Con el Pixel 3 XL, Google logró algo que, durante años, parecía imposible en la familia Nexus / Pixel: fabricar un producto competente, equilibrado y con una cámara de primer nivel. Para subir al último peldaño, tan solo faltaba una casilla por completar apropiadamente: la del diseño. El Pixel 3 XL mejoró significativamente tanto el diseño como la construcción de su predecesor, pero, situado junto a productos de la competencia como el iPhone XS, seguía sin haber color entre uno y otro. El teléfono de Apple estaba mejor construído, transmitía una sensación más placentera y, visualmente, resultaba mucho más atractivo.
Cuando salí de los headquarters de Google, esperaba que este nuevo Pixel 4 me hubiese dejado un mejor sabor de boca en el plano estético. Pero la realidad fue totalmente diferente: aquel teléfono que acababa de sostener en mis manos era, probablemente, el mejor Android que se ha anunciado a lo largo de 2019; pero, por desgracia, la sensación que dejó en mi mano fue muy mejorable.
Empecemos por el modelo de color naranja –que, por cierto, es una edición limitada–. El problema no es solo las sensaciones encontradas que puede levantar entre el público; también lo es la escasa armonía entre este color, los bordes laterales y el recuadro de la cámara, tintados de un profundo negro. La situación contrasta con la del Pixel 3, cuyas variantes verdosas y rosadas eran sumamente acertadas.
Otro desacierto estético es la falta de paralelismo entre la curvatura de las esquinas de la pantalla y las del teléfono, que, una vez más, no coinciden. Esta vez, al menos, el radio de curvatura de las esquinas superiores e inferiores sí es el mismo, algo que no sucedió en el Pixel 3 XL.
El tercer desacierto estético es el grueso borde situado en la zona superior de la pantalla. Su existencia es comprensible, teniendo en cuenta que alberga un sistema de reconocimiento facial avanzado y los radares de Motion Sense, pero no por ello es una decisión estética acertada. Apostar por un notch como el del iPhone 11 habría sido una mejor solución.
Y el cuarto error en su construcción está en los laterales del teléfono, los cuales, según me explicaron portavoces de Google, están fabricado en aluminio. La sensación que estos transmiten es mucho más pobre que, por ejemplo, la del iPhone 11 (aluminio) o la del iPhone 11 Pro (acero). De hecho, al “estrujarlo” para activar Google Assistant, el Pixel 4 se siente mucho más débil y maleable que otros teléfonos de la competencia.
Un producto prometedor en todo lo demás
Dejando a un lado lo estético y entrando en lo funcional, todo en el Pixel 4 y en su variante XL es sumamente prometedor. El hardware que toma como base –Snapdragon 855, 6 GB de RAM, etc.– es muy solvente, como ya pudimos experimentar en otros teléfonos de la competencia. La pantalla con tecnología OLED parece bien calibrada y, además, cuenta con una elevada tasa de refresco que marca la diferencia en la experiencia de uso del producto, pues hace que todo fluya y se reproduzca con mayor suavidad y uniformidad. Y la cámara, a falta de realizar pruebas exhaustivas frente a teléfonos como el iPhone 11 Pro, parece tener un lugar asegurado en el podium de la fotografía móvil de este año.
Por otra parte, es muy bienvenida la incorporación de un sistema de desbloqueo facial avanzado, el cual es mucho más invisible y apropiado que los lectores de huella dactilar que han convivido con nosotros desde 2013. Y lo mismo se puede decir del nuevo zoom óptico, que otorga una mayor versatilidad a la ya excelente cámara fotográfica de este teléfono.
No sé si podría decir lo mismo de Motion Sense, una tecnología muy sorprendente desde el punto de vista técnico, pero cuyo impacto y potencial en este teléfono es, por el momento, una incógnita. ¿Será una de esas características que, con el paso de los años, desaparezcan de los teléfonos de Google o es el comienzo de una nueva seña de identidad para la familia Pixel? Solo el tiempo –y los desarrolladores, si deciden sacarle partido con sus apps– podrá determinarlo.
Otro aspecto que queda en el aire es la autonomía del Pixel 4 pequeño, cuya batería tiene una capacidad de solo 2.800 mAh. O Google ha hecho magia con la gestión energética de este teléfono, o el Pixel 4 va a sufrir en este sentido cuando se compare con los productos de la competencia. Nada que ver con el modelo “grande”, que sí cuenta con 3.700 mAh en su interior.
En términos generales, los nuevos Pixel 4 y Pixel 4 XL son teléfonos muy prometedores que evolucionan donde deben, se nutren de mejoras importantes en el software de Google –como el nuevo asistente de voz– y, además, aportan características interesantes –aunque no sabemos si relevantes– como Motion Sense o la tasa de refresco de 90 Hz. El único "pero" vuelve a ser, a priori, el diseño, que tanto en sensaciones como visualmente dista mucho de equipos como el iPhone 11 Pro, el Galaxy Note 10+ o incluso el Huawei P30 Pro.
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