Hace unos días, los supervivientes de la masacre de 2012 en el condado de Aurora (Colorado, EE.UU.) expresaron su preocupación porque el argumento de la película Joker, de Todd Phillip, exaltara la violencia y pudiera promover tiroteos en sus lugares de estreno. El debate público provocó que Warner Bros y el director emitieran un comunicado conjunto en el que aclaran que Joker solo se refiere a hechos de ficción y que no apoya ni promueve hecho de naturaleza violenta.

Warner se posiciona: ‘Joker’ no promueve la violencia

No se trata de una discusión reciente: ya por el año 1971, la sofisticada ultraviolencia de La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick hizo correr ríos de tinta sobre el tema y sobre todo, de lo que por entonces se insinuó era una mirada “romántica” sobre las agresiones callejeras y sexuales. Más adelante, películas como Taxi Driver de Martin Scorsese (que curiosamente, Todd Phillips admitió es una de las referencias de su película), Natural Born Killer de Oliver Stone y pequeñas e incómodas rarezas como Irreversible de Gaspar Noé, despertaron la incomodidad colectiva por su capacidad para recrear la violencia de manera verídica, cercana y la mayoría de las veces, visualmente elegante. Hagamos un repaso por el fenómeno de la violencia en el cine y como ha influido sobre la discusión cultural acerca del tema:

La naranja mecánica, de Stanley Kubrick (1971)

Basada en el libro de Anthony Burgess del mismo nombre, la película de Kubrick sorprendió y escandalizó por su crudísima violencia, pero sobre todo el subtexto político y social bajo una aparente sátira sobre la sociedad moderna. El director incluyó una polémica escena de violación coreografiada con un ritmo preciso y casi preciosista, además encontró en la sonrisa siniestra Malcolm McDowell el protagonista ideal para encarnar a Alex DeLargeL; un psicópata de rostro aniñado que simbolizó la hipocresía de nuestra época. La proyección del film se prohibió en varios países del mundo durante décadas.

Saló o los 120 días de Sodoma, de Pier Paolo Pasolini (1975)

Basada en el clásico literario del sadomasoquismo del Marqués de Sade, el director italiano optó por adaptar los atroces actos sexuales descritos en el libro desde una óptica cruda y directa que convirtieron a la película en uno de los escándalos más sonados de la década. No contento con la profusión de imágenes sexualmente explícitas y violentas en pantalla, Pasolini además incluyó un claro subtexto político y cultural que convirtió al argumento en un escándalo, cuando criticó de manera velada a la iglesia católica y a sus clérigos. El film también fue vetado en varios países de Europa y considerado “blasfemo” en Italia.

Taxi Driver, de Martin Scorsese (1976)

Con Jodie Foster interpretando a una niña prostituta y un jovencísimo Robert De Niro soñando con asesinatos, el film se convirtió en un escándalo inmediato. Por supuesto, de la mano de Scorsese lo que podría haber sido un recorrido sórdido por una ciudad desconcertante se convirtió en una visión dual sobre la moral y una perspectiva de la violencia carente de cualquier preciosismo.

Desde la ultraviolencia a la delicadeza, lo onírico a lo dolorosamente bello, la película resulta inclasificable aún en la actualidad. Como dato curioso y espeluznante, el asesino John Hinckley Jr. intentó matar al presidente Ronald Reagan para impresionar a la actriz Jodie Foster, de quien aseguró estar “enamorado” después de ver la película en innumerables ocasiones y sentirse inmediatamente identificado con el personaje interpretado por De Niro.

Holocausto Caníbal, de Ruggero Deodato (1980)

La decana del género Found Footage fue un escándalo de origen: desde los rumores que una de las actrices había muerto asesinada —y presentada en un plano secuencia— hasta las denuncias reales sobre maltrato a animales en el plató, la película de Deodato se encontró en medio de un debate muy público acerca de los límites de la violencia en el cine y sobre todo, los límites éticos al mostrarla.

Explícita, brutal y audaz, sigue considerándose una de los films más controvertidos de la historia.

Scarface, de Brian de Palma (1983)

Scarface (1983) - Al Pacino

Drogas, violencia y Al Pacino gritando el clásico parlamento “Say Hello to my Little Friend” convirtieron a este clásico entre clásicos en un controvertido estreno que se debatió debido a su apología a la violencia, pero en especial, al hecho de celebrar —y en el sentido estricto del término— el estilo de vida del mafioso encarnado por Al Pacino.

Ya por entonces, hubo preocupación por mostrar al violentísimo Tony Montana como criminal con un gusto exacerbado por la violencia pero que, a la vez, podía ser muy noble. Una extraña combinación que transformó su apoteósico final en una contradicción brillante al aparente tono general del film.

Henry, retrato de un asesino, de John McNaughton (1986)

A la película se le considerada una de las precursoras del género de asesinos en serie. Inquietante, cruda y sangrienta como pocas, el film recorrió un largo camino para llegar a las salas de proyección.

Producida en 1986 no llegó a comercializarse en EE.UU. hasta el año 1990 e incluso, unos años después la polémica sobre su contenido continuó retrasando su estreno en varios estados norteamericanos. En mesa de edición, el film fue replanteado en docenas de versiones, de las cuales solo muy pocas incluyen una de las secuencias más desconcertantes del cine de género: la del asesinato de una familia —con una abrumadora escena de violación necrófila incluida– grabada con una cámara de vídeo por los protagonistas.

No obstante, no es la directa crudeza de las escenas, sino su ausencia de juicios lo que produce una inmediata incomodidad.

Robocop, de Paul Verhoeven (1987)

Con su inocente apariencia de película de acción y ciencia ficción, Robocop es en realidad un alegato contra la industrialización, la violencia y el poder económico de las grandes corporaciones, todo en clave de un argumento futurista muy semejante al clásico Frankenstein de Mary Shelley. Como no podía ser de otra forma, el film levantó críticas y polémica por su discurso de “violencia contra violencia” y por años, se consideró un ejemplo incómodo sobre la percepción del crimen como un mal “que debía ser erradicado”, algo que Verhoeven ni desmintió ni aclaró.

Natural Born Killer, de Oliver Stone (1994)

NATURAL BORN KILLERS, Juliette Lewis, Woody Harrelson, 1994

Crítica y público no terminan de ponerse de acuerdo sobre esta película, en la que Stone trató de desintegrar las bases del american lifestyle sin mucho éxito. Aún así, es un gran alegato contra los medios, la cultura basura norteamericana y una mirada muy elocuente sobre la forma la violencia se usa como reclamo de atención a una audiencia morbosa.

Inteligente, profunda y dura, es quizás una de las obras cumbres de su director, que no volvió a alcanzar un discurso tan complejo como el que planteó en el film.

Irreversible, de Gaspar Noé (2002)

El director argentino intentó confrontar al espectador sobre los orígenes de la violencia con una de las películas más duras de las últimas décadas, en la que además incluyó una escena de violencia sexual en tiempo real que pasó a la historia del cine como una de las más controversiales jamás filmadas.

Al momento de su estreno, hubo un largo e incómodo debate sobre la violencia en pantalla, la forma en que podía presentarse el abuso sexual en el argumento cinematográfico y sobre todo, el hecho de la venganza como parte de la noción sobre la naturaleza humana.

¿Podría 'Joker' provocar hechos de violencia por el mero hecho de presentar un argumento controversial? A una semana de su estreno, la pregunta está aún por responderse.

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