara en escuelas y otros edificios comunitarios y finalmente pudiera fabricarse a gran escala y llevarlo a hogares individuales. La solución a muchos problemas medioambientales y sanitarios puede estar en lugares que nunca imaginaríamos. Incluso dentro del retrete. Es un buen sitio por el que empezar a investigar.

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