Nadie lo veía venir, pero ocurrió: Fleabag, la serie de Amazon Prime Video en coproducción con Two Brothers Pictures para el canal digital BBC Three, se convirtió en la gran ganadora de una noche en la que todo parecía indicar que Juego de Tronos se despediría del mundo de la televisión por todo lo alto. Pero la producción insigne de HBO apenas se alzó con un par de estatuillas, mientras que Fleabag no solo arrasó con los premios más importantes, sino que demostró que un nuevo tipo de comedia acaba de llegar a la televisión.

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Fleabag, creada y escrita por Phoebe Waller-Bridge venció a las favoritas de la noche, Veep (HBO) y The Marvelous Mrs.Maisel (también de Amazon Prime Video) y se convirtió en la gran sorpresa. Mientras, la industria de la televisión apostaba a un gran homenaje a Juego de Tronos, que de hecho tuvo su gran momento en la gala: con todo su elenco sobre el escenario, la serie tuvo una despedida simbólica con una gran ovación del público presente. Además, obtuvo el premio a la mejor serie de drama, que de alguna manera cerró una época en la historia televisiva.

Pero en el recuento de estatuillas fue evidente que Juego de Tronos tuvo que conformarse con una despedida agridulce: de las treinta y dos nominaciones que recibió, solo obtuvo dos (y diez en la gala de la semana anterior de los Emmy Creativos y técnicos) y debió dejar protagonismo a los verdaderos triunfadores de la noche. En el rubro de los mejores actores y actrices —en el que competía casi todo su elenco— los grandes triunfadores fueron Julia Garner de Ozark, Jodie Comer por Killing Eve y Billy Porter por Pose. Este último se convierte así en el primer hombre afroamericano abiertamente gay en ganar la estatuilla, todo un hito que el actor se encargó de recordar al momento de aceptar la estatuilla.

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Juego de Tronos apenas pudo celebrar con el previsible triunfo de Peter Dinklage, que por quinta vez volvió a ganar el premio al mejor secundario gracias a su interpretación de Tyrion Lannister y personaje emblema de la serie. Notoriamente emocionado, el actor agradeció al equipo de producción y tuvo un de los raros momentos espontáneos de la premiación, al referirse de manera tangencial al escándalo en redes por las críticas mixtas sobre el final de la serie, lo que provocó que su discurso fuera interrumpido de forma abrupta.

Pero la verdadera sorpresa de una noche que se suponía previsible, fue la comedia británica Fleabag, que se convirtió en la comedia del año y en uno de los productos más sólidos de Amazon Prime Video. Con sus seis Emmys (de los once que estaba nominada), también le restó brillo a la despedida de la veterana Veep, que parecía ser la selección obvia de una noche en que la industria parecía tener toda la intención de agradecer el aporte de varias de los shows emblemáticos que abandonaron la televisión este año.

Pero la producción de Phoebe Waller-Bridge se impuso por el número de estatuillas que logró obtener y por demostrar su calidad frente a los gigantes de las grandes cadenas televisivas. Después de obtener el premio a la mejor dirección de comedia por el piloto de la serie —que Waller-Bridge aceptó entre gestos de sorpresa— tuvo que regresar al escenario para aceptar el de mejor actriz en el mismo rubro. En medio de la sorpresa del teatro Microsoft de los Angeles, Waller-Bridge solo acertó a decir: “Esto es completamente ridículo”.

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De esa forma, una actriz virtualmente desconocida en el mundo del entretenimiento, vencía a la favorita Julia Louis-Dreyfus, nominada por su papel como la vicepresidenta Selina Meyers en la serie Veep. La actriz había obtenido el premio en seis ocasiones y la nueva nominación cerraba un ciclo para la serie. Eso la hubiese convertido en una leyenda viva en la televisión y en la mujer con más victorias en el rubro al encarnar un solo personaje. De la misma manera que Juego de tronos, Veep también fue ovacionada sobre el escenario y recibió una emocionada despedida simbólica del público. Pero la estatuilla que habría coronado el triunfo simbólico fue a manos de Waller-Bridge.

La antiheroína llegó para quedarse

Quizás la buena parte del público que sintonizó la gala de los premios Emmy, Fleabag sea una curiosidad sorprendente en medio de los grandes nombres de la televisión con los que debía competir. Pero en realidad, la obra de Phoebe Waller-Bridge acaba de llegar a su segunda temporada y es un pequeño fenómeno de crítica y audiencia: la web Vulture la consideró una de las mejores series del año 2018 y buena parte de las publicaciones especializadas del mundo del entretenimiento, celebran su particular sentido del humor, pero, sobre todo, la forma novedosa en que analiza a la figura femenina.

Fleabag cuenta la historia de una treintañera londinense con una caótica vida sentimental y sexual, en medio de una crisis existencial con la que le lleva esfuerzos lidiar. Pero a diferencia de argumentos semejantes como el de la serie Girls o incluso, ese símbolo de la anti heroína femenina como lo es Bridget Jones, el personaje Phoebe Waller-Bridge es una mezcla de un negrísimo sentido del humor y una dosis de existencialismo.

El personaje no está en busca del amor, sino más bien de sí misma en una travesía intelectual y emocional por completo original. El personaje de Waller—Bridge es la antítesis de la buena niña televisiva: se odia a sí misma, es compulsiva, desafiante y desaliñada, pero a la vez, es profundamente amable y sensible, una combinación que la actriz logra crear con una intuitiva inteligencia. Con una primera temporada de seis capítulos, la serie a causó revuelo en su natal Inglaterra, lo que le permitió llegar a la segunda temporada convertida en un fenómeno por derecho propio.

Las grandes series emblemas de la televisión se despiden y dejan a su paso, una nueva mirada sobre la forma de contar historias en la pantalla chica: el triunfo de Fleabag no solo lo demuestra, sino que celebra un novedoso punto de vista sobre el formato de la comedia y sus implicaciones. Quizás el mayor triunfo de una noche de premiación llena de inesperadas sorpresas.