La nueva serie de Netflix, Creedme, pone imágenes a la historia real de Marie Adler, una joven estadounidense a la que difamaron por poner una “falsa denuncia” de violación que resultó ser verdadera años después. La serie, producida por Netflix, ha sido un puñetazo contra la mesa y una fuerte apuesta por el movimiento #MeToo que viene de la mano de la directora Lisa Cholodenko (Los chicos están bien), la guionista Susannah Grant (Erin Brockovich, Por siempre jamás), y el productor Michael Dinner (Justified, Aquellos maravillosos años).

El caso de Marie Adler no fue aislado. Mientras dormía, un hombre entró en su habitación, en una residencia de estudiantes, y la violó. La falta de pruebas físicas y las inconsistencias en su relato llevaron a la policía a creer que estaba mintiendo. Incapaz de aguantar la presión del interrogatorio, Marie dijo que se lo había inventado todo para salir de allí, pero las consecuencias fueron casi peores que si hubiera seguido adelante con la denuncia. Creedme nos muestra esta historia en el primer capítulo, una hora de pura tensión narrativa en la que no hay ningún artificio; es una narración clínica de los hechos capaz de revolverle el estómago a cualquiera.

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Un relato descarnado al que se unen, capítulos después, otras cuatro mujeres. Años después del caso de Marie, dos detectives de diferentes distritos, interpretadas por Merrit Wever (Birdman) y Toni Collette (Hereditary), empiezan a encontrar conexiones entre casos de agresiones sexuales y aúnan esfuerzos para llevar una investigación conjunta. El contrapunto entre cómo tratan a Marie los agentes de policía y cómo lo hace la detective a la víctima que protagoniza el segundo capítulo no son casualidad.

El objetivo más importante de Creedme es hacernos ver que, después de una experiencia traumática, como es una violación, llega una segunda victimización de la agredida a base de tener que repetir, una y otra vez, lo que les ha pasado. El abogado de Marie tiene una frase lapidante hacia el final de la serie: “Nadie acusa a una víctima de robo de mentir, ni cuando te roban el coche; eso no pasa, pero si es una agresión sexual…”. En ese caso, la víctima es cuestionada en todos los aspectos posibles, como vemos que sucede en la serie.

El gran acierto de Creedme es la objetividad con la que representa la situación. Es una mirada limpia y cruda de los hechos y la investigación policial que se ve reforzada por las interpretaciones principales, especialmente la de Kaitlyn Dever como Marie. Dever ha formado parte de varios títulos relevantes de los últimos años —El candidato, Las vidas de Grace, Beautiful Boy— y este mismo verano nos sorprendía con su divertida actuación en Súper empollonas. En esta serie no queda ni rastro de ese papel juguetón de comedia adolescente, solo una joven que no sabe cómo hacer frente a una situación difícil. Su papel requería una gran capacidad de transmitir indefensión, confusión y trauma sin apenas decir nada, ya que el personaje lo pasa muy mal intentando contar lo que le ha sucedido y se bloquea a menudo.

Dever lo ha conseguido, como ha confirmado la verdadera Adler, a través del periodista que escribió su historia por primera vez, Ken Armstrong. Según sus palabras, Adler calificó la serie como “excelente” y, en concreto, dijo que la forma en que la actriz transporta a la pantalla su incapacidad para seguir reviviendo el trauma en los interrogatorios fue “perfecta”. Armstrong comenta que todos los detalles sobre el caso de Marie son “rigurosos” y resalta el exhaustivo examen médico al que se ve sometida tras la agresión.

Lo cierto es que es fácil percibir la sensibilidad con la que los creadores han conducido la historia. La serie tiene el tono general de cualquier otro show policíaco, pero, en lugar de poner el foco sobre el criminal, lo hace sobre las víctimas. Sin mostrar apenas imágenes de las agresiones, la serie nos transporta a la psique de las mujeres agredidas e intenta hacernos comprender la delicada situación que están atravesando con el mayor de los respetos.

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Para ello, nos muestran cómo cada una de ellas reacciona de una manera diferente: Marie apenas puede hablar sobre ello y sus versiones se contradicen; otra de las víctimas relata con entereza cada mínimo detalle de lo sucedido; otra, solo puede recordar sonidos, ha perdido toda la memoria visual de esa noche. Con esto, demuestran que no hay una forma correcta de ser una víctima de violación, sino que cada persona tiene su propia forma de sobrellevar la agresión y, por eso, la investigación policial no debería enfocarse sobre la agredida, como hicieron en su momento con Marie.

También las actrices son un ejemplo de seriedad en cuanto al compromiso con el que se han adentrado en sus respectivos papeles. Merritt Wever afrontaba en Creedme su primer papel como personaje principal, y afirmó en una entrevista haberse sentido intimidada por el reto, ya que el tema “le importa”. “Sentí que encendía algo en mí”, ha comentado la actriz. Su compañera de reparto, Toni Collete afirma en USA Today que le “enfureció” el nivel de detalle que hay en la serie con respecto al trato que reciben las víctimas de agresiones sexuales: “el hecho de que sean tratadas como sospechosas, sabiendo lo que le cuesta a una mujer dar el paso. Ya hay que tener agallas”.

Imposible de creer

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Un reciente artículo de la revista Times reflexionaba sobre la responsabilidad de quienes escuchan los testimonios de violencia sexual y, aún así, no hacen nada para cambiar la situación: “[Nosotras] contamos, contamos y contamos. Ofrecemos nuestras experiencias para su consumo en masa, esperando que esta vez consigamos abrirnos camino, pero ¿sirve de algo?”. Creedme se suma a una larga lista de productos audiovisuales que revelan historias reales de violencia sexual, como The Tale, Bombshell o el documental Untouchable.

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Lo que consigue Creedme no es habitual. La tercera temporada de Por 13 razones ha demostrado que cualquier avance en la representación comprometida de la violencia sexual —como esa escena del juicio de Bryce en la temporada anterior— puede venirse abajo en un momento. Mientras Por 13 razones humaniza al violador, proliferan otras muchas series y películas que muestran la imagen real de las agresiones sexuales y sus consecuencias para las víctimas. ¿Es morbo? ¿Compromiso? ¿O solo una respuesta del sistema para la capitalización del #MeToo? ¿Importa? La realidad es que hace cinco años estas historias acababan mal representadas en una película de sobremesa de Antena 3. Ahora, por lo menos, se están contando.

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