Aunque las desavenencias actuales entre la India y Pakistán comenzaron en 1947, cuando ambos países se separaron, dividiendo en dos el Imperio Indio Británico, las diferencias históricas entre ambos se remontan mucho más atrás. Tanto, que a día de hay quién lo conoce como el “Conflicto de los mil años”. Desde entonces han tenido lugar tres grandes guerras, tras las cuales la paz no parece haber terminado de instalarse. Todo se volvió aún más preocupante después de que en 1999 ambos países pasaran a convertirse en estados nucleares, sembrando la posibilidad de una guerra mucho más peligrosa entre ambos.

A día de hoy los expertos consideran que la probabilidad de que se produzca un conflicto de estas características es baja, pero no inexistente. Por eso, un equipo de científicos de la Universidad de Colorado ha llevado a cabo un estudio, publicado hoy en Science Advances, en el que analizan cuáles serían los daños de esta hipotética guerra, si se produjera próximamente, en 2025. Los resultados son aterradores, tanto para las personas que viven en ambos países como para el resto del planeta.

Daños humanos y climáticos

Para la realización del estudio, el profesor Owen Toon y su equipo consultaron a varios expertos militares y políticos para desarrollar una simulación de la que podría ser la guerra nuclear entre la India y Pakistán. Tuvieron en cuenta que el segundo atacaba en primer lugar, aunque eso no significa que tengan más probabilidad de iniciar el conflicto que sus vecinos.

En lo concerniente al armamento, se partió de la cifra actual, que establece que cada nación puede poseer entre 140 y 150 ojivas y que es posible que la cifra en 2025 se sitúe mucho más arriba, de 200 a 250. Las ojivas son armas de destrucción masiva que forman parte de los misiles balísticos intercontinentales.

Con ese arsenal, podrían morir de 50 a 125 millones de personas si Pakistán atacara objetivos urbanos con armas nucleares de 150 kilotones y si la India atacara con armas nucleares de 100 kilotones. Pero no solo se producirían daños en las zonas cercanas a la hecatombe. También tendrían lugar graves consecuencias a nivel climático. Para llegar a esta conclusión se añadieron al modelo datos sobre la cantidad de humo liberado a la troposfera superior y la estratosfera inferior en la zona de ignición de Hiroshima. Así, concluyeron que podrían liberarse entre 16 y 36 teragramos de carbono negro, que bloquearían la luz solar y producirían un enfriamiento en la superficie global de 2ºC a 5ºC. Además, esto conduciría a una reducción de las precipitaciones de un 15% a un 30% y aminoraría las tasas de almacenamiento de energía de las plantas, tanto en la tierra como en el mar.

Como es lógico, todo afectaría a la disponibilidad de los alimentos y, con ello, aumentaría las tasas de hambre en el mundo.

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Esta simulación se ha realizado concretamente para el caso de las dos naciones asiáticas, pero podría extrapolarse a cualquier país del mundo con la capacidad de iniciar una guerra nuclear, más aún a los que disponen de un armamento mucho más potente. Lamentablemente, este tipo de estudios solo pueden mostrar lo que pasaría, pero poco pueden hacer por detenerlo. Solo queda que sirvan para remover algunas conciencias. Al fin y al cabo, esa es otra de las aplicaciones de la ciencia.

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