La DANA que recorre España durante estos días está causando estragos de diversa índole en varias provincias, desde granizos de tamaño considerable hasta inundaciones, pasando por fuertes rachas de viento e incluso un tornado. Este último tuvo lugar durante la tarde de ayer, en la localidad malagueña de Campillos, causando un gran revuelo entre quienes lo vieron; aunque, afortunadamente, ningún daño.

Es un suceso poco frecuente en nuestro país, donde pueden darse tornados de vez en cuando, pero casi siempre de intensidad baja, y a veces sin llegar a alcanzar tal categoría. De hecho, hasta ahora la Agencia Estatal de Meteorología no se ha pronunciado respecto a este. De cualquier modo, ¿cómo pudo formarse? ¿Corremos peligro de sufrir tornados como los que se dan con frecuencia en Estados Unidos? En realidad podemos estar bastante tranquilos en ese aspecto, pues la probabilidad de que ocurra es extremadamente baja, aunque no inexistente.

De la DANA al tornado

Según explicó en 2017 a Hipertextual la portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología, Ana Casals, una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) es una bolsa de aire frío que lleva una rotación, pero que no tiene una señal de borrasca en la superficie. Al estar rodeada de aire mucho más caliente, la diferencia de temperaturas genera una inestabilidad atmosférica que propicia que las masas de aire asciendan con gran facilidad, saturándose de vapor de agua rápidamente y dando lugar a fuertes tormentas. Esta es la razón de los sucesos meteorológicos que están siendo noticia en España últimamente, incluyendo el tornado.

Estos fenómenos se forman en situaciones de inestabilidad y tormenta, en las que además deben converger una masa de aire cálido y muy húmedo y otra de aire frío y seco. Esta es precisamente la razón por la que son tan comunes en una zona concreta de Estados Unidos, conocida como Callejón del Tornado. En ella, el aire caliente proviene del Golfo de México, mientras que el frío y seco llega directamente desde Canadá.

Cuando ambas masas chocan, el aire cálido asciende sobre el frío, dando lugar a algo conocido como supercelda tormentosa. En condiciones normales todo queda ahí. Sin embargo, si también hay grandes cambios, tanto en la dirección como en la velocidad del viento, puede terminar generándose el tornado.

Es probable que granice en pleno julio, y la razón se llama DANA

En Málaga, la DANA propició la aparición de la supercelda tormentosa, mientras que las condiciones del viento finalizaron dando lugar a ese vistoso torbellino que tantas personas fotografiaron.

¿Cómo se miden?

Por lo general, la intensidad de un tornado se mide a través de la escala Fujita-Pearson, basada en el nivel de destrucción que ocasionan sobre la vegetación y las estructuras fabricadas por humanos.

Pueden clasificarse desde F0, que engloba tornados con vientos de 60 a 117 kilómetros por hora, capaces solo de arrancar algunas ramas de árboles y pequeños objetos sin mucha sujeción, hasta F5, en el que se llega hasta los 510 kilómetros por hora, los coches vuelan como si fueran de juguete y los edificios pueden arrancarse de cuajo del suelo.

El 75% de los tornados del planeta se producen en Estados Unidos, ¿por qué?

También se considera como posible el F6, aunque a lo largo de la historia solo se ha registrado como tal uno, acaecido en Oklahoma en 1999. Además, no se consideró F5 por muy poco, ya que los vientos solo alcanzaron los 512 kilómetros por hora.

Tornado en Campillos. Captura del vídeo de Twitter de Nacho Aguilera

¿Hasta dónde llegamos en España?

Por lo general, los tornados que se forman en España no suelen superar la clasificación F1, en la que la velocidad del viento no va más allá de los 181 kilómetros por hora y los daños oscilan entre tejas levantadas y camiones volcados. La probabilidad de que se den eventos ubicados más arriba en la clasificación es muy baja, aunque no deja de ser una posibilidad.

De hecho, en marzo de 1671 tuvo lugar en Cádiz uno tan destructivo que en la actualidad se cree que pudo llegar a considerarse F4. Ha pasado tanto tiempo que es imposible saberlo con seguridad. No obstante, los informes de la época cuentan que destruyó casi un tercio de las casas de la zona, destrozó un gran número de barcos y mató a 60 personas. Está catalogado como el mayor tornado que ha tenido lugar en España desde que existen registros, aunque desde entonces se han dado algunos más de intensidad elevada.

Por ejemplo, en 1886 está documentado en Madrid uno que alcanzó vientos de 300 kilómetros por hora, lo cual lo ubicaría entre F3 y F4. Se dice que generó muchísimos daños en la ciudad y que llegó a arrancar cientos de árboles del Jardín Botánico.

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El más reciente de estos grandes tornados tuvo lugar en 1999, en la Sierra de Teruel. Arrasó una zona de medio kilómetros, destrozando todos los pinos que encontró a su paso, de ahí que también se clasificara como F3.

Paralelamente, se han ido dando otros mucho más leves, especialmente en zonas costeras. Por ejemplo, son frecuentes en las costas de Granada, donde en las últimas dos décadas se han registrado numerosos destrozos de invernaderos a causa de estos torbellinos de viento.

No te confundas

En España sí que son algo más frecuentes las trombas marinas, cuya principal diferencia con respecto a los tornados es que no se forman sobre el suelo, sino sobre el agua. Son especialmente comunes en las costas mediterráneas, donde se cree que pueden aumentar aún más su frecuencia a medida que el calentamiento global vuelva sus aguas más cálidas.

Por otro lado, también es habitual ver dentro de nuestras fronteras un fenómeno mucho más leve, conocido como remolino de arena o diablo de polvo. Al igual que los tornados, constan de una columna de aire de rotación orientada verticalmente. Sin embargo, se dan bajo cielos despejados, cuando una fuerte corriente de aire descendente llega al suelo provocando un remolino que levanta polvo, hojas y otros pequeños objetos a su paso. Son bastante comunes en Castilla la Mancha, aunque en general se registran a menudo en prácticamente toda España. No es difícil ver varios de ellos durante un largo viaje en coche, sin miedo a los daños que puedan generar. Ver de cerca un tornado de verdad es mucho más espectacular, aunque si es de gran intensidad, más vale estar bien resguardado y lejos de su camino.

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