El primer capítulo de la nueva temporada de la serie Rick and Morty deja algunas cosas claras: la primera, que las nuevas aventuras del dúo más infeliz y existencialista será un reinicio a toda regla de lo que habíamos visto hasta ahora y la segunda, que el humor grotesco, a menudo escatológico y siempre retorcido, llega a una nueva dimensión. Entre ambas cosas Edge of Tomorty: Rick Die Rickpeat es un astuto repaso por los temas que el show mostró la temporada pasada y un reencuentro con los fanáticos acérrimos, que encontrarán todo tipo de referencias y pequeños guiños a los giros de trama más desconcertantes que quedaron en suspenso hace veinticinco meses.

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Como era de esperarse, las cosas han cambiado en casa de los Smith, en medio de una serie de variables que, en la nueva temporada, tiene un considerable peso específico: para comenzar ahora Rick necesita pedir permiso para llevar a su nieto a sus variadas aventuras en el multiverso, lo incluye la búsqueda de unos misteriosos cristales de la muerte. Para Rick no se trata de una idea de digerir y lo primero que el programa aclara, que supeditarse a la vida hogareña —y sus normas— será de nuevo un extraño giro argumental en los próximos episodios de la serie.

Por otro lado, la disyuntiva de si Beth (la hija de Rick) es un clon que vive una plácida vida suburbana mientras su yo real busca la iluminación a través del universo sigue allí, sin el que argumento haga ningún esfuerzo por aclarar qué ocurre. Con todo, la mera idea gravita sobre la sensación de que las nuevas historias del show estarán relacionadas directamente con esa unidad familiar, en la que Rick perdió el derecho inalienable de gobernar la vida de su nieto de forma casi autoritaria. Entre este Rick levemente limitado y Beth carente de propósito, los Smith se debaten en la posibilidad que un desastre mayor —no podría ser de otra forma en la serie— está a punto de ocurrir.

Y de hecho, ocurre: el argumento del episodio no se detiene en analizar otro punto que una nueva aventura grotesca, en la que abundan las visiones de la muerte y la percepción sobre el destino como una unidad mutable que cambia en cada decisión de los personajes. De la misma manera que las temporadas anteriores Rick and Morty parece mucho más interesado en hacerse preguntas sobre la forma en que comprendemos los terrores íntimos que en cualquier otra cosa. A pesar de su aire festivo, grupos de alienígenas muertos y los frecuentes eructos de Rick, el show se plantea de nuevo notorias incógnitas filosóficas que esta ocasión, la posibilidad de predecir la propia muerte, enlaza con algo más profundo.

Lo que hace de ‘Rick y Morty’ una serie imprescindible

Mientras Rick intenta manejar como puede —y con un ejército de clones— su inevitable desaparición física, Morty encuentra en las visiones sobre su fallecimiento una relación con el control de su vida. Con uno de los cristales en el bolsillo, de pronto recorre una de las infinitas líneas del futuro le llevan a un lecho en la que mira arrobado a su amor imposible del Instituto: es a Jessica a quien le susurra “Te amo” en un muerte plácida que para Morty tiene mucho más sentido que las tropelías extravagante de Rick, que de nuevo juega con las posibilidades y las alternativas para encontrar un punto a su favor, incluso en medio de todas las variadas posibilidades de muerte a la que debe enfrentar.

El santo grial de la cultura pop

De nuevo, la cuarta temporada de la serie se aferra a su elaboradísima y compleja reinterpretación sobre la realidad cotidiana. Con su epicentro de cultura pop —la ficción es una parodia de la saga Regreso al Futuro de Robert Zemeckis— el argumento reflexiona de otra sobre el completo absurdo con una mano firme que en ocasiones sorprende por su precisión. Desde el amor hasta la fugacidad de la vida, la reflexión sobre los límites de la existencia física hasta el dilema de la muerte, la serie supera sus propios planteamientos y recorrer terreno desconocido, desde una mirada analítica a sus límites. Hay constantes referencias a Black Science, la obra de ficción de Image Comics del 2014, y además expresa con inteligencia la evolución de los personajes.

Morty ya no es una víctima de las circunstancias y Rick, tampoco el centro esencial de cada uno de los argumentos, con un absoluto control sobre lo que ocurre en su vida y en la de su nieto. Esa leve noción del caos —que el episodio lleva a sus momentos más delirantes— reflejan que la serie apuesta en esta oportunidad a recorrer un espacio nuevo: el de cierta concepción aleatoria. El ensayo y el error siguen allí, pero en esta ocasión, también la percepción sobre la búsqueda del control sobre las interminables variables secuenciales que sostienen el argumento.

Sin duda, tal vez este estreno esté preparando el terreno para analizar las consecuencias inevitables de los constantes cambios y transformaciones, en la que los multiversos se manifiestan como líneas narrativas novedosas. Las visiones de la muerte —a pesar de usar la noción de lo caótico para sostener una historia cada vez más frenética sobre la vida y sus posibilidades— es también, una sutil mirada a cómo el show cambia la perspectiva en que analiza a sus personajes: desde la nueva insensibilidad Morty hacia el destino — casi siempre estrafalario y violento — de Rick hasta el hecho que la vida familiar se trastocó quizás de manera irremediable, la nueva temporada de la serie deja claro que hay mucho por descubrir en este nuevo recorrido por las aventuras de ambos en sus saltos temporales e interdimensionales.

Sin duda el equipo formado por Erica Hayes y el escritor Mike McMahan regresó con toda su habitual energía. El primer episodio de la temporada resume lo más notorio del anarquismo visceral la serie y también, la compresión de la identidad humana como piezas accesorias de un motivo específico sobre el tiempo y el espacio como entorno intelectual. Pero en palabras sencillas, Rick and Morty regresaron con todo su aire de gamberrada impenitente, quizás la mejor noticia para los acérrimos fanáticos de la serie.