A la adaptación de The Boys le llevó un buen tiempo llegar a la televisión: por más de diez años, el proyecto pasó de mano en mano para terminar en el indeseable limbo de los proyectos casi imposibles de adaptar. Incluso hubo una tentativa de llevar la historia a formato cinematográfico, sin que el proyecto encontrara productor o incluso, un director dispuesto a correr el riesgo que supone esta cruel sátira sobre los superhéroes. No obstante, Amazon Prime — que parece decidida a crear un catálogo alternativo de adaptaciones de material original icónico— logró llevar el proyecto a buen puerto.

Sin duda es un proyecto que pondrá a prueba todos los conceptos sobre los héroes que, hasta ahora, han sido llevados a la pantalla chica y grande. Con su tono violento, transgresor y grotesco el cómic publicado WildStorm Studios —antes de trasladarse a Dynamite Entertainment— tiene todos los ingredientes para analizar desde el cinismo la cualidad superheroica y sus implicaciones.

La historia cuenta las peripecias de un grupo de vigilancia secreta, que se encarga de intentar controlar a los superhéroes. Los integrantes también poseen poderes extraordinarios, pero al contrario de los superhéroes (que gozan de un estatus de celebridad corrompida) deciden usarlos para mantener a raya a una comunidad depravada y la mayoría de las veces amoral. Una labor complicada y llena de riesgos: en el universo de Ennis y Robertson, quienes deberían proteger al mundo en realidad, utilizan sus poderes para enriquecerse y son seres marginales y peligrosos.

Se trata de la incorrección máxima: el cómic plantea la posibilidad que el heroísmo sea en realidad un fenómeno que debe ser vigilado y corregido. En sus 75 números —el cómic se publicó entre el año 1995 y 2000— la narración se hace cada vez más retorcida en su manera de mostrar cómo los instintos más depravados del ser humano, pueden además nutrirse del poder y hacerse verdaderas amenazas.

Claro está, un grupo que debe ocuparse de semejante situación, apelará a todos los medios para hacerlo: desde el chantaje hasta el asesinato, los personajes del cómic saben que para controlar el poder, deben apelar a métodos subversivo y directo. A medida que la historia avanza, está muy claro que The Boys reflexiona sobre las capacidades sobrehumanas como una anormalidad que debe ser corregida y lo plantea desde las consecuencias.

Cada uno de los personajes, lleva una historia trágica a cuestas que muestra su relación enfermiza y dolorosa con poder convertido en un atributo malsano: el cómic comienza con la historia del prometido de una mujer asesinada en medio del enfrentamiento de un superhéroe y un villano, lo que pone en perspectiva lo que ocurre fuera del foco de atención de los grandes sucesos heroicos. Una crítica retorcida e inteligente a una versión de lo monstruoso que pone en tela de juicio el bien y el mal en nuestra época.

Lo satírico de la capa y las mallas

Como en todo cómic de Garth Ennis que se precie, en The Boys hay grandes dosis de violencia extrema y gráfica, sexo y todo tipo de vicios, que el autor muestra cómo la superficie de algo más complejo. Pero en esta oportunidad Ennis está decidido, además, a utilizar la historia que cuenta para profundizar en la percepción sobre nuestra cultura sobre lo moral. Tanto los superhéroes como quienes se le enfrentan, son metáforas sobre la avaricia, la perversión y la necesidad de control, todo bajo la retorcida imagen de un mundo maniqueo que acepta el poder sin normas y sin reglas.

¿Es suficiente ser poderoso como para estar por encima de la ley? Es una pregunta que se plantea varias veces en el cómic. Ennis la analiza a partir de la convicción de una tenebrosa conciencia sobre el heroísmo tinto en sangre, lo cual emparenta a The Boys con la novela gráfica fundacional The Watchmen Alan Moore. Pero mientras Moore le da un toque mucho más filosófico y profundo a su obra, Ennis opta por un discurso grotesco igualmente efectivo: The Boys transita caminos muy poco comunes en el cómic y sus implicaciones trascienden al superhéroe para alcanzar el terreno resbaladizo de la sociedad que necesita de mesías y que perdona la violencia, a partir de cierta curiosidad morbosa.

No es la primera vez que Ennis toca temas semejantes: en Hitman (escrita para DC comics), analiza el hecho de matar y lo que provoca que algunas veces consideremos el asesinato como inevitable e incluso, poco cuestionable. En su ya icónico The Preacher, la violencia tiene un elemento combativo, relacionado con la naturaleza humana. No obstante, es el cómic Punisher Kills the Marvel Universe el inmediato referente a la durísima atmósfera de The Boys: en el cómic del 1995, Frank Castle se venga de los superhéroes por ser responsables directos e indirectos de la muerte de su familia como daño colateral en su batalla incesante, y en ocasiones absurda, contra el villano de turno.

Vértigo cierra sus puertas: la cultura popular pierde un hito

De la misma manera que en The Preacher, el cómic The Boys tiene diferentes narradores que muestran la forma en que la violencia y sus consecuencias avanzan en un mundo corrompido. Con un ritmo frenético y una atmósfera enrarecida por lo agresivo de su tono, el cómic es quizás una de las obras que mejor resumen un reverso siniestro a la impoluta moral del Universo Marvel o la poética oscuridad de los personajes de DC. Para Ennis no hay región oscura del espíritu humano que no pueda mostrarse desde la virulencia, el ruido y el odio. Con su tono punk y sobre todo, su crítica a la sociedad de consumo, The Boys es la obra perfecta para un momento en que el cine de superhéroes se ha convertido en una forma de celebridad casi abrumadora.

¿Qué podemos esperar de la serie The Boys? Seguramente la adaptación suavizará las durísimas secuencias de muerte y asesinatos, así la altísima dosis de sexo y perversiones varias que salpican la historia del cómic de la primera a la última página. Aún así y a juzgar por el trailer final de la serie, el concepto del superhéroe celebridad —esa obscena combinación del poder convertido en una moneda de uso fatuo— está allí y es un componente importante en la producción de Amazon Prime. Un sátira perversa que resulta un cambio refrescante después de casi dos décadas de superhéroes buen rollo que forman parte de la cultura popular.