El mal uso de los antibióticos que se ha hecho en las últimas décadas está llevando a que cada vez sean más las bacterias que desarrollan resistencias a ellos, con todo lo que eso conlleva para la salud de los seres vivos a los que infectan.

Las muertes por resistencia a antibióticos se disparan, pero los datos son contradictorios

El número de defunciones por enfermedades hasta ahora fácilmente tratables están aumentando peligrosamente y la cosa parece ir a peor a medida que pasan los años. Tanto, que se calcula que para 2050 serán responsables de más de 10 millones de muertes al año. Las cifras son suficientemente preocupantes como para tener a científicos de todo el mundo en busca de una solución, a la vez que múltiples campañas de concienciación tratan de reeducar a la población, e incluso a los propios sanitarios, para que este tipo de fármacos solo se receten y se consuman cuando sea estrictamente necesario. Múltiples sustancias, muchas extraídas de la naturaleza, están siendo estudiadas en la actualidad por su acción bactericida, normalmente en solitario. ¿Pero y si lo que necesitásemos fuera algo que potenciara el efecto de los propios antibióticos, disminuyendo las resistencias? Ese parece ser el papel de un compuesto analizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Surrey, cuyos resultados se han publicado recientemente en Journal of Medical Microbiology. Se trata de un antioxidante extraído del té verde, que parece hacer la pareja perfecta junto con aztreonam para combatir cepas de Pseudomonas aeruginosa, una de las bacterias cuyas resistencias se han convertido ya en un problema de salud pública.

El combo perfecto

Para la realización de este estudio, sus autores tomaron varios cultivos bacterianos y los trataron de tres formas diferentes: con la sustancia extraída del té verde, llamada epigalocatequina (EGCG), con aztreonam, o con una combinación de ambos.

Pasado un tiempo, comprobaron que en los dos primeros el crecimiento bacteriano se vio mucho menos mermado que en el último, en el que “aumentó significativamente la eliminación de bacterias”. Quedaba conocer cuáles eran sus efectos en animales vivos, por lo que procedieron a repetir los tres pasos con larvas de polilla infectadas pos P. aeruginosa, obteniendo resultados muy similares. Finalmente, llevaron a cabo las pruebas en cultivos de células de piel humanas, en los que comprobaron que la mezcla de ambos compuestos tenía una toxicidad mínima o nula.

No está del todo clara la razón de este efecto beneficioso de EGCG, aunque los investigadores apuntan a dos posibles opciones. Por un lado, podría ser que aumentara la permeabilidad de las bacterias al antibiótico, facilitando su absorción. Por otro, podría interferir en alguna ruta bioquímica implicada en la susceptibilidad del patógeno al aztreonam.

La mujer a la que los suplementos de té verde le provocaron fallo hepático

Sea como sea, habrá que seguir investigando más hasta que pueda aplicarse directamente en humanos, pero por ahora parecen encontrarse en el buen camino. Eso sí, es importante recordar que para la realización de estos experimentos se han utilizado dosis muy controladas del antioxidante y que ni beber infusiones de té verde junto a los antibióticos ni tomarlo en suplementos mejorará los efectos del fármaco. De hecho, el consumo de estos últimos resulta contraproducente, como pudo comprobar recientemente una mujer cuyo hígado se dañó por este motivo. Por ahora, lo único que podemos hacer es tomar los antibióticos con cabeza, que no es poco.