En 2013, un terremoto de 7’7 grados en la escala Richter sacudió el oeste de Pakistán, haciendo emerger entre las aguas una nueva montaña, bautizada como Zalzala Koh (montaña sísmica en urdu). Desde entonces, este monte de 20 metros de alto, 90 metros de ancho y 40 metros de largo ha ido perdiéndose poco a poco hasta desaparecer de la vista totalmente.
Sin embargo, que no pueda verse no significa que no esté ahí, pues otras montañas sísmicas como esta han aparecido y desaparecido repetidas veces a lo largo de la historia. ¿Pero cómo se forman exactamente?
La montaña que viene y va
La litosfera, compuesta por la corteza y el manto superior de la Tierra, está formada por una serie de fragmentos dinámicos, conocidos como placas tectónicas.
El movimiento continuo de dichas placas propicia que en los bordes, en los que limitan unas con otras, se genere actividad sísmica, volcánica o tectónica, que puede ocasionar también la aparición de cadenas montañosas o cuencas sedimentarias. Existen muchas placas, pero son especialmente relevantes las quince de mayor tamaño. En el caso de Zalzala Koh son solo dos las “culpables” de su aparición. Se sabe que la placa árabe se sumerge cada año unos centímetros por debajo del borde de la euroasiática, provocando el desplazamiento de los sedimentos ubicados sobre ella. Las tensiones acumuladas durante este proceso, conocido como subducción, se liberan en forma de terremotos y, además, la fusión parcial del manto terrestre puede dar lugar a la aparición de volcanes.
En el caso de Pakistán, la composición geológica de la zona lleva a que estos volcanes no sean los típicos de lava, ceniza y dióxido de azufre, ya que en su lugar liberan grandes bocanadas de lodo y metano. Además, durante el proceso el agua circundante se acidifica, pudiendo llegar a disolver las rocas con las que entra en contacto. En definitiva, se dan un gran número de procesos que pueden culminar en la aparición de islas de lodo, a veces lo suficientemente grandes como para poder considerarse montañas.
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Pero no son estructuras estables, ni mucho menos, pues el movimiento de las mareas y las olas puede ir degradándolas poco a poco, llevándolas a desaparecer. Y eso precisamente es lo que parece estar ocurriéndole a Zalzala Koh, ya que las imágenes satelitales en 2016 apenas mostraban ya nada de ella por encima de la superficie.
Sin embargo, según han asegurado miembros de la NASA en un comunicado de prensa, que no esté a la vista no significa que no esté ahí. Buen ejemplo de ello es el de la isla Malan, situada solo a 125 kilómetros de distancia. Tiene un origen similar, por la acumulación de lodo, y desde que se formó en 1945 ha desaparecido y aparecido hasta en tres ocasiones más, en 1999, en 2010 y en 2013.
A Zalzala Koh podría estar pasándole lo mismo. Por el momento, según la agencia espacial estadounidense, el satélite Landsat ya ha detectado este año restos de sedimento flotando en torno a la base sumergida de la isla. ¿Significa eso que está lista para emerger de nuevo? El tiempo lo dirá.