La televisión atraviesa una época dorada y nadie lo duda: desde la proliferación de series de alta factura hasta el hecho de capitalizar un tipo de público exigente y adulto que hasta hace menos de una década no era el natural para el formato episódico, el valor de los grandes dramas serializados es más actual que nunca y sobre todo, más rentable. Tal vez por ese motivo, varios de los productos más exitosos de la televisión comienzan a ser objeto del deseo de los grandes estudios como posibles proyectos de bajo costo y riesgo, en contraposición de una posible audiencia cautiva.
Netflix publica el tráiler oficial de ‘El Camino: Una película de Breaking Bad’
Se trata de una combinación tentadora, mucho más cuando es evidente que el éxito de productos sucedáneos a las grandes series, es más notorio que nunca. Hace unas semanas, la película de la querida serie británica Downton Abbey venció en taquilla a la espera quinta parte de la franquicia Rambo, que tuvo el triple de presupuesto (unos 50.000.000 de dólares) y consiguió menos de la mitad de las ganancias de la película basada en el show. ¿Una señal muy clara de lo que podemos esperar en pantalla en lo sucesivo?
Lo más probable es que dependa del éxito de la esperadísima El Camino: una historia de Breaking Bad. La película de Netflix que busca replicar el éxito de la ya clásica serie sino, además, ampliar su universo de manera ingeniosa. El film, que será estrenado en simultáneo en el catálogo de Netflix y en cines selectos norteamericanos, espera lograr la combinación entre la indiscutible popularidad de la serie y un discreto fenómeno de taquilla, que demostraría sin duda la rentabilidad de proyectos basados en serie y dramas populares.
No se trata de una idea descabellada: El Camino ha despertado la suficiente expectativa como para reverdecer la popularidad de la serie y el estreno de la película, se ha convertido en un suceso exclusivo que, en un fin de semana en el que el mayor protagonista es Joker de Todd Phillips, podría dar alguna que otra sorpresa. Por supuesto, nadie espera que el film Vince Gilligan pueda vencer en números netos al éxito de la temporada de Warner Bros., pero el solo hecho que haya logrado dividir la atención y centrarla en una película que continúa la historia de un argumento en apariencia finalizado hace seis años, es todo un indicativo del efecto de los nuevos hábitos de consumo en la televisión en el mundo del cine.
Un camino inesperado
El fin de semana del 20 de septiembre, la cartelera norteamericana celebraba el regreso de una de las franquicias más queridas y tradicionales del género de acción: Rambo V: The Last Blood, de Adrian Grunberg, regresaba a la pantalla grande con una historia que intentaba imitar el fenómeno que logró Creed de Ryan Coogler hace unos años y más allá, devolver a la franquicia el sitial de popularidad que ocupó por más de dos décadas en el género de acción. Además, también se estrenaba Ad Astra, de James Gray, que prometía convertirse en un éxito del cine de ciencia ficción con toques existencialistas. Por último, se encontraba la adaptación para cine de Downton Abbey, de Michael Engler, sin otro aliciente que continuar las aventuras de los aristocrátas ingleses que hicieron las delicias de los televidentes por casi una década.
‘Ad Astra’: viaje espacial al interior de uno mismo
El resultado desconcertó a los ejecutivos y demostró el peso del televidente cautivo sobre los posibles resultados de taquilla: Downton Abbey no solo los derrotó a todos y se coronó como la película preferida de la audiencia en un fin de semana especialmente reñido, sino que además, tres semanas después, ya había recaudado la astronómica suma de 137 millones de dólares en todo el mundo. De hecho, la película sigue siendo la gran sorpresa del tercer trimestre de un año cinematográfico con ganancias deslucidas y toda una demostración de las ventajas de producciones basadas en dramas televisivos populares.
Netflix, cuya estrategia en cines continúa siendo parcialmente secreta, intentará repetir el fenómeno con el estreno de El Camino en una combinación singular que espera capitalizar el éxito de la serie y probar los alcances de productos relacionados con argumentos de considerable arraigo en el público televidente. El film se incluirá en el catálogo de Netflix el 11 de octubre y llegará a un puñado de cines selectos el fin de semana inmediato. La combinación intentará que crear una reacción de audiencia por completo nueva, en la que el canal tenga la ventaja de captar no solo al público natural de la boletería de fin de semana, sino a los que acudirán al estreno de El Camino como un ejercicio de nostalgia.
Como siempre, Netflix hizo pocos comentarios sobre su estrategia de lanzamiento (o que espera lograr en concreto con la combinación de pantalla chica y grande), pero quizás, no necesita analizar sus intenciones de manera pública para que sean bastante claras. El Camino se estrenará aproximadamente en 130 salas alrededor de EEUU, rodeada de una campaña de marketing que ha hecho hincapié en la posibilidad que el argumento en pantalla responda las preguntas que el final de las series dejó inconclusas. Con siete extraordinarias temporadas que terminaron en una línea argumental inconclusa (o eso sugiere la escena final del último capítulo), El Camino intentará no solo concluir sino además profundizar en el Universo de una serie que ya es considerada parte de la historia televisiva.
¿Le importa a Netflix el posible éxito en taquilla de la película? En realidad, la plataforma parece más interesada en probar el éxito de la modalidad de lanzamiento con vistas a futuras adaptaciones y fórmulas de estreno semejantes.
Una transformación total: el futuro de los grandes estrenos de fin de semana
El cambio y la transformación de la multiplataforma no es nada novedoso, aunque pueda parecerlo: ya en 1948, la popular serie de televisión The Goldbergs se convirtió en una obra de teatro y un suceso de considerable éxito sobre las tablas. Durante meses, se debatió el motivo por el cual, la serie logró llevar a los palcos de teatro a una audiencia acostumbrada a la televisión y al ritmo episódico. ¿La respuesta? Los personajes y la historia, en una combinación imbatible que demostró de manera temprana el poder de la televisión sobre el público más allá del ámbito doméstico.
Claro está, Downton Abbey no es un fenómeno único: es de hecho, la más reciente adición a la larga lista de éxitos televisivos que incluyen reinvenciones cinematográficas exitosas. Desde Mission: Impossible, Star Trek a 21 Jump Street, el fenómeno convirtió a dramas populares en franquicias cinematográficas de éxito considerable. La diferencia con el drama británico y posiblemente El Camino, sea que ambas posibles franquicias estén vinculadas a fenómenos televisivos que de por si, tenían una audiencia cautiva que se traslada a las pantallas de cine con básicamente, el mismo elenco y créditos detrás de cámara. El resultado de hecho, no es una versión de cine, sino una continuación de la historia original en un nuevo formato.
HBO había llevado a cabo una jugada semejante con Sex and the City, que con el mismo elenco y producción logró llevar dos películas exitosas a la pantalla grande. El experimento resultó en una recaudación de 703,6 millones de dólares en la taquilla global. No obstante, a diferencia de Downton Abbey y El Camino es que mientras las solteras más queridas de Nueva York vivieron y disfrutaron de todo tipo de aventuras novedosas en la pantalla grande, los personajes de los nuevos experimentos multiplataformas, tienen el complicado objetivo de sostener, profundizar y crear nuevas líneas argumentales en historias de enorme arraigo en el público.
De modo, que hay razones para creer que el cine y la televisión seguirán evolucionando como sistemas paralelos que se alimentan entre sí. Los resultados de El Camino con toda seguridad brindarán una nueva dimensión a la forma en cómo se comprenden productos derivados de éxitos televisivos y marcará la pauta de las decisiones de plataformas streaming y estudios sobre experimentos similares.