El creciente dominio de Disney en taquilla ha protagonizado muchos análisis en los últimos meses, hasta el punto de comenzar a usar la palabra monopolio por la cantidad de cartas que puede jugar en el mercado del entretenimiento, y en especial en la gran pantalla. Con 6 de las 10 películas más taquilleras del año bajo el paraguas de la compañía (de Endgame a Aladdin), y el punch sin parangón que le permite poseer marcas y personajes como los de Marvel, Pixar o Star Wars, cada una de sus apuestas en los cines se convierte casi en un evento único.

Del fervor por ver cómo desenlazaba la Saga del Infinito, a la expectación por los animales realistas de El Rey León, la lluvia de nostalgia de Toy Story 4 o, quizá la traca final, el epílogo de Star Wars que llegará a los cines estas navidades. Disney cuenta con unos tentáculos y una variedad de herramientas que le permiten preconizar casi cualquier mes del año en lo que a estrenos se refiere.

Durante 2019 Disney ha conseguido batir el récord de recaudación de un estudio de todos los tiempos, con más de 7.600 millones, unas cifras que le dan una cuota de mercado del 34,1%. En otras palabras, de cada 10 dólares conseguidos con entradas de cine, algo más de 6,5 siguen yendo a otras compañías. Por lo tanto, seguramente hablar de monopolio, incluso entre comillas, es demasiado, pero Disney cada vez pone más distancia de por medio con sus otros grandes competidores.

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Tanto, que sus dos perseguidoras entre los estudios más taquilleros, Universal y Time Warner, no llegan ni sumando su recaudación al total de Disney este año. Y eso que cada una ha estrenado casi tres veces más películas que la primera. Podemos imaginarnos el guante de Mickey Mouse ejerciendo su dominio con puño de hiero (o guantele del infinito, si se prefiere).

En la siguiente tabla se puede ver la recaudación por estudio hasta la fecha durante 2019 en Estados Unidos, junto con su cuota de mercado y su película más taquillera:

En ella observamos hasta qué punto la fórmula de Disney en base a Marvel, remakes de películas de animación y Pixar, funciona a la perfección. Y si siguiéramos su calendario de estrenos, vemos cómo lógicamente las distribuye para que ninguna robe protagonismo a la otra. Una cadena en base a franquicias, sagas y megaestrenos imposible de superar.

Por su parte en el resto de estudios vemos como, pese a que algunas intenta replicar esta fórmula, aún se dan casos de películas independientes que sorprenden en taquilla. Universal, la segunda en la lista, tiene en Nosotros de Jordan Peele su producto más rentable, más incluso que la enésima entrega de Fast and Furious, al tiempo que también ha confiado en propuestas más intimistas, como Yesterday o la oscarizada Green Book.

Time Warner, tercera, también apunta a una fórmula mixta similar a la Disney, con la secuela de It y enormes franquicias como Detective Pikachu, el Universo de DC o Godzilla. Pero a partir de ahí viene el sálvese quién pueda. Quitando a Sony y su 'disneyzado' Spider-man, el resto de grandes estudios han basado gran parte de su facturación en un único título, y la mayoría de veces independiente de sagas.

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Lionsgate hizo su negocio con la tercera parte de John Wick, STX con la adaptación de la francesa Intocable, al tiempo que United Artist ha cimentado su facturación bajo la comedia The Hustle y la nueva versión de El muñeco diabólico. Cierra el top-10 A24, catapultada por el terror diurno de la Midsommar de Ari Aster.

Midsommar (2019), una de las cintas revelación de este año.

No menos películas de género, pero sí con menos presupuesto

También en las últimas semanas, al hilo del viaje de ida y vuelta de Spider-man del UCM -que se ha cerrado finalmente con un nuevo acuerdo entre Marvel y Sony- en redes y comentarios entre los fans se ha especulado con la posibilidad de que Disney adquiriera Sony para dar carpetazo a su problema de derechos con el trepamuros. Sería la fórmula más contundente para acabar con este cisma, -y dar un paso más hacia el anunciado monopolio- pero desde luego también sería harto complicado.

Estados Unidos posee un vasto corpus para revisar fusiones y adquisiciones de este tipo, como ya se demostró en los meses en los que se dilató la reciente compra de la rama de entretenimiento de FOX. Unos mecanismos para prevenir precisamente esa falta de competencia que en el cine en concreto tienen su origen a finales de los años 30, cuando el gobierno federal intervino en el famoso caso de 'Estados Unidos contra Paramount' y que cortó las alas a la mayoría de majors pujantes en esa época que poseían un sistema vertical por el cual controlaban desde la producción hasta la distribución de las cintas.

Sin embargo, el poderío de Disney en taquilla sí que está generando sus hondas expansivas, y estas están afectando especialmente a las productoras de nivel medio. Esas cintas con presupuestos medianos que, como demuestran los datos, son las que más están escaseando desde el auge del cine de grandes sagas.

En este análisis publicado por el productor y analista Stephen Follows se ve cómo de 1997 hasta la actualidad el número de estos films medianos (entre 15 y 50 millones de presupuesto) en su mayoría películas de género, apenas ha variado, copando entre el 20 y el 25% de todos los estrenos por año. Sin embargo, su presupuesto medio sí que ha descendido desde los 45 millones de 1999 a los 30 de la actualidad.

Los datos son especialmente llamativos cuando son segregados por género, con la fantasía y la aventura en auge en lo que respecta a presupuestos y las películas de romance y terror, junto con las biográficas, descendiendo de forma abultada.

Un cambio de paradigma para las estrellas y las pantallas

Pero sería ilógico no tener en cuenta en este mapa todos los nuevos actores y factores que están interviniendo en la industria del cine. El primero, los sistema de VOD comandados por Netflix, y el cada vez mayor número de películas de alto nivel que eligen estrenarse en exclusiva o en paralelo en plataformas de este tipo.

Cuatro ejemplos pueden alumbrar bien este cambio, y cómo películas de género y nivel medio de presupuesto han encontrando en la pequeña pantalla su ventana favorita. La primera, la Roma del oscarizado Cuarón, cuyo estreno en exclusiva en Netflix en muchos mercados sentó un polémico precedente. La tendencia ha seguido con nombres propios como Scorsese, que hará un estreno limitado en cines de El Irlandés para después ofrecerla también en la plataforma. Otra casuística puede representarla Aniquilación, la película de Alex Garland que tras quedarse apenas sin distribución, fue rescatada por Netflix y consiguió grandes críticas. Y, por último, Misterio a bordo, la última comedia de Adam Sandler que también se estrenó directamente bajo demanda.

En resumen, compañías como Netflix o Amazon se están erigiendo cada vez más como opciones para la exhibición casi directa de películas de gran talla que quizá no conseguirían unas cifras apabullantes en taquilla, y también están recogiendo buena parte de esas comedias románticas o cintas de terror y otros géneros que no consiguen distribución. ¿Cuánto peso tiene en este panorama el arrinconamiento de megaestrenos de Disney, y cuánto la propia ambición de Netflix y compañía por ganar usuarios, más aún sabiendo que ese puede ser su principal fortaleza ante el inminente aterrizaje de Disney Plus? Las dosis de este cocktail son complicadas de conocer, pero en cualquier caso, parece que el cine en gran pantalla es cada vez más homogéneo, y que parte de esa variedad se está yendo a la televisión por suscripción.

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