Para cuando el hombre llegó a la Luna, la mayoría de los libros y películas de ciencia ficción ya habían realizado el histórico recorrido: la obsesión por el espacio y sus enigmas fue un tema común en la mayoría de los grandes clásicos del género y simbolizó una antigua obsesión colectiva por la conquista de territorios inexplorados. Por supuesto, el contexto real era mucho más complicado que los ataques de “Selenitas” armados con rifles de rayos de luz contra desprevenidos ciudadanos vestidos de impecable traje y corbata.

En 1952, el llamado “telón de acero” entre EE.UU. y URSS convirtió las tensas relaciones políticas y culturales entre ambos países en una competencia interminable por alcanzar el éxito en cualquier ámbito que pudiera hacer sombra al otro. El miedo por el posible avance tecnológico del enemigo se hizo el mayor aliciente para comenzar lo que sería no solo una carrera espacial basada en el ensayo y el error, sino también en la necesidad inmediata de alzar el banderín de la conquista en terrenos inimaginables.

Hace justo 50 años despegaba el Apolo 11, la misión que llevaba al hombre a la Luna

En el cine, la inusitada tensión mundial se reflejó como un cambio en los códigos sobre la manera en que la pantalla grande mostraba la violencia. Del tradicional cine bélico (que durante buena parte de los cuarenta y cincuenta encarnó la mayoría de los terrores culturales) se pasó al cine de ciencia ficción, que alentaba la idea de una amenaza invisible y difícil de definir. Por primera vez, el género se tomó en serio y se convirtió en algo más que una curiosidad pasajera. La proliferación de películas que mostraban todo tipo de enemigos llegados desde el espacio, coincidió con el inicio de la verdadera guerra especial entre potencias, en la que Rusia llevaba la delantera con el lanzamiento del Sputnik en 1957, seis años antes que el Explorer 1 de EEUU abandonara finalmente la órbita terrestre.

La confluencia entre lo que ocurría en las altas esferas políticas y el humor mundial, permitieron que argumentos basados en la conquista del espacio exterior se convirtieran en uno de los más populares, incluso cuando buena parte de la producción que llegó a las pantallas fue films de serie b que aprovecharon la inusitada popularidad del género para romper la desconfianza de las grandes casas productora. De modo que entre baches de calidad pero también con la enorme proliferación de material de calidad, el cine de ciencia ficción alcanzó un realce hasta entonces desconocido en el séptimo arte. No obstante, ya el cine llevaba casi cincuenta años mostrando las aventuras y peligros que los viajeros podían encontrar en el espacio exterior.

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De la tierra a la luna en celuloide

Los viajes imaginarios del hombre al espacio comenzaron bien temprano en el cine. Y aunque transcurriría casi medio siglo hasta que se considerara al género algo más que una excentricidad, se trató de un nuevo tipo de mirada a a las inquietudes más viejas del hombre y también, al avance tecnológico que permitiría finalmente su llegada a la luna.

Recorramos un género que refleja en buena medida la opinión y los símbolos de cada década sobre el espacio y sus promesas, a través de sus mejores y más influyentes películas.

Viaje a La Luna (Le Voyage dans la Lune, George Mélies, 1902)

Méliés fue pionero en muchas cosas: fue el primero en utilizar “efectos especiales” artesanales en su películas, en colorear la imágenes y también, lo fue al establecer las bases del llamado género de la aventura espacial. En su histórico clásico Viaje a La Luna ya son notorios los elementos que distinguiría a las aventuras espaciales en el cine en futuro: el alunizaje, la llegada a tierras nuevas y finalmente, el contacto extraterrestre.

La mujer en La Luna (Frau im Mond, Fritz Lang, 1929)

Fritz Lang estaba obsesionado con el futuro y los viajes espaciales. La película que siguió a la ya clásica Metrópolis fue una aventura que tiene evidentes vínculos con la obra de Mélies, aunque mucho más filosófica y extravagante. También es la película que incluye por primera vez el conteo regresivo durante los lanzamientos de cohetes y otra naves al espacio. ¿Lo más curioso? Los nazis llegaron a prohibir su proyección, convencidos que relevaba “poderosos secretos de estado”.

Cohete K-1 (Rocketship X-M, Kurt Neumann, 1950)

Mientras que en Europa el viaje espacial tenía un aire utópico, al otro lado del océano, la conquista de las estrellas batallaba con el entramado político. En 1950, el director Kurt Neumann intentó adelantarse a lo que supuso un rápido avance de las películas del tema en EE.UU. al filmar este thriller de poca monta que, sin embargo, tiene el mérito de tocar por primera vez, los peligros de la energía atómica en medio de una extrañísima misión lunar que termina siendo un recorrido por un apocalíptico planeta Marte. Todo un acto revolucionario por la época.

Destino: La Luna (Destination Moon, Irving Pichel, 1950)

En el mismo año, llega la pionera del género de Ciencia Ficción basado en el clásico del mismo nombre de Robert A. Heinlein. Con su aire brillante y optimista, la película muestra por primera vez una historia sobre viajes espaciales lleno de posibilidades que además, incluye acción y una buena subtrama de espionaje. ¿Un dato curioso? Walter Lantz —conocido por dar vida al Pájaro Loco— incluyó en la trama un corto animado que explicaba algunas detalles de la misión. Décadas después, Steven Spielberg utilizaría la referencia en su película de 1993, Jurassic Park.

El primer hombre en el espacio (First Man into the Space, Robert Day, 1959)

La película de Day es la pionera de un subgénero dentro de la aventura espacial que todos conocemos bien: un astronauta viaja al espacio y es poseído por una fuerza misteriosa que le convierte en una criatura temible y hostil. A pesar de su aire barato y aparatoso, la película tuvo un componente psicológico que la convirtió en referencia para argumentos semejantes en el futuro.

2001: Odisea del espacio (2001: a Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968)

El clásico más célebre del género y quizás su punto más alto: Stanley Kubrick convirtió el viaje espacial en un ejercicio de cine de autor y también en una reflexión sobre el miedo y la soledad moderna. Inentendible, paradójica y visualmente asombrosa es una de las películas que resume con más tino la percepción sobre lo intangible —y la incertidumbre— del viaje espacial desde su óptica más intelectual.

Atrapados en el espacio (Marooned, John Sturges, 1969)

Una misión de astronautas —que para sorpresa de muchos fanáticos actuales lleva por nombre Ironman— tiene la misión de llegar a una estación especial en la que el grupo deberá sobrevivir durante siete meses. A pesar de su guión lento y tedioso, la película fue la pionera en mostrar al espacio como un lugar extraordinario e impasible a través de largas tomas abiertas de la oscuridad salpicada de estrellas.

Solaris (Solyaris, Andrei Tarkovski, 1972)

De nuevo, la aventura espacial toca la puerta del cine de autor y esta vez, con uno de los más existencialistas: el director ruso transforma el viaje del cosmonauta Kris Kelvin en una larga y silenciosa agonía por recuperar la memoria y la identidad.

Apolo 13 (Apollo 13, Ron Howard, 1995)

Adaptación al cine del libro de Jim Lovell —astronauta y comandante de la misión Apollo 13— narra con extenso y verídico detalle el trago amargo de uno de los fracasos más sonados de la carrera espacial. Y por supuesto, incorpora al imaginario colectivo esa gran cita cinéfila: “Houston, tenemos problemas”.

Operación Luna (Opération Lune, William Karel, 2002)

Y como no podía faltar en este recorrido, también incluimos este Mockumentary que analiza la posibilidad —¡Oh, sorpresa!— que el hombre jamás haya pisado la Luna. Con su recorrido conspirativo por la cultura pop y entrevistas fuera de contexto —atención a la que incluye a la viuda de Stanley Kubrick— es quizás el acercamiento más divertido sobre el tema.

En La Luna (Moon, Duncan Jones, 2009)

Siniestra, poética e inteligente: este fantástico clásico de la Ciencia Ficción logra reunir todo tipo de paranoias en la inocente apariencia de una película intimista sobre la travesía espacial.