La escena no podría ser más sugerente y ambigua: un atildado Jeremy Irons se sienta a solas en una gran mesa de comedor (después de recorrer desnudo su enorme castillo). Mientras, dos de sus empleados dejan frente a él un pastel de una curiosa forma y color. Habrá después un extraño parlamento que incluye varias insinuaciones sobre un enigmático aniversario, el obsequio de un reloj de aspecto de tapa dorada y al final, la noción que todo lo que la escena muestra pertenece a un cuadro más grande e importante en medio del argumento de la serie. Pero, ¿quién es su personaje?¿Cuál es su papel en los acontecimientos futuros del show?

‘Watchmen’, la ambiciosa adaptación de HBO, conquista sus más altos cometidos

Como todo en Watchmen —cómic y serie— lo que sostiene un hilo argumental tiene muchas más dimensiones de las aparentes, por lo que toda la presentación del personaje de Irons tiene la evidente intención de dejar muy claro que tendrá una definitiva relación con todo lo que está a punto de suceder en medio de una situación volátil y que, al parecer, se encuentra muy cerca de estallar.

Por supuesto, si has leído la novela gráfica ya sabes que todo este excéntrico comportamiento no es otra cosa que una de las tantas puestas en escena de Adrian Veidt, también conocido como Ozymandias y el villano titular del cómic, conocido también como el hombre más inteligente del mundo. Veidt es también, el origen y la encarnación del mal en la novela de Moore, una aproximación sofisticada a la arrogancia del poder y sobre todo, a una percepción ambigua de lo superheróico, tan cerca la mayoría de las veces de lo maligno en estado puro.

Sin duda, Lidelof tiene toda la intención de construir alrededor del personaje la misma tensión que lo convirtió en la némesis de una historia en la que nada es lo que parece y es ese recorrido hacia lo que consideramos malvado —y lo que puede no serlo— es lo que encarnará sin duda, este hombre de modales refinados que come pastel con una herradura.

El tiempo singular y una lluvia de calamares

En una de las escenas más desconcertantes de la serie, una lluvia de calamares se precipita a tierra, es una imagen surreal que de inmediato remite a uno de los arcos principales del cómic original. La secuencia es una versión de uno los puntos más controvertidos de la novela gráfica, en la que el ataque de un calamar gigante ataca Nueva York, provocando la muerte de casi tres millones de personas. Esta tragedia exagerada, melodramática y dantesca, es el punto de partida para comprender la personalidad de Veidt, artífice del plan y que sin duda, es el símbolo de la noción del superhéroe que recorre áreas grises en el que Moore hizo especial interés durante toda su obra.

Para hacer un poco de contexto: en el Universo de la novela gráfica, la treta de teletrasportar un calamar gigante desde otra dimensión es en realidad un ¿sofisticado? plan de Adrien Veidt para forzar a las naciones del mundo para Unirse, después de que la amenaza nuclear se hiciera más evidente y peligrosa que nunca. Toda la línea narrativa transcurre en un mundo alternativo en el que la posibilidad de una debacle total y catastrófica en el mundo es inminente, por lo que Ozymandias decide que una tragedia aún mayor es el único recurso que permita conjurar el inminente peligro. Para instrumentar el delirante plan, Veidt que se considera a sí mismo el hombre más brillante del planeta, urde una serie de complejas maquinaciones que culminan en una devastación de incalculables consecuencias. Además, y casi por accidente, termina asesinando a dos de sus antiguos compañeros: The Comedian y Rorschach.

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Es entonces cuando Watchmen alcanza su punto culminante y su legendaria categoría de culto: Veidt asesina a The Comedian cuando este descubre su disparatado plan de destruir a Nueva York con un calamar gigante. Pero por supuesto, The Comedian no es ningún héroe sino más bien todo lo contrario: un psicópata peligroso, asesino de masas y, por supuesto, un vigilante violento que “merece” la muerte (al menos en el contexto de la novela gráfica) y la busca en medio de un comportamiento cínico y una serie de consideraciones sobre la necesidad del mal, que de un modo y otro ofendían la naturaleza en apariencia justa de Veidt.

Por otro lado, Rorschach muere asesinado por el Doctor Manhattan, el único de los vigilantes con reales poderes sobrehumanos gracias a los cuales supo del plan de Ozymandias desde su concepción, o eso parece sugerir el hecho que esta criatura carente de sentimientos humanos y de todo tipo de conexión con el mundo al que perteneció es una supra conciencia que mira todo desde una prudencial distancia.

Cualquiera sea el caso —supiera o no que Veidt estaba a punto de sacrificar a millones de inocentes por un supuesto bien común— Doctor Manhattan decide asesinar por cuenta propia a Rorschach para evitar que revele lo ocurrido. En otras palabras, deja claro que toda la supuesta moral de los vigilantes, símbolos de un particular tipo de bien en un mundo corrompido, no es otra cosa que un colosal acto de hipocresía. Así que desintegra —en el sentido literal del término— al único testigo que podría demostrar la participación de Veidt en la tragedia y deja que este último escape, sin que sepamos su destino final en el cómic.

Y de vuelta a la serie

¿Cómo relacionará Lidelof todo lo anterior con su argumento en pantalla? Sabemos que han transcurrido 30 años después de la muerte de Rorschach, y también de que los supremacistas se escuden bajo la figura del héroe trágicamente fallecido o desaparecido para aterrorizar Tulsa y el resto de Norteamérica. El motivo del enfrentamiento no es otro que la insistencia que la administración de Robert Redford ocultó a la población, lo que en realidad ocurrió en la tragedia de Nueva York décadas atrás.

De modo que todo calza como las piezas de un esmerado rompecabezas: la aparición de Adrian Veidt supone que el antiguo secreto volverá a formar parte de las luchas sociales y culturales que se moverán al fondo del argumento de la serie. Y lo más probable es que haya un enfrentamiento con el Doctor Manhattan, héroe titular del planeta y símbolo del poder estadounidense. ¿Qué celebra Veidt con su extraño pastel color amarillo que come con una herradura?¿Para qué se prepara el hombre más inteligente del mundo?

Las piezas están puestas en los lugares correctos, por lo que solo nos resta esperar a que Lidelof las ordene con cuidado en los siguientes de la serie.

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