Hace dos años, La Forma del Agua de Guillermo Del Toro arrasó con todos los pronósticos y se convirtió en la mejor película del año, un fenómeno que hizo que buena parte de los analistas y críticos de cine se preguntaran cuáles eran los límites de los votantes de la Academia con respecto a géneros no tan populares dentro de las listas de votantes.
Después de todo, se trataba de la historia de una mujer que se enamora de una monstruo de piel verde, con quien hace el amor en mitad de una escena tan sugerente como evidente y que no dejó lugar a dudas sobre su extraño giro argumental. El triunfo significó una nueva forma de analizar las votaciones y las perspectivas de éxito de argumentos poco frecuentes o alejados de los dramas tradicionales.
No obstante, al año siguiente Green Book de Peter Farrelly (una historia que ensalza valores conservadores de manera tópica) se alzó con el principal galardón de la noche, por encima de dramas intimistas de corte independiente como Roma de Alfonso Cuarón, el bio pic del cantante Freddie Mercury, dirigido por el polémico Bryan Singer (envuelto para el momento de la gala en denuncias sobre abuso sexual) o incluso, la historia de superhéroes Black Panther de Ryan Coogler, primer film del género en llegar a la lista de las principales nominadas. ¿Fue el triunfo de Green Book un mensaje sobre la vuelta a los viejos tópicos entre votantes?
El Joker y el Oscar: ¿una relación conflictiva?
La posibilidad plantea una incógnita de relevancia sobre lo que podría suceder el año entrante en la ceremonia de premios, después de que se haya hecho evidente que dos de las películas que podrían dominar las listas de premiación son pequeñas rarezas de géneros poco usuales entre los que suele premiar la Academia. Por un lado Joker de Todd Phillips; con su revisión realista y atípica sobre el clásico personaje de de la editorial DC, llega a las posibles listas de nominados con el premio del Festival de Venecia a cuestas y rodeada de una considerable polémica debido a su uso de la violencia y el tratamiento del guion sobre las enfermedades mentales.
Al otro extremo del espectro se encuentra la sátira Jo Jo Rabbit, de Taika Waitiki, que analiza el nacionalismo, la violencia ideológica y el nazismo desde la poco usual perspectiva de un niño pequeño que tiene por amigo imaginario a Adolf Hitler. El título ya ha cosechado un considerable éxito, incluyendo el haber obtenido el codiciado Toronto International Film Festival People’s Choice Award.
Ambas películas suponen todo un reto para la forma en que los votantes de la Academia suelen analizar a las nominadas. También para los invisibles y persistentes prejuicios dentro de los gremios asociados a la selección, lo cual podría suponer una polémica en puertas de cara a la llegada de la temporada de premios.
De la sátira a la crítica: ¿quién levantará el Óscar esta vez?
Basada en el libro El cielo enjaulado, de Christine Leunens, la sátira JoJo Rabbit ya había causado preocupación antes de su estreno. Especialmente cuando Disney se preguntó qué tan lícito — o arriesgado — podía ser una crítica sobre el nazismo, el prejuicio y el racismo a través de una historia con tintes de comedida nostálgica y sátira bien intencionada.
Incluso Scarlett Johansson, una de las estrellas de su elenco, se llegó a preguntar en voz alta en una entrevista en IndieWire si la película podría tener algún tipo de oportunidad con el público y cualquier jurado, una pregunta válida en medio del clima de debate sobre la corrección política y la sensibilidad cultural tan frecuente en nuestra época.
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Escrita y dirigida por el director neozelandés, la película cuenta la historia de un niño miembro de la juventud hitleriana cuyo amigo imaginario es un Adolf Hitler de talante festivo y extravagante. La película toma un tono más serio cuando el joven protagonista del film descubre que su madre (Johansson) esconde a una niña judía (Thomasin McKenzie) en una habitación oculta de la casa que ambos comparten.
“El guión era una joya tan hermosa y perfecta”, explicó Johansson a IndieWire. “Podías sentir esta voz única de Taika como conmovedora y luego, también absurda. Es una combinación tan poderosa”.
Pero por supuesto, una comedia ambientada en la Alemania Nazi —con Hitler de por medio— y un payaso callejero convertido en asesino debido a la crueldad del sistema de salud pública no son temas usuales para la Academia. Todo parece indicar que la repercusión de ambas películas a nivel cultural y sobre todo, en el debate virtual, podría impulsar a que ambas ocupen un lugar prominente entre las listas de nominadas y se da por descontado que, al menos Jo Jo Rabbit, ocupe un puesto entre las diez películas nominadas al Óscar, luego de obtener uno de los galardones más prestigiosos del pasado Festival de Cine de Toronto.
Se trata de una tendencia cada vez más evidente: todos los recientes ganadores del premio People’s Choice que otorga la crítica en Toronto han sido nominados a mejor película: desde The Green Book (que, de hecho, comenzó su camino triunfante hacia el Óscar con el premio) hasta Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, La La Land y Room, la bendición de Festivales de reconocida respetabilidad parece un requisito indispensable para formar parte de la selección final de la Academia.
Otro caso semejante, ocurre con el Festival de Venecia (que ya premió a Joker como mejor película) y que es un indicativo firme que la película de Phillips podría vencer todo pronóstico y engrosar buena parte de las nominaciones del Óscar 2020. Se espera además que la lista de selección de este año sea lo bastante singular como para incluir una amplia selección de géneros: entre los medios se especializado, ya se habla que los films producidos por Netflix Marriage Story de Noah Baumbach y The Irishman de Martin Scorsese, lo nuevo de Tarantino Once Upon a Time … in Hollywood, el biopic Judy de Rupert Goold y la sensación del Festival de Cannes Parasite de Bong Joon-ho, también formen parte de las posibles diez películas del año, lo que sin duda crearía la lista más curiosa de nominadas de la última década.
¿Puede los nuevos sistemas de votación para los miembros de la Academia —que asegura una amplia difusión del material sometido a votación— y una mayor diversidad entre los votantes hacer la diferencia en los futuros galardones a lo mejor del cine? Con un Adolf Hitler saltando feliz en medio de un bosque de otoño y el Joker conquistando audiencias a carcajada limpia, lo más probable es que la gala del Óscar 2020 sea más la controvertida de la década. Y la que pondrá a prueba una nueva forma de comprender el cine y sus alcances actuales, como discurso social y cultural.